No hubo novedad hasta el mes de Julio. El primer ensayo que se hizo con uno de los torpedos inventados por el ingeniero Cuadros, tuvo lugar en Ancón donde estalló prematuramente causando la muerte del Alférez de Fragata Gil Cárdenas y ocho marineros.
El historiador chileno Barros Arana ha dicho cínicamente que nuestros marinos no corrían ningún peligro en la preparación y uso de esas armas y nosotros, para desmentirlo, hemos de extendernos mas de lo necesario en narrar los detalles de cada operación para que se vea cual fué el papel representado por los valientes oficiales de la brigada torpedista.
El segundo torpedo brulote o mina que preparó Cuadros fué confiado al Alférez de Fragata Carlos Bondy y fué colocado en el fondo de una balandra que viniendo del N. simularía querer romper el bloqueo.
Sacó Bondy esta embarcación ya preparada y bien cargada de víveres atrayentes y de varias clases, saliendo del Callao en la noche y acompañado de dos marineros paiteños. Poco rato después, y ya cerca de la línea de buques de guerra neutrales, divisó a un torpedero enemigo; pero felizmente éste no lo vió.
Regresó al amanecer y estuvo hasta cerca de las 6 de la tarde del día 3 de Julio haciendo toda clase de maniobras y fingiendo que escapaba hasta que logró llamar la atención del crucero «Loa y de dos torpederos que rondaban como a dos millas de distancia y, cuando estuvo seguro de que el crucero arrumbó a la balandra y se venía a todo andar, se embarcó con su gente en un pequeño bote y dejó al brulote con las velas sueltas.
Dice Vicuña Mackenna que "los marinos de Chile habían comenzado a sufrir, después de la nostalgia, la natural y mortificante enfermedad de alarmas, insomnios, rondas, fantasmas y sobresaltos que se ha llamado con propiedad "torpeditis". Riveros era el que más la sufría y había dado órdenes precautorias muy enérgicas para evitar sorpresas y los espías chilenos supieron un mes antes todo el detalle de la operación que vamos reseñando, pues el presidente de Chile avisó lo siguiente: -Junio 3- "En Ancón está preparando el joven Manuel Cuadros un segundo torpedo... dicen que es de esta manera: se compone de una lancha de vela, cargada con comestibles y carneros, y al quitar el último bulto hay un resorte para reventar el torpedo".
Sin embargo, el comandante Guillermo Peña del «Loa» no tomó en cuenta esos avisos y órdenes y cuando estuvo cerca de la balandra destacó un bote para traerla al costado. Todavía el Teniente a cargo de la embarcación le advirtió que sospechaba una estratagema; pero Peña insistió en que se continuase la descarga cuando una tremenda explosión de 200 libras de dinamita envolvió en una nube de humo y agua su barco, abríale un boquete de 30 metros de superficie y lo hundió en el acto. Perecieron Peña y 119 tripulantes, y perdieron también junto con el buque dos grandes cañones Armstrong modernísimos que traía para el "Blanco Encalada" y abundante provisión de municiones y víveres.
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Vegas García, Manuel Ignacio. "Historia de la marina de guerra del Perú, 1821-1924". Lima, 1929.
Saludos
Jonatan Saona
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