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7 de septiembre de 2023

Eleuterio Ramírez

Eleuterio Ramírez
Teniente Coronel Eleuterio Ramírez Molina

Nació en Osorno el 18 de abril de 1837. Fue su padre el Sargento Mayor de la Guerra de la Independencia José Ramírez y su madre, doña Marcelina Molina. A los 18 años de edad quedó incorporado en el Batallón de Gendarmes y “su noble porte, su pundonoroso carácter y su dedicación a todos sus deberes, hicieron que en menos de tres años (1858) ascendiese a ayudante mayor de su cuerpo", Tenía el grado de Teniente.

Con motivo de la Revolución de 1859, el Batallón de Gendarmes pasó a constituir el Batallón de infantería 5o de línea y en sus filas recibió Ramírez su bautismo de fuego. Se encontró en el sur, en el sitio de Talca y en el norte, en la Batalla de Cerro Grande, a las puertas de La Serena, el 29 de abril. Como recompensa a su actuación en la campaña fue ascendido al grado de Capitán, en agosto de 1861.

En calidad de tal pasó a prestar sus servicios en el Batallón 2° de línea, que entonces comandaba el Teniente Coronel José Antonio Villagrán. Destacado en la Frontera, emprendió varias campañas al interior de las tierras indígenas en 1860. Nuevas campañas le correspondió realizar en la misma zona en
1868, cuando ya era Comandante del mismo batallón. “Al mismo tiempo que mandaba el Batallón 2° de línea, escribe con entusiasmo sobre las observaciones principales que va ocupando su atención la marcha del servicio, considerando sus ventajas y defectos, gobierna su batallón con tal tino y mesura que su noble oficialidad se siente orgullosa, se considera complacida del digno jefe que le manda”.

Ascendió a Teniente Coronel en 1872. Su batallón cubría el puerto de Valparaíso, repartido entre sus fuertes, cuando estalló el conflicto del Pacífico. La unidad fue una de las primeras en partir al teatro de guerra y toda la ciudad acudió a los muelles a despedirla el día de su partida, en el transporte Rímac (20 de febrero de 1879).

Destacada en el mineral de Caracoles, tuvo el privilegio de abrir la campaña con la captura de Calama, el 23 de marzo. Mostró el Comandante Ramírez notable bizarría en ese hecho de armas, conduciendo él mismo su tropa al paso difícil del río Loa y mostrándose el primero en todas partes. Nombrado gobernador de Calama, “quitáronle los artilleros que le acompañaban; y un mes después de la operación de aquella plaza, escribía al autor de estas memorias con mal disimulada ironía, que, como se hallaba a cargo del puesto más adelantado sobre el enemigo, había almacenado los cañones, por carecer
de quienes los sirvieran.

El Regimiento 2° de línea no participó ni en el desembarco de Pisagua, ni en el Combate de Dolores; pero le correspondió integrar la columna que desde este último punto partió en busca del enemigo hacia la quebrada de Tarapacá. “El 2° de línea formaba la mitad y la pai te más sólida de aquella tropa, lanzada de improviso y sin aprestos a las arenas candentes de la pampa del Tamarugal. La última noche la pasó la tropa helada de frío, sin agua y sin víveres. “ Durmió el Comandante del 2o, esa postrera hora de su vida, transido de frío, junto con sus soldados y bajo el mismo escaso cobertor que el Comandante del Batallón movilizado Chacabuco, don Domingo Toro Herrera.

Al regimiento le correspondió iniciar la acción desde Huaraciña, a la entrada de la quebrada de Tarapacá, hasta las calles mismas de la aldea del mismo nombre. Rodeadas por fuerzas triples, las cuatro compañías del 2° se batieron hasta formar un solo montón de cadáveres, “encima de otro montón de cadáveres peruanos”. Los escasos sobrevivientes de la hecatombe debieron retirarse combatiendo y el primero en llegar al sitio que ocupaba el Comandante Ramírez, en el caserío de San Lorenzo, fue el bravo Capitán Necochea.

—"¡Mi comandante -gritó- Monte a caballo, que el enemigo llega,
— "¿Cuántos hombres trae Ud? —preguntó Ramírez—
— "¡Treinta, señor!
—"Yo he recogido aquí quince y con ellos nos haremos fuertes..."

Y allí sucumbió el heroico jefe, con los 45 soldados que combatieron a su alrededor, en desigual y prolongado combate, sin esperanza alguna de ser socorrido.

“La personalidad del Comandante Eleuterio Ramírez, su arrojo, valentía, decisión para afrontar un combate ante fuerzas inmensamente superiores, irradió en forma inmediata a todo el Ejército de Operaciones.

“En el Ejército, el Comandante Ramírez fue la encarnación más pura del heroísmo militar y así, las nuevas jornadas que emprendió el Ejército de Operaciones las hizo inspirado en este héroe, que supo comprender mejor que ninguno el deber que señala que “el soldado que tuviere la orden de conservar
su puesto, a toda costa lo hará”.

El 11 de diciembre de 1927 se inauguró en Osorno un monumento a la memoria del bizarro Comandante del 20 de línea. Eleuterio Ramírez y desde 1936 sus restos descansan en una cripta especial en el patio principal del Regimiento de infantería N° 2 Maipo, en Valparaíso. En ella se lee el siguiente epitafio:

“La gloria lo fue a buscar al campo de batalla."
"¡Soldados firmes!”.


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Estado Mayor General del Ejército "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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