I
No conozco en Chile (i lo conozco desde su infancia, que es doce años posterior a la mía) una vida más heroica ni mas apenada, ni más andariega, ni más romántica, no más llena de aventuras, entusiasmos, entuertos, exploraciones, calamidades, sacrificios silenciosos, calladas abnegaciones y terribles polvorazos, que la vida de Arturo Villarroel, especie de salamandra incombustible que ha vivido siempre dentro del fuego o en un tibio rescoldo, como tortilla de pobre en fogón
II
Hijo de un maderero de Chiloé (don Eujenio Villarroel) i de una señora Garezon, mestiza de yankee y de argentina (kuácara de relijión a más, y errante como su marido por el mar y por los bosques) vino Arturo Villarroel al mundo dentro de una bodega de una balandra de su padre, en un día de desecho temporal, por el mes de Octubre de 1839 en los mares de Chiloé. I desde entonces su vida, como si hubiera sido una prolongación de la orijinaria borrasca, está mecida eternamente entre las olas, los viajes, las batallas, las aventuras, la dinamita, el heroísmo y la pobreza, esta dinamita sorda que sólo en las almas magnánimas no hace esplosión.
III
Educado en las faldas de su madre en los preceptos de Guillermo Penn, culto i fanatismo de los kuáqueros, aprendió en su infancia el inglés de materno labio i en seguida en Valparaíso, i en el Instituto Nacional el francés, lenguas de viajeros, que Arturo Villarroel posee con singular soltura i que ha perfeccionado más tarde en sus numerosísimos viajes por el orbe. En esa época hízose también amigo i camarada del distinguido Capitán de Fragata (que pareciera serlo de navío) Don Francisco Vidal Gormáz, en cuya casa hoy enfermo i paralítico, Villarroel cariñosamente se hospeda en el recinto de estrecha, pero nutrida biblioteca. Los jeógrafos se conocen desde la niñez por el rumbo, como los polos por las estrellas i por la atracción magnética.
IV
Comprometido el padre de Arturo Villarroel en la revolución volcánica de 1851, huyó aquel al Perú, llevándose consigo junto con su hermano mayor Aníbal Villarroel, valiente mozo que murió temprano i con el grado de Coronel del Ejercito del Perú. Arturo fue colocado en un colejio de Lima por los influjos de Francisco Bilbao; pero de allí al poco tiempo huyó para tomar parte en la famosa i malaventurada expedición chilena que el Jeneral Flores llevó a Guayaquil en 1852. El futuro "Jeneral Dinamita" tenía entonces 13 años, i el estallido de una bomba que reventó sobre la cubierta del barco desbarató los dos dedos de la mano derecha. El fuego rendía temprano tributo a su artífice i rei.
V
Terminada trájicamente aquella calaverada de pretendiente, Villarroel se embarcó para Cantón en un buque de Don Domingo Elías, opulento hacendado de Ica, que iba a traer chinos, i a su regreso después de un año, emprendió un segundo viaje a la Australia i un tercero a Nueva York, vía Panamá. Villarroel daba estos saltos de un mundo a otro mundo a manera de proyectil i en calidad de marino, de contador, de pasajero, de aficionado, de cocinero, de paje i de todo se ofreciera a bordo en la cubierta, en los mástiles, en la cámara ó en la bodega, jeneralmente sin sueldo, i sin más objeto que rodar tierras (i rodar mares) Arturo Villarroel ha tenido de preferencia dos relijiones, la de Guillermo Penn y la del fraile Beltrán, el gran pirotécnico andariego de la Guerra de la Independencia.. Chaverus, el Judío Errante, ha sido sólo su piloto i su guía.
VI
De Estados Unidos pasó Villarroel a Europa i conoció todas las costa i puerto de Francia desde Marsella a Cherburgo, pero no conoció París. A París no se puede ir "de guerra" sino en tiempos en que manda La Comuna, i la dinamita es reina i el petróleo es su primer ministro.
VII
De las playas del Viejo Mundo pasó Villarroel por el año de 1854 a las de México, i habiendo cojido en Veracruz la fiebre amarilla fue a convalecer de ella a Pernanbuco, en un barco de guerra Francés, donde tomó pasaje" de guerra" ó de misericordia.
VIII
Cansado del mar vínose entonces al Perú en busca de su hermano que era Sarjento Mayor del Ejército i se había casado con fortuna en Arequipa, gracias a la protección del Jeneral Vivanco, de quién era acérrimo partidario. La esposa de Aníbal Villarroel era una señorita Gamio. Pero Arturo Villarroel no había nacido para la sosegada quietud de los poblados ni el prestado regalo de ajeno hogar; y después de haberse internado en el Cuzco hasta las fronteras del Brasil en busca de minas de oro, que no halló, vino a salir de vuelta por Tucumán, donde se hizo arreador de ganados a Tarapacá y Arica, a Puno y hasta Arequipa.
IX
Empleó Villarroel en estas i otras lejanas correrías no menos de seis años. Pero en 1861 le encontramos en Santiago, viviendo en el barrio de San Pablo, donde hoy habita, i enseña gratis o por lo que buenamente le daban estos tres ramos incongruentes del saber humano: lenguas, jeografía i teneduría de libros. Inútil es decir que el último estudio se avenía tanto a la índole romántica i aventurera del maestro como a un santo Cristo de Quito un par de pistolas de Lafaucheaux. Villarroel es de una naturaleza profundamente, incorregiblemente desinteresada.
X
Hallábase Villarroel, en coinsecuencia de lo que venimos diciendo, en la ciudad de Santiago el memorable 8 de diciembre de 1863, i con inminente peligro de su vida, salvó la de muchas infelices mujeres extrayéndolas incombustibles, de las cajas de fierro de Fairfax, de la hoguera de la Compañía. Por supuesto fue miembro fundador del Cuerpo de Bomberos i a título de "hombre salamandra", es decir, de hombre incombustible, se ha encontrado como voluntario en todos los grandes incendios de la capital. En el del Teatro Municipal, ocurrido el 8 de Diciembre de 1870, era Teniente de la Sexta Compañía, y no se quemó como el desgraciado Tenderini, que era Teniente Tercero, fue solo porque Villarroel no ha nacido para morir a fuego.
XI
Después de este período de comparativo reposo en que Arturo Villarroel alternaba la enseñanza de las leguas con el cateo de las minas en todos los cerros de Santiago (sin exceptuar el Santa Lucía) emprendió su segundo viaje a Estados Unidos, viaje en que dijeron anduvo metida la mano del amor; i habiendo residido tres semanas en Nueva York regresó a Chile en 1872.
XII
Afuera de minero ocupóse por esa época Arturo Villarroel, por supuesto sin sueldo i sin interés, en desmontar las rocas del viejo Huelén, en hermosearlo con inscripciones que el mismo ordenaba grabar en los farellones i en organizar todas sus fiestas Septembrales. La idea favorita del artífice del nuevo paseo era esculpir en letras de oro" de un metro de altura" en la roca más encumbrada del peñón histórico esta palabra que había traído en el corazón i en su memoria desde la patria de Longfelows: "EXCELSIOR" Desgraciadamente no se encontró entonces en Santiago, buril bastante duro ni brazo bastante fuerte para tamaña empresa. Si hubiera sido cuestión dinamita, hubiera sido otra cosa! Arturo Villarroel que ha hecho volar tantas cosas, carece empero de las alas i anda hoy agobiado con sus muletas.
XIII
Con motivo de la Exposición de 1875, Villarroel hizo un tercer viaje a su país favorito, i residió de preferencia en Filadelfia, la patria de su progenitor en espíritu, el kuákero Guillermo Penn. I Cosa admirable! : vivió allá dos años como Delegado de Chile, sin sueldo i sin más recursos que su saliva i su inglés. Acostumbran decir los campesinos del sur de Chile, que cuando alguien vive sin dinero ,es que ese vive con "saliva de tricau" a ejemplo de una especie de loro de esas comarcas. I fue así cual tricau chileno como recorrió el infatigable emisario del patriotismo, todos los Estados Unidos inclusas en dos ocasiones, las dos Californias pidiendo muestras y repartiendo programas, de un dependiente viajero de Lamman i Kemp.
XIV
Hemos tenido ocasión de ver los cajones de la Sociedad de Agricultura las notas en que su delegado gratis daba cuenta de sus afanes: i confesamos que nos hemos asombrado de su actividad i de su ingenio, de su aplomo i de su pechuga.....Era Villarroel sujeto que se carteaba de hombre a hombre, con ministros de estado, jueces, diplomáticos, estadistas, astrónomos, jenerales, directores de emigración, jefes de arsenales, fabricantes de pólvora y dinamita, químicos, rectores de universidad, constructores de buques i de dársenas, atorneys i toda la jerarquía leguleya de la Unión i hasta no sabemos como fue a desenterrar en Rochester, la patria de Seward i de la harina flor a un tal Mr.Green que tenía el negocio de criar artificialmente truchas. El ajente de la Exposición Internacional (empresa que fue un gran fiasco interior) ignorando talvez que en Chile hay más pescados que los necesarios i con más agallas de las que los peces del norte generalmente tienen, se propuso traer para la laguna de la Quinta Normal, innumerables cardúmenes de salmones, carpas, truchas, anguilas i otras razas; i ciertamente que si no es que Mr Green se sale más seco que un congrio de Cartajena (según se deja ver en sus propias notas orijinales) el intento no se habría frustrado.
XV
En cambio, Villarroel regresó a Chile con seis mil de libros de educación, industria, comercio, muestras i demás fecunda yankee, que repartió en la Sociedades de Instrucción Primaria, en la Universidad, en la Escuelas Municipales, en la Oficinas de Estadísticas, en los ministerios, en las bibliotecas i Liceos de Provincia, quedándose como de costumbre con las manos vacías, porque no consintiera ni en pagarle ni siquiera las estampillas de su franqueo. I fue maravilla, que como a otro, no le exijieran que todos los libros que trajo de regalo vinieran empastados. Para todos estos milagros humildes i entusiastas del patriotismo que recuerdan el del cesto de pescados del mar de Galilea i de los cinco mil panes de la misma tierra, Villarroel no habría tenido otro recurso ni otro ardid que hablar inglés i llamarse "Corresponding Ajent of the Executive Comete of the Chile International Exhibition." El título era más largo que el lacónico" Presbítero por la madre", pero con el sacó Villarroel todo lo que le apetecía, i todo lo que consiguió. Para su amigo el Capitán Vidal Gormáz, trajo un cajón de cartas jeográficas que valían por sí solas una Biblioteca Nacional: i esa colección del Cost Survey de la Unión del Norte, figura hoy entre los mejores arreos de la Oficina Hidrográfica en Santiago.
XVI
Sobrellevando alegremente todas las vicisitudes de fortuna, inclusas las más horrendas de la vida humana, que son las ingratitudes, volvió Villarroel a sus climas i clases de idiomas en las casas y colejios de Santiago hasta que estalló la guerra i voló "a manera de polvorazo" a las batallas i a sus campamentos, cayendo en los de Antofagasta, como una visión de camanchaca. I allí siguió sin empleo, sin sueldo i sin rancho, comiendo de prestado en el perol del pililo, a Pisagua, a los Angeles, a Tacna i por último a Arica como si hubiese llegado en alas de la dinamita a las cumbres del Morro. Nombrado en esta plaza, Capitán de pontoneros ad-honorem, Villarroel desentrañó en su derredor unos cuantos centenares de minas, polvorazos y torpedos, algunos de estos de formidable calibre, desenterró algunas leguas de alambre de cobre i descubrió las cuatro batería eléctricas que habían servido a la defensa. El Capitán Villarroel dejó además suficiente constancia de que una de estas baterías destinadas a volar los fuertes en el momento del asalto había cobardemente instalada en el Hospital de Arica, bajo el amparo de la bandera roja.
XVII
Concluída su tarea plutónica, el Capitán Villarroel regresó a Santiago en Julio de 1880, i bajo los auspicios del Ministro de Guerra y del Intendente Jeneral del Ejercito organizó su Sección de Fuego; alambre , baterías, picrato, todo jénero de materiales explosivos i fulminantes, inclusas por supuesto la dinamita, su gran especialidad. De esta sustancia pidió Villarroel a la Intendencia, dos mil quintales, que valían cien mil pesos; pero a ejemplo de aquel famoso Intendente de Ejercito Don Luis de la Cruz que nunca entregaba a Lord Cochrane, sino la mitad de la mitad de cuanto pedía, le dieron solo cien quintales. Después se han gastado más de tres mil.
XVIII
De Arica marchó el Capitán Villarroel a Pisco, i organizó allí su Brigada compuesta de diez pontoneros i cincuenta asiáticos(chinos), sus antiguos conocidos de Cantón (1853) el Capitán Villarroel pertenecía a la Primera División, i fue nombrado guía, practico i vanguardia a pié en la atrevida marcha de Pisco a Lurín. Villarroel no había recorrido jamás aquellos desiertos; pero quien había andado cien mil leguas por el orbe ¿no andaría las cincuenta que se extienden de Pisco a Lima por la costa i divisando el mar? Fue Villarroel con su incansable industria i enérjica inventiva, la providencia de la División Lynch en su marcha por el desierto. Sus elementos favoritos, como químico i como bombero habían sido el fuego y el agua, i trocando ahora éste por aquél, abrió en el Jagüey, pobre aguada de caminantes entre Tambo de Mora y Cañete, un "baño de natación" de catorce metros de largo con sesenta y cinco centímetros de profundidad, abasteciendo hasta la hartura debajo de las palmeras, no menos de seis mil soldados i sus bestias de silla i de carga. Villarroel iba siempre a pié, con su brigada asiática, espaldeado por los Granaderos a caballo del Comandante Yávar.
XX
Cuando el infatigable gastador llegó de ésta manera a Lurín, dio cuenta de sus trabajos, i para su satisfacción recibió la siguiente honrosa respuesta: Ministerio de Guerra i Marina. Campamento de Lurín Diciembre 29 de 1880 He recibido las notas de Ud. fechadas el 23 de Noviembre y 29 del presente, dando cuenta de sus trabajos. Ellos están conformes con los datos Oficiales que este Ministerio tenía, i deja satisfecho al que suscribe del modo que Ud. ha cumplido con su deber. Ud. pasará a este Ministerio una relación de los asiáticos que tiene bajo sus órdenes para ordenar se les abone su correspondiente sueldo. Dios guarde a Ud. José Francisco Vergara.
XXI
Los servicios que enseguida prestó el Capitán Villarroel al Ejercito fueron tan intelijentes como heroícos .Los peruanos habían descubierto para su defensa el infernal sistema de las minas, pero como Dios ha creado todas la compensaciones, así como para las culebras creó el halcón, i para los ratones el gato, así echó al mundo a Arturo Villarroel para los peruanos i sus minas. Marchando adelante de la División Lynch con su Lejión pedida en préstamo al Celeste Imperio, avezado ya aquel servicio iba en efecto Villarroel desenterrando los tarros cilíndricos de las minas como quién cosecha papas, i dejando expedito el paso al Ejército. Perdió así en la Batalla de Chorrillos a tres de sus chinos y un pontonero. Pero en la tarde del día 14 de Enero, entregaba al Coronel Lagos 39 prisioneros tomados por su jente i 435 bombas i tarros de torpedos desenterrados en el Morro Salar i en el Salto del Fraile. En consecuencia, el Capitán Villarroel fue ascendido ese día popularmente a Jeneral (Jeneral Dinamita) Era el nombre con que lo conocían los soldados i los chinos, i será probablemente el que habrá de darle la posteridad
XXII
En Miraflores la conducta de Villarroel fue bajo todos los conceptos dignas no de pobres muletas, sino de una corona de oro. Las minas de Miraflores no eran automáticas como las de Chorrillos, sino de alambre i chispas eléctricas, como los de América. I observando esto, viose entonces a este dignísimo, humilde i abnegado chileno en todos los puntos de vanguardia i especialmente en barrancos deslizándose como gato por el suelo, i en medio de un aguacero de balas iba con su afilado corvo cortando los alambres, como quién vá amarrando lechugas. Herido en el talón cual Aquiles, al principio de la batalla, volvióse a retaguardia a hacerse curar, i montado otra vez a caballo siguió su tarea hasta caer junto a este, derribado sobre los rieles i con una pierna destrozada por el plomo.
XXIII
Llevado al Hospital de Sangre Escuela de Cabos, disimulada portada del Panteón, la fiebre se apoderó de su trabajado organismo, i después de indecibles padecimientos, cojo, demacrado i paralítico fue traído a Chile por el mes de Abril. Recojióle en Santiago su amigo de la infancia, jeógrafo como él, y allí sentado entre dos muletas i vestido con burda i raída túnica de simple soldado (su único ajuar) hemos tenido la melancólica satisfacción de estrechar la mano paralizada del amigo, del Capitán i del patriota.
El Excelsior de la gloria no estaba escrito en la pálida frente de nuestro amigo, pero brillaba todavía como un rayo de fuego en su negra pupila, al recordar la grandeza del Ejército, sus hazañas inmortales i....."el pago de Chile"
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Vicuña Mackenna, Benjamín. En "El Nuevo Ferrocarril". Santiago, 21 de agosto de 1881.
Saludos
Jonatan Saona
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