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29 de noviembre de 2022

Domingo Ayarza

Domingo Ayarza
Semblanza de Domingo Ayarza  
Por Reynaldo Martínez Parra

Parinacochas: cuna del héroe.
Pocas veces en el corazón de un pueblo se ha engastado una figura poco o nada conocida, como la del Coronel Domingo Ayarza, muerto heroicamente en la Batalla de San Juan y Miraflores el año de 1881. Su figura, en Parinacochas, ha tenido lindes con la leyenda. Propiamente se ha deificado. Se le ha legado a amar entrañablemente por ha nacido en la provincia. Se le ha amado y se le ama, como a Dios sin conocerlo, sin preguntar sus hechos y para ello bastó saber que fué un héroe parinacochano. Su muerte es el mejor testimonio de su grandeza. El privilegio de nuestra provincia de haber mecido su cuna, no le daba derecho a reclamarle nada al Coronel Ayarza, puesto que al amar al Perú, con un amor grande, involucro a nuestra tierra en su seno. Y amó al Perú a su manera, en todas sus latitudes, en su unidad y es así como murió defendiéndolo.

De sus antepasados nada se sabe hasta el momento, no porque se haya agotado algún empeño o se haya quedado en el misterio. No. Si no porque no se ha investigado debidamente y hemos sido indiferentes o negligentes para ello.

Domingo Ayarza nació el 4 de agosto de 1829, en algún lugar de Parinacochas. Siempre se tuvo la intuición de creer que bien pudiera haber nacido en Pauza o Lampa, pero de ello no se tiene testimonio alguno.

J. Armando Guimet en su libro "Los Grandes del Perú.-Índice Heróico", fija como fecha de su nacimiento el año de 1820, pero más creo que se trate de un error tipográfico, ya que los hechos de Domingo Ayarza a los catorce años coinciden con los hechos históricos del año de 1843.

Sus primeros años y la iniciación de su carrera militar.
Nada se sabe de los primeros años de su vida. Sus huellas desaparecen con su nacimiento. No sabemos por qué viajó a Huamanga.

Sin embargo es en esta ciudad donde aparece educándose en un Colegio.

En la carrera de las armas madruga demasiado temprano y sin previo aviso; pero no es el trasnochado, sino el hombre de vocación para la milicia.

El año de 1844 se hallaba en Ayacucho, camino de sofocar la revolución de Castilla, el General Manuel Ignacio de Vivanco, Supremo Director del Perú, "de uniforme rojo con capa de armiño y sombrero de plumas”. En Lima las noticias informaban de movimientos estratégicos, pero no de batallas decisivas. Ramón Castilla se hallaba al frente de sus tropas en Chincheros. Esto era a principios del año. Es en esta época que hace su aparición Domingo Ayarza.

Estaba de Subprefecto de Cangallo un hermano político suyo, quien le comisionó para que hiciera un reconocimiento en Ocros la cabeza de cuatro morochucos montados, con el fin de observar los movimientos de una columna de caballería que el General Castilla había destacado desde Andahuaylas para cortar el paso de un puente sobre el río Pampas e impedir el avance de las tropas de Vivanco, sabedores de que estaba en Ayacucho, camino de Andahuaylas.

Ayarza aceptó el encargo y con los cuatro hombres llegó a las inmediaciones del pueblo de Ocros y aprovechando de la obscuridad de la noche avanzó a pie, dejando a sus compañeros a una distancia de una legua más o menos. Cuando llegó a la plaza de Ocros encontró a los soldados durmiendo en los corredores del Cabildo y como no fuera notada su presencia, sigilosamente vió que las armas estaban arrimadas a las paredes y los caballos atados, en orden, en la plaza. Ayarza se apoderó de la espada del Oficial, que mandaba, ya que éste también descansaba confiado de que las tropas de Vivanco se hallaban lejos; luego tomó una lanza y con la ligereza que el caso requería, montó en un caballo y huyó a galope para ir a unirse con los que lo esperaban en el camino. Algunos soldados que se despertaron, al darse cuenta de la osadía del muchacho que los había asaltado, trataron de perseguirlo, pero ya sin resultado alguno.

El intrépido Ayarza, después de unirse con los suyos, se fué a dar cuenta de su cometido, con los trofeos conquistados a base de audacia , dando así el mejor testimonio de la presencia de las tropas enemigas en el pueblo de Ocros. Mientras las tropas de Castilla, asombra das y desconcertadas, hubieron de desistir de sus propósitos y retirarse dejando la vía libre para el paso de las fuerzas vivanquistas. Este hecho impidió que las fuerzas de Castilla sorprendieran a las fuerzas de Vivanco en su movimiento sobre Andahuaylas.

Al poco tiempo Vivanco se dirigía hacia el Pampas, para luego evadir el combate y dirigirse hacia Lucanas, en un movimiento de flanqueo. De Lucanas el Director tomó nuevamente el camino de Andahuaylas; mas encontrando la vía libre, las tropas de Castilla, se dirigía ya a Lima después de haber provocado el levantamiento de Huancavelica y Junín. Vivanco participó por fin su retirada a su leal Arequipa.

Domingo Ayarza, llevado por su inclinación a la carrera militar, una vez que Castilla ocupó la plaza de Ayacucho, se incorporó a su ejército como cadete en el Batallón "Gamarra". Era la edad en que todavía no se tiene compromisos políticos, solamente su vocación militar lo llevó a enrolarse, y así, se va desligando del seno de la familia. Incorporado definitivamente a las tropas de Castilla, lo vemos aparecer nuevamente a Domingo Ayarza, tomando parte en la Batalla de Carmen Alto, contra Vivanco. Allí, por su meritoria actuación fué ascendido a Subteniente, el 22 de julio de 1844.

Ayarza al servicio de la Patria.
Durante el Gobierno de Castilla o realmente, en la administración de Castilla, sirvió en el ejército con el grado de Subteniente, hasta el año de 1850, en que fué elegido el General José Rufino Echenique, antiguo vivanquista y colaborador de Castilla. Proclamado constitucionalmente por el Congreso Extraordinario, y ya de gobernante, le confirió el despacho de Teniente en mérito a su lealtad y servicios prestados, para luego ascender a Capitán, cuatro años después o sea el año de 1854. En esta clase lo encontramos en la campaña iniciada por el General Juan Antonio Pezet contra Bolivia.

Con el ejército de Pezet aparece en Puno comandando una columna de gendarmes, en momentos en que la División de este General se retiraba al campamento de Paucarpata, cerca de Arequipa.

Arequipa se había sublevado contra el Gobierno de Echenique el 7 de enero de 1854. El mismo día la rebelión de Ica sufría un descalabro en Saraja; rebelión encabezada por Domingo Elías. Pezet, pese a las insinuaciones para que se sublevara, llegó a Paucarpata, donde se unió con el ejército gobiernista de Juan Crisóstomo Torrico, Ministro de Guerra de Echenique, con el fin de sitiar Arequipa. Motivo de este movimiento fué que el departamento de Puno se levantara contra el Gobierno de Lima uniéndosele más tarde Tacna y Moquegua. En este intervalo había llegado Castilla a Arequipa, en momento en que los dirigentes de la revolución arequipeña habían formado una Junta Departamental y que atemorizados por las fuerzas de Pezet y Torrico iniciaban negociaciones para capitular. Con Castilla cambió de rumbo y la revolución progresó, tomando el título de Jefe de las Fuerzas Regeneradoras que los arequipeños le pusieron, como siempre adictos a Vivanco, y que aceptaron a Castilla solamente por odiosidad a Echenique. Castilla maniobró rápidamente y puso el nombre de Ejército Libertador y los papeles cambiaron para Pezet y Torrico, quienes en vez de ser sitiadores, estaban a punto de ser sitiados. Es así como emprendieron la retirada a Lima en una marcha llena de peripecias. Se dice que siendo estrecho el paso de Quilca para los caballos, ordenó que se les diera muerte. En esta forma quedó Castilla dueño de todo el Sur sin haber disparado un solo tiro de fusil.

Cuando Pezet emprendía la marcha hacia Paucarpata, Ayarza quedaba en Lampa al mando de sus gendarmes. Cuando las provincias del sur se rebelaron contra el Gobierno de Lima, también se vió obligado a emprender la retirada para unirse a las fuerzas del General Torrico.

Ayarza completamente aislado en un territorio hostil, tuvo que emplear una sagacidad suprema y actuar con toda energía para poder vencer todos los obstáculos que los rebeldes le oponían en su audaz retirada. Así fué como atravesó sesenta leguas a la cabeza de ochenticinco hombres y llegó con todas sus fuerzas integras ante el general Torrico. Este hecho le valió el grado de Sargento Mayor.

Ayarza era hombre de orden, mesurado, sereno. En este caso defendía la constitución. El no tenía por qué plegarse a los revolucionarios, porque en su alma no estaba ese deseo vehemente de cambiar el curso de la historia. Tampoco estaba al lado del sol que más calienta ; su vida transcurrió en un sentido recto. Si Castilla fué antes su jefe, esta vez no podía someterse a su mandato, porque él veía que se iba contra un gobierno legal. Es por esto que Castilla, que nunca perdonó, lo relegó durante los muchos años de su gobierno.

Ya con el grado de Sargento Mayor ganado exponiedo su vida, hizo la campaña contra Castilla hasta que cayó prisionero en Yauli. Su batallón que era el 9, había hecho un alto para defender la retaguardia del ejército de Echenique en su retirada a Lima y allí fué capturado.
Se dice que el General don Ramón Castilla, ordenó que se abrieran las puertas del Convento de Ocopa para albergar a los prisioneros.

Mas para Ayarza ordenó que le ataran una barra de grillos y que lo remitieran al fuerte de San Ramón, en las Montañas de Chanchamayo, lugar de mayores tormentos. Allí estuvo prisionero durante un año.

Obtenida su libertad, lo encontramos nuevamente al mando de tropa en el ejército del General Vivanco, haciendo la campaña del Norte como segundo jefe del Batallón "Apurimac" en donde tomó parte en algunos combates. Cuando la retirada de ese ejército por los desiertos de Sechura fué designado para cerrar el paso del río Tambo con solamente cien hombres. Ayarza siempre como el soldado que sabe cumplir con su deber, con valor y decisión, detuvo las columnas del General Castilla que los perseguía.

Luis Guillermo Velarde al publicar una semblanza biográfica de Ayarza en "La Ilustración Americana", en enero de 1891, dice que fué condecorado con la "Cruz del Mérito", por haber prestado importantes servicios en el ejército del General Vivanco y que dicho General creara para premiar los hechos heroicos. Esta condecoración le fué otorgada precisamente por este acto valeroso que salvó al ejército de un desastre ya previsto.

En abril de 1857, cuando se realizaba la guerra civil naval, el Callao había sido blanco del ataque de los buques rebeldes. Ayarza, no propiamente como un revolucionario sino por enemistad con Castilla, toma parte en el asalto del puerto; mas como fracasara, fué perseguido nuevamente, pero supo ponerse a buen recaudo y no caer prisionero y así lo vemos nuevamente incorporarse a las fuerzas del Ejército Restaurador. Por azares de la suerte, Ayarza que era constitucionalista, contempla la resistencia del Callao, que defendía precisamente la Constitución, y este rechazo le valió el título de "Provincia Constitucional", bandera que enarboló, después, Castilla.

Ayarza como siempre leal , marcha a Arequipa en las filas del Ejército Restaurador. Vivanco sabia ya de antemano que la guerra civil estaba perdida para él , pero no quería humillarse ante su rival vencedor. Así llega al sitio de Arequipa y Ayarza toma nuevamente parte en la batalla de Yumina que favoreció a los sitiados, de allí que el pueblo de Arequipa, siempre leal a su caudillo Vivanco, le pusiera el grado de "Mariscal de Yumira", plebiscitariamente.

Posteriormente aparece Ayarza, combatiendo en la toma de Arica y nuevamente en el sitio de Arequipa. En el segundo día del combate, dice que el Batallón "Puyán" pretendía forzar el paso que defendía Ayarza a la cabeza de 50 hombres. Este encuentro tuvo en la trinchera Santa Teresa y allí luchó con tal denuedo, aún saliendo de su parapeto para rechazar a los atacantes. Después del rechazo constató antes de retirarse que habían quedado 43 de sus hombres, muertos o heridos en el campo.

Una vez sofocada la revolución de Vivanco y que su caudillo fugara nuevamente a Chile, Ayarza fué perseguido por Castilla y confinado en Huancavelica donde posteriormente lo encontramos de Comandante de la Gendarmería del Departamento.

En Huancavelica era por ese tiempo Prefecto del Departamento el Coronel Bustamante y con él se insubordinó el Jefe de un batallón que marchaba a Ayacucho . Es allí que Ayarza ponę nuevamente de manifiesto su lealtad, sirviendo con entereza al Gobierno. A la cabeza de sus gendarmes se dirigió al lugar donde estaban los amotinados y tomó al Jefe del Batallón y luego se impuso al amotinamiento de los gendarmes que pugnaban por libertar a su jefe intentando forzar la Cárcel. En el ánimo de Castilla esta actitud de Ayarza no era del todo halagador. Lo acogió desfavorablemente y como le tenía tantas prevenciones, lo sometió a un Consejo de Guerra. Una vez realizado el juicio, Ayarza salió absuelto, sin embargo, a pesar de ello, Castilla no lo repuso en su puesto, antes bien lo envió de Instructor a Angaraes. Allí permaneció hasta el año de 1863, año en que fué llamado por el Gobierno del General Pezet y ascendido a la clase de Sargento Mayor efectivo.

En el gobierno de Pezet aparece sirviendo sucesivamente en diversos puestos, siempre con lealtad manifiesta, primero como Jefe del Tercer Batallón de Cazadores, luego como Edecán del Presidente y por fin como Segundo Jefe del Batallón " Moquegua Nº 4"

Cuando la avalancha revolucionaria del 65 derroca al Gobierno del General Pezet, Ayarza pasa a formar parte del cuerpo de "indefinidos". Con este nombre se le conocía a los militares retirados. Se niega a servir en el Gobierno dictatorial de Prado, tampoco aparece en el Gobierno de Balta, dedicándose más bien a la agricultura. En la agricultura demostró capacidad de trabajo de campo y pudo hacer fortuna, dedicándose por algún tiempo a la vida campestre "lejos del mundanal ruido" del que nos hablara el poeta; pero su espíritu inquieto no había nacido para la tranquilidad del campo sino para la acción, su vida estaba ligada irremediablemente al cuartel. Es así cuando la fuerza reaccionaria de la nación se lanza contra el despotismo militar, el año de 1872, vuelve nuevamente a la vida azarosa de la milicia.

Cuando los acontecimientos del 26 de julio de 1872, debido al golpe de estado de los hermanos Gutiérrez se dice que tuvo a Tomás Gutiérrez como prisionero dícese que éste como Ministro de Guerra contribuyó directa o indirectamente a la victoria pardista en el Congreso con el objeto de arrastrar a Balta a un golpe de estado. Pero una vez que la ira del pueblo se desencadenó, Tomás y Marcelino habían fugado en la noche. Marcelino salvó, pero Tomás tuvo menos suerte, acosado por la turba se entregó prisionero, pero le fueron siguiendo y a pesar de haber sido escondido en la Botica de Velarde, fué muerto. Ayarza trató de salvarlo pero no pudo, sin embargo de haberse puesto de acuerdo con el Contralmirante Montero para defenderlo. La ira de un pueblo es como una ola gigantesca que no se puede contrarrestar. Ayarza fué impotente para defenderlo.

En el Gobierno del Dr. Manuel Pardo, Domingo Ayarza fué nombrado Comisario de Chorrillos, habiendo desempeñado su cargo con espíritu progresista. Es así que fué uno de los socios fundadores de la Compañía de Bomberos "Garibaldi" de ese balneario. Y es que Ayarza tenía un afán constructivo, por donde quiera que estuviera. Para él amar al Perú era labrar su grandeza, esa era la mejor manera de amarlo. Los archivos de la Bomba "Garibaldi", sin embargo no pueden darnos mayores datos, porque fueron quemados durante los días que sucedieron a la batalla de San Juan y Miraflores, en la guerra del 79.

Es por el año de 1872 que asciende al grado de Coronel y es con este grado que lo encontramos de viaje a Chanchamayo, poco después, como jefe de una expedición.

En la plazuela del Cercado de Lima, hay una pila que hasta hace poco llevara una placa que recordaba la memoria del Coronel Ayarza, como su autor. Sin embargo, nada concreto ha llegado hasta nosotros sobre el papel que desempeñara para llevar a cabo esta obra. Ahora la pila existe, más la placa no.

El Coronel Domingo Ayarza: Explorador y Colonizador.
En el Gobierno de Pardo, y deseando este mandatario enviar una expedición a las montañas de Chanchamayo a fin de establecer las colonias y vías de comunicación con estas riquísimas regiones del Perú, y conocedor de la capacidad, lealtad y espíritu de empresa del Coronel Ayarza, le encomendó el mando de una expedición. Pero esta expedición tenía que ir a regiones inhóspitas e inexploradas, a la margen izquierda del Perené y en donde otras expediciones habían fracasado.

Dejemos la descripción de esta etapa de la vida de Ayarza a la magistral pluma de Luis Carranza, el eminente escritor y dilecto hijo de Ayacucho y gran pioner del diario "El Comercio".

"La montaña de Chanchamayo había sido reconquistada a la barbarie por el Dr. Mariano E. Rivero como Prefecto de Junín, en el primer período de Castilla. Desde entonces se había formado en el hermoso valle que cierran los ríos de Oxabamba y Tulumayo, magníficos cañaverales, siempre expuesto a las irrupciones de las tribus salvajes del otro lado de estos ríos. La pequeña fortaleza de San Ramón, levantada en la misma confluencia de aquellos caudalosos tributarios del Perené, no era bastante para poner a los moradores del valle, al abrigo de los ataques de tan belicosas tribus". "La zona que se extendía más allá de aquel fuerte en la magnifica vega del Perené, era de las más fértiles y hermosas que podían ofrecer a las miradas, nuestras regiones orientales".

"En vano se había intentado durante el gobierno del Coronel Balta, reducir esas poblaciones salvajes por la fuerza. La expedición del Coronel Pereyra al frente de 300 hombres había fracasado, haciendo más osadas a las tribus del Oxabamba".

"Despejar aquellas regiones entregando las márgenes del Perené a la civilización, fué la misión que se le encomendó a Ayarza entonces. El General Cáceres, simple Comandante a la sazón, del Batallón Zepita, recibió orden de marchar con sus fuerzas al valle de Chanchamayo, para expedicionar, bajo la dirección del Coronel Ayarza, sobre la vega del Perené”.

"Atravezar el rio de Oxabamba para penetrar en la zona izquierda del Perené y luego pasar este rio para dominar las tribus del Tulumayo, fueron las primeras y más serias dificultades que la expedición tuvo
que vencer". "El Perené es allí de tan considerable caudal y son tan fuertes sus corrientes, que hasta entonces todos los que habían intentado surcarlo por balsas, habían perecido". "Recientes naufragios de atrevidos exploradores, americanos y europeos tenían aun impresionados a los habitantes de Chanchamayo".

"Ayarza pasó por un puente provisionalmente construído sobre el Oxabamba, con dos compañías del Batallón Zepita; y luego que dominó por este movimiento las tribus de esa zona, intentó pasar el Perené en balsas; más los oficiales y el comandante de aquellas fuerzas, que era el tercer Jefe del Zepita, observaron a Ayarza lo arriesgado de la empresa, mucho más, cuando iba a ejecutarse ya casi entrada la noche y con muchos salvajes apostados en la otra margen para someterlos antes de poder desembarcar".

"Ayarza hizo formar, entonces, las dos compañías y en una corta arenga entusiasta, preguntó quienes se sentían con bastante valor para acompañarlo en esa expedición que iba a emprender sin esperar la mañana siguiente; y para no dar tiempo a vacilaciones, saltó primero a la más próxima balsa con dos vogas; estimulados con el ejemplo, treinta avanzaron de sus filas poniéndose a la cabeza del Capitán Benito Pardo Figueroa, que después alcanzó tan gloriosa muerte en Tarapacá".

"Estos treinta hombres embarcados en cuatro balsas, abordaron la opuesta playa al anochecer, habiendo zozobrado la última balsa con seis soldados, en uno de los remolinos del río".

"Sin pérdida de tiempo, Ayarza penetró con ocho soldados en el bosque y se apoderó de diez chozas abandonadas por los salvajes, donde encontró muchos curiosos utensilios de herrería, lo que hizo que le
diese este nombre a la región conquistada , que desde entonces se llamó "Herrería". "En esta excursión fueron heridos de flecha, dos soldados y el tercer jefe del Zepita".

"Colocó, después, guarniciones en los lugares convenientes para defender la vega del Perené y luego hizo la distribución de tierras, conforme a un Decreto Supremo. Cada oficial tuvo un lote, el resto se dividió entre los inmigrantes italianos que fueron a establecerse en Chanchamayo. Las hermosas haciendas de "San Carlos", "Francia" y "Victoria" se han formado de esos lotes enriqueciendo considerablemente aquel valle".

"Cumplida de la manera expuesta, Ayarza se entregó al cultivo del lote que le dieron, haciendo respetar con su personal prestigio, a la autoridad puesta por el Gobierno, a la que con frecuencia desobedecían los nuevos y turbulentos pobladores".

"En el pueblo de La Merced, fundado por el Sr. J. Cárdenas y por el Sr. Pereira, en las anteriores expediciones y después abandonado, se levantó entonces conforme a un nuevo plano mandado formar por Ayarza. Hoy es el centro de todo el movimiento comercial de Chanchamayo".

Hasta aquí las palabras de Luis Carranza. La audaz hazaña del Coronel Ayarza, Explorador, descrita con sencillez, claridad y elegancia. Una vez más vemos a Ayarza tomar una resolución de trascendental importancia en la misión encomendada por el Gobierno. Se me figura a Pizarro en la Isla del Gallo, hablando a sus castellanos en el momentos más decisivos de su vida, viéndoles pintada la duda en el rostro, traza la raya con su espada y pasa él primero, señalando hacia el Sur: "Por aquí se va al Perú a ser ricos; por allá se va a Panamá ser pobres escoja el que sea buen castellano lo que más bien le estuviere".

Aquí podríamos parodiar no sólo sus palabras sino su actitud. Ayarza viendo que los soldados dudaban por un momento, más aun, con un amargo pesimismo en el alma no se decidía cruzar el río, surge la figura gallarda del Coronel Ayarza, con el optimismo y la entereza de Pizarro, como diciendo: por aquí se va al Perú... desconocido, a arrancar la riqueza de su tierra; el que sea buen peruano, escoja lo mejor. Y luego saltó primero a la balsa. Allí no había como trazar una raya, ella estaba dibujada por las aguas del río, como un abismo que separa dos mundos: el Perú conocido y el Perú desconocido. Y Ayarza triunfó y conquistó a ese Perú desconocido. Cultivó sus tierras y arrancó el fruto de ella. Entregado en las labores agrícolas Ayarza, sigue siendo el soldado al servicio de la Patria; pero esta vez en forma distinta, es el soldado del trabajo, para la grandeza económica de la Patria. Allí le sorprende los acontecimientos de la guerra del 79, cuando con su trabajo asiduo y honrado había formado dos haciendas "Herrería" y "Santo Domingo".

Ayarza: el Héroe.
Cuando estalló la guerra con Chile, Ayarza fué llamado al servicio activo por el Gobierno Dictatorial, siendo nombrado Jefe de Detall de la Primera División del Ejército del Norte y quince días antes del combate de San Juan, se hizo cargo de la Comandancia General de la Primera División, del Cuarto Cuerpo del Ejército que mandaba el General Cáceres.

Desde Chorrillos comienza una cadena de cerros que termina en el cerro de Santa Teresa, próximo a Villa. De allí se encadenan los cerros de San Juan, siguiendo un declive irregular hacia Monterrico, formando en la zona de Villa dos cadenas: una en este lugar y otra a la izquierda. Este es el escenario de la batalla de San Juan, donde peleó Ayarza.

Tres cuerpos de ejército cubrían una extensa zona de doce kilómetros para la defensa de la Capital. El primer ejército al mando del General Iglesias, estaban encargados de la defensa de la zona de Chorrillos; el Cuarto cuerpo al mando del General Cáceres, cerraba la garganta de los cerros; a su izquierda, apoyando, se hallaba el Tercer Cuerpo que cubría la línea de Monterrico; el Segundo Cuerpo servía de reserva.

Cuando el Ejército chileno rompió los fuegos, concentró su acción sobre el centro mismo de nuestras defensas. Defender esta zona con éxito era, pues, imposible. La garganta de Villa no era infranqueable para el enemigo. Y precisamente, al Ejército del General Cáceres le había tocado su defensa, vale decir a Ayarza. La izquierda del Ejército del General Iglesias, cerraba la defensa por el otro lado. Los dos cuerpos fueron los que recibieron el impacto del fuego enemigo. Este último estuvo al mando del Coronel Arguedas, que murió también en la acción al frente de sus columnas, heroicamente. Las fuerzas chilenas del General Lynch, acometieron con tal violencia que en pocos segundos destrozaron las fuerzas defensoras, que pocos momentos después caía Ayarza herido mortalmente en un hombro, y en su afán de restablecer la línea de combate trataba todavía de ponerse a la cabeza de dos compañías del Batallón "Lima", luchando desesperadamente por rechazar al enemigo y defender con denuedo el morro de Santa Teresa, al que ya dominaban los enemigos. Pero es en vano, ya sólo frente a una guerrilla cuando el ejército ha sido destrozado, dos balas enemigas disparadas a boca de jarro ponen fin a su existencia. Murió heroicamente defendiendo a la Patria y legando un gran ejemplo a las generaciones futuras.

Días antes de la batalla, Ayarza había visto con una gran intuición de que la batalla estaba perdida, según sus palabras "él no abrigaba ni la más remota esperanza de nuestro triunfo, por que no teníamos ejército, sino una muchedumbre uniformada". Efectivamente, fué así, uniformados, con el sentimiento patriótico y con la fe en el Perú y nada más. Lo demás sabemos por la historia.

Ayarza amó entrañablemente al Perú, ya lo he dicho, y fué a ofrecer su vida en holocausto a la Patria. Con qué alegría habría ofrendado su existencia. "Perderemos la batalla", había dicho, pero añadía: "pero tengo el consuelo de que no sobreviviré a nuestra derrota".

En el campo de batalla de San Juan, resonaban todavía los tiroteos de ambos bandos enemigos; era la hora del crepúsculo en que el sol caía lentamente en el ocaso, las 6 y media más o menos, y a esa hora también se extinguía la vida heroica de Domingo Ayarza. Murió como un valiente, después que había "quemado hasta el último cartucho" de su revólver, herido en el hombro, sacó su espada para matar a un enemigo atacante, y dos balazos disparados a quema de ropa ponen fin a su existencia. Junto con el pálido reflejo de los últimos rayos del sol se extinguió también la vida admirable de este parinacochano y patriota eminente, ingresando a la Inmortalidad, coronado por el Heroísmo y en brazos de la Gloria.

Colofón.
Postreros homenajes ha recibido el héroe parinacochano, esporádicamente, dejados como hitos lejanos. Así el puente antiguo de "Huakkramayo" se llama Puente Ayarza. El año de 1941, en el Cincuentenario de Coracora como Capital de Provincia, estando de Alcalde del Concejo Provincial de Parinacochas, don Carlos E. Geldres, el pueblo, para honrar su memoria le erigió un busto, que ostenta con orgullo en el Parque Libertad.

Un Club Deportivo, de bien ganado prestigio, lleva su nombre y con ocasión de celebrar el aniversario de su fundación, el 2 de febrero de cada año, le coloca una corona de flores exaltando su memoria con discursos llenos de fervor patriótico.

Durante el Gobierno del Sr. Augusto B. Leguía, posiblemente en el Senado, se pidió que el nombre de la provincia de Parinacochas se cambiara por la de Ayarza; pero memoriales suscritos en Parinacochas oponiéndose a dicho cambio impidieron esta propuesta. La tradición pudo más que la admiración.

En esa misma época se dió una partida de S/. 5,000.00 para erigir un busto en la Plaza de Armas de Coracora, pero quedó en proyecto, pese a que las Cámaras aprobaron el pedido. Siguió la suerte de esta clase de pedidos, que van a dormir el sueño del justo y como son proyectos, en proyectos se quedan.

Ahora que ya está determinada la fecha de su nacimiento -4 de agosto- con ocasión de las Fiestas del 5 de agosto, tienen los jóvenes ayarcistas para aumentar un número en las festividades de la Virgen de las Nieves recordando al héroe parinacochano, en el día de su nacimiento.

Los vacíos que todavía existen en esta semblanza biográfica, seguiré llenando con una investigación ininterrumpida. De la misma manera, trataré de establecer la verdad sobre las gestiones del cambio de nombre de la provincia hurgando los estantes de las bibliotecas.

Dejo también constancia, de los valiosos datos suministrados por la señora Amparo Ayarza de Gálvez, esposa del admirado poeta y que fué Vice- presidente del Perú en el Gobierno del Dr. José Luis Bustamante, Dr. José Gálvez; y del Coronel Leonardo Ayarza muerto últimamente, ambos nietos del héroe parinacochano.


Bibliografía.
"El Comercio" de Lima.- Artículos publicados el 16 de enero de 1884.
"El Comercio" de Lima, Artículo publicado por Luis Carranza, el 5 de agosto de 1885.
"Los Grandes del Perú". Índice Heroico, por J. Armando Guimet.
"La Ilustración Americana" , artículo publicado por Luis Guillermo Velarde, el 15 de enero de 1891.- Año I.- Nº 14.- Págs. 159-160.
Ilustración de Evaristo San Cristóbal.
"Historia de la República del Perú", por Jorge Basadre.


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Centro de Colaboración Pedagógica Provincial del Magisterio Primario de la Provincia de Parinacochas. "Monografía de la Provincia de Parinacochas" Tomo I. Lima, 1950

Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. Parece bastante razonable que el coronel Ayarza, con una vida de experiencia castrense a la espalda, evaluara negativamente la capacidad combativa de lo que llamó "muchedumbre uniformada", en vísperas de las batallas a las puertas de Lima. Aun así, no dudó en guiar a sus tropas al combate, intuyendo que su patriotismo le costaría la vida. Un héroe, como bien lo califican sus biógrafos.
    Lo que nunca ha sido explicado en la historia, es por qué Perú no había disciplinado ni instruido a esa "muchedumbre" oportunamente, habiendo contado con dos años para ello. Perú luchó siempre en su casa durante esa guerra, en terreno conocido y teniendo los recursos humanos a la mano.
    Tampoco se entiende por qué esa "muchedumbre uniformada" fue, para desconcierto de los historiadores militares, fraccionada en dos grupos, dejando a uno de ellos en la línea de Miraflores. El manual del cortapalos indica la necesidad de - ya perdida la oportunidad de impedir su desembarco en Chilca y Curayaco, para ocupar el valle de Lurín - concentrar todas las fuerzas para parar al enemigo en la línea Santa Teresa-San Juan. A toda costa.
    Una gran batalla allí, aceptando como premisa una derrota del EP, pero con pérdida del 25 o 30% de las fuerzas atacantes, hubiera cambiado quizás la forma de ver las cosas. Y eventualmente dando espacio para negociaciones sobre otro pie.

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  2. También tiene descendencia en la ciudad de Huancavelica.

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