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23 de diciembre de 2021

Gregorio Prada

José Gregorio Prada
Gregorio Prada

Cuando llegamos á Herbay Alto, todos se hallaban descansando de una penosa jornada de quince leguas: los soldados tendidos, sudorosos habían invadido los corredores de la casa, y el reducido Estado Mayor que acompañaba al Caudillo Demócrata, nos recibió en los salones de la familia de Pérez, con muestras de júbilo y de vivo interés. 

Desde el Delegado Nacional, título que correspondía D. Nicolás de Piérola, todos me interrogaban sobre los últimos acontecimientos de Lima; y entre los que acompañaban á este me sorprendió un hombre completamente desconocido para mí: era alto, como un soldado español; de facciones rudas, vestido con un saco corto de paño gris y unos pantalones anchos de dril crudo; llevaba una carabina colgada en el hombro con una correa y unas botas negras toscamente anchas. 

¿Quién es, pregunté á uno que familiarmente me conversaba? Es el Comandante Gregorio Prada y Santana. Ayudante de Campo del Delegado Nacional. El recibió la peligrosa embarcación, con la trinidad de valientes tripulantes en la bahía de Puerto Caballas, y les guió por el sendero de setenta leguas entre la expiación de los formidables enemigos. 

Desde joven, cuando contaba pocos años, supo defender á su patria contra los chilenos y cuentan que después del combate enérgico de Pisagua, se enroló en las filas que comandaba el General Buendía, y este Jefe le encomendó una peligrosa misión que Prada cumplió con toda la valentía que caracteriza una inocencia de 15 años. 

Cuando la revolución encabezada por el Caudillo de la Breña, Prada había sido ayudante del Dr. Solar  y en la toma de Lima de 1885, cayó herido en los muros del puente Balta.
 
Después de haber sido jefe de la Guarnición de Loreto abandonó la carrera militar y se retiró á Iquique, luego pasó á Bolivia y la Argentina, hasta que vino á ayudar á su buen padre, en trabajos de la Hacienda de Coyundo y Puerto Caballas. 

Prada nos acompañó en las jornadas de Cañete, Mala, Cieneguilla, Sisicaya, Cocachacra; y estando en Matucana, un día amaneció vestido de paisano, y sin la ancha pera que tanta gallardía le daba. Partía en comisión; sereno, cariñoso y con la fe del prudente. Tomó el tren para Purguay y no le vi más...
 
Dicen que llegó tranquilamente á Lima, siguió al Callao, y luego vestido de marinero se embarcó en uno de los vapores que hacen la carrera para Valparaíso. Cuando los espías del Gobierno de Cáceres, olfatearon las camarillas del vapor, se encontraba refregando una olla en la cocina. 

Llegó á Chile y violando las órdenes de las autoridades, compró, ayudado eficazmente por el General Juan Martín Echenique, municiones de diferentes sistemas que empaquetadas en latas de kerosene fueron llevadas á Valparaíso donde el expresado General, le facilitó una pequeña balandra en la que se embarcó en compañía del Coronel Nikles, y otros Subalternos.
 
La balandra tomó altura y cierto día, cuando hicieron rumbo á la costa, divisaron las flotas del tirano que expiaban las playas de Cerro Azul: Prada no trepidó y burlando la vigilancia hizo rumbo al Norte y con gran sorpresa, ancló en las aguas de Huacho, puso en tierra las municiones atravesó con sus cargas todos nuestros campamentos, cumpliendo las órdenes impartidas por el Delegado Nacional, y en principios del mes de Marzo del año último llegó victorioso á Cieneguilla donde todos le abrazamos y donde fué ascendido á la clase de Coronel. 

El 17 de Marzo de 1895, salvó como un héroe en la famosa hecatombe de Cocharcas; y a los albores del siguiente día, el incalificable comportamiento de un soldado, arrancó la vida á quien bien merecía, en el banquete suntuoso de la Victoria, la primera copa del brindis y la primera corona de laurel. 

F. L.
Lima, 1896.


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"La Neblina" quincenario de artes y letras, Lima, 20 de marzo de 1896.

Saludos
Jonatan Saona

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