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19 de septiembre de 2021

Cornelio Saavedra

Cornelio Saavedra
General de División Cornelio Saavedra Rodríguez

Nació en Santiago en 1821. Fueron sus padres D. Manuel Saavedra (hijo del prócer de la independencia argentina D. Cornelio Saavedra) y doña Josefa Rodríguez Salcedo. 

Fue nombrado cadete de la Academia Militar el 3 de diciembre de 1836 y egresó con el grado de Subteniente de infantería en octubre de 1837. Pasó destinado al Batallón Chillán y en sus filas ascendió a Teniente en mayo de 1838. En enero de 1840 quedó agregado al Estado Mayor de Plaza y en marzo del mismo año, al Batallón Portales. En julio de 1841 fue designado ayudante del mismo Batallón; en diciembre de 1843 pasó en comisión a la Academia Militar y en febrero de 1845 fue destinado a la Asamblea de Concepción. Luego de un año, volvió a la Academia Militar como Capitán Ayudante.

Ascendió a Sargento Mayor en enero de 1847 y abandonó las tilas del Ejército en junio de 1849, por razones de salud. Se hizo industrial y la Guerra Civil de 1851 lo encontró en Concepción, como gerente de la casa Alemparte y Cía. Los compromisos de esta familia los hizo suyos y aceptó con ánimo resuelto participar en la revolución a que se le invitaba, a fin de combatir la candidatura presidencial de D. Manuel Montt y sostener —en cambio— la del General José María de la Cruz. Tomó el mando del Batallón Guías, que se había formado con lo más selecto de la juventud de la provincia. En la Batalla de Loncomílla, la unidad se mantuvo en la línea de fuego por más de cuatro horas, sin que su Comandante perdiera en ningún momento la serenidad. Para formarse un juicio sobre la magnitud de la tarea encomendada al Batallón Guías, baste saber que de 620 plazas con que inició la batalla, sólo pudieron formar al día siguiente 180. Allí, Saavedra se mostró siempre sereno, impasible, sin avanzar ni retroceder en cumplimiento del deber y la consigna. La Batalla de Loncomilla lo reveló soldado de altas dotes, como la ocupación de la Araucanía lo haría de manifestar más tarde hombre de Estado de raras cualidades, en que la sagacidad y talento de estadista sobrepondríase al imperio de la espada.

En diciembre de 1857 fue designado Intendente y Comandante General de Armas de Arauco. En el carácter de tal se le encomendó atender a la seguridad del orden público y sofocar los movimientos revolucionarios que estalla­ron a comienzos de 1859. Para tal objeto el Gobierno puso bajo sus órdenes las tropas del Ejército y de la Guardia Nacional de las provincias de Concepción y Arauco. Al frente de una división se incorporó a las fuerzas que dependían a la provincia de Ñuble y participó en la Batalla de Maipón. El parte oficial expresaba al respecto: — “No cumpliría con mi deber si no recomendara a los jefes y oficiales que tomaron parte en esta jornada y cuya decisión, denuedo y entusiasmo fueron constantes en todos los momentos difíciles de la refriega. Debo mencionar especialmente al inteligente y denodado intendente de Arauco don Cornelio Saavedra”.

Quedó reincorporado en las filas del Ejército en abril del mismo año, con el grado de Sargento Mayor efectivo y fue ascendido al grado de Teniente Coronel, en junio del mismo.

Fue en esa época cuando el Comandante Saavedra, después de haber comprobado en muchas oportunidades la barbarie de los araucanos, el trato indigno que se le daba a éstos y el no aprovechamiento de miles de ricas hectáreas de la Araucanía, que eran tierras aptas para la agricultura y ganadería, le propuso al Presidente de la República Don Manuel Montt un plan de conquista y pacificación de ese importante territorio que, en síntesis, consistía en:

1° Avanzar la línea de la Frontera desde el río Bío-Bío al Malleco, a fin de que los colonos quedaran detrás de los fuertes y no delante de ellos como estaban ocurriendo,
2° La subdivisión y venta de los terrenos del Estado, comprendidos entre los ríos Bío-Bío y Malleco, a fin de que los pobladores civilizados dominaran a los araucanos que permanecieran en esa zona; además, ayudarían a contener las incursiones de las tribus provenientes del sur de este último río y la cordillera.
3° La colonización de los suelos más adecuados para ello, por su calidad y fácil defensa, con elementos nacionales y extranjeros.

El Presidente Manuel Montt aceptó el plan. El Comandante Saavedra, que estaba en Valparaíso, se habría trasladado de inmediato a ejecutarlo de no mediar un incidente: en un motín callejero, fue asesinado en ese puerto el General Juan Vidaurre-Leal; entonces, el Gobierno encomendó a Saavedra que asumiera, en su reemplazo, el mando de esa plaza y así hubo de permanecer en Valparaíso dos años, pudiendo sólo en octubre de 1861 dirigirse a la Araucanía a poner en ejecución su plan de dominio y colonización.

En este período de su vida, entre los años 1860 y 1872, el Comandante Saavedra fue elegido Diputado por los Departamentos de Nacimiento, San Carlos, Carelmapu y Linares. El no era un político ni tenía aptitudes de orador, pero entendía como ninguno la cuestión araucana y exponía sus ideas con claridad. Se hacía escuchar y lograba convencer al auditorio. Sin perjuicio de su calidad de Diputado, en 1867 se le nombró Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones en el territorio araucano y encargado de su pacificación.

Recién iniciada su ímproba labor colonizadora surgieron intrigas y recelos en las esferas del Gobierno y el Parlamento, impugnando la labor del Ejército en la zona araucana, lo que retrasó las operaciones por iniciarse durante años, al no destinarse los recursos económicos suficientes y las tropas para realizarla. Pero el tesón del Comandante Saavedra se impuso al fin, se salvaron las dificultades y el avance de la Frontera se trasladó lenta y prudentemente desde el Bío-Bío al río Malleco; además se reconoció la región costera de ese territorio y por tierra, remontando los ríos, se avanzó hacia el interior del territorio, fundando nuevos fuertes y poblaciones, al tiempo que se ganaba la voluntad de muchos indígenas; algunos de ellos cooperaron con las tropas, pero hubo tribus rebeldes que no aceptaron la intromisión de los colonizadores y se resistieron, continuando los asaltos a los fuertes recién fundados y el saqueo a las haciendas.

Consolidada la nueva Frontera en los márgenes del río Malleco y probado el éxito del plan colonizador del Comandante Saavedra, en marzo de 1868 se le comisionó para seguir avanzando la Frontera, esta vez hasta la ribera del río Toltén, lo que se logró con no pocos sacrificios y penurias en 1870, llegándose hasta Lumaco, uno de los bastiones más rebeldes de los indígenas; en esta forma, se incorporó a la soberanía de Chile las provincias de Malleco y Cautín. El propósito era llegar hasta Villarrica, que era el reducto más resistente y lejano de la Araucanía.

En 1868 ascendió a Coronel y continuó con su misión pacificadora y de colonización, pese a la fuerte resistencia que le oponían muchas tribus, con las que se libraron sangrientos combates. Mientras tanto, en Santiago, nuevamente los políticos impugnaron la labor patriótica del Ejército, razón por la cual el Coronel Saavedra presentó la renuncia a su cargo de Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones en la Araucanía. Por esta lamentable e injusta incomprensión, la labor pacificadora se vio otra vez detenida durante siete años (1871-1878).

En julio de 1880 ascendió a General de Brigada. Años después, la guerra declarada contra Perú y Bolivia obligó a postergar nuevamente las actividades en la zona sur, para atender de preferencia lo concerniente a las operaciones bélicas. Se retiraron muchas tropas de aquella región, circunstancia que aprovecharon los araucanos y pehuenches para reiniciar sus depredaciones contra los desguarnecidos fuertes.

Por Decreto Supremo del 15 de agosto de 1878 fue nombrado Ministro de Guerra y Marina, cargo que desempeñó hasta el 17 de abril de 1879, fecha en que renunció al cargo. En ese corto período le tocó trasladarse a Antofagasta y disponer la ocupación de Calama, la línea del río Loa, además de ocupar militarmente los puertos de Cobija y Tocopilla (21 y 23 de marzo de 1879).

Poco tiempo después, el 26 de junio de ese mismo año, se le designó Comandante en Jefe del Ejército Central de la Reserva, misión que desempeñó hasta el 22 de septiembre del mismo año.

En las Batallas de Chorrillos y Miraflores (13 de enero de 1881) estuvo junto al Comandante en Jefe del Ejército en Campaña, General Manuel Baquedano y después de la última de ellas se le confió el mando de una División de 2.500 hombres, con la que tomó posesión de Lima, el 17 de enero. A continuación, desempeñó el cargo de jefe político de la capital peruana hasta el 17 de marzo de 1881, fecha en que regresó a Chile, En junio de ese mismo año fue ascendido a General de División.

A causa de una enfermedad que tuvo origen en las campañas de Arauco, se mantuvo recluido en su hogar después de su regreso del Perú.

El año 1885 fue elegido Senador por Ñuble y su labor, durante varios años, en el Congreso fue siempre positiva gracias a sus relevantes condiciones de ecuanimidad y ponderación, lo que le valió el respeto de los demás congresales y la admiración de sus conciudadanos.

Falleció en Santiago el 7 de abril de 1891, a la edad de 70 años.
“Su conducta fue siempre de absoluta abnegación y del más intenso patriotismo. Sus hazañas podrían vaciarse en volúmenes. Es una figura gigantesca que comprende toda la epopeya araucana y parte principal de la del Pacífico”.


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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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