Bahía de Antofagasta |
Parte Oficial de Ignacio Gana
Comandancia del Transporte «Rímac».
Valparaíso, Mayo 29 de 1879.
Tengo el honor de poner en conocimiento de V. S. la llegada a este puerto del vapor Rímac sin novedad, procedente de Antofagasta en tres días.
Zarpó el Rímac de este puerto en convoi con el Itata el 20 del actual, a las 9.25 A. M., conduciendo entre ambos el rejimiento Santiago i los batallones Valparaíso, Naval i Chacabuco, las ambulancias i algunos oficiales pertenecientes a otros cuerpos.
Durante el trayecto no ocurrió nada de notable, sino la separación del convoi en la noche primera, a cansa de la fuerte lluvia que impedía ver las luces.
Fondeó el Rímac en Antofagasta a las 9.25 P. M. del día 22, donde se hallaba el Itata desde cinco horas antes.
Aproveché la visita del capitán de puerto para ponerme a las órdenes del señor jeneral en jefe del ejército del Norte.
Los señores oficiales i tropa de trasporte fueron debidamente asistidos en el Rímac.
Esa noche tuve noticias de la salida de la escuadra enemiga para el Sur, e invité con tal motivo al señor comandante del Itata para hacernos a la mar, a fin. de no esponer en el fondeadero el valioso continjente de fuerzas que llevábamos, cuya salida efectuamos momentos después.
En la mañana del 23 se empezó el desembarco de la división, el que no alcanzó a terminarse en todo el día a causa de la braveza de mar.
En la noche volvimos con el señor comandante del Itata a tomar la misma precaución, de pernoctar fuera del fondeadero.
Al siguiente día se concluyó el desembarco de la fuerza i la mayor parte del material anexo, volviendo en la noche a ejecutar el mismo crucero.
Pero el Itata recibió orden de dirijirse a Tocopilla.
El 25 a las 9 A. M. zarpé, de orden del señor jeneral en jefe, para Mejillones, en busca de la goleta Covadonga, a la que hallé navegando lentamente 12 millas al Sur de dicho puerto. Ofrecí remolcarla a Antofagasta o a Caldera, i el comandante lo aceptó hasta el primero, en cuyo fondeadero la dejé a las 5 P. M.
Este viaje lo hicimos en unión con el vapor Amazonas, que iba al mismo puerto, siendo visitado en Mejillones por el Huáscar, el cual estrajo el alambre telegráfico que llevaba de este puerto, algunos bueyes i destruyó varias lanchas.
A mi entrada a Antofagasta con la Covadonga se nos reunió el Itata, i el señor comandante Rondizzoni me notició haber avistado el Huáscar al Norte de Mejillones i que fué perseguido por él, desviando su rumbo a ese puerto tan luego como percibió al Amazonas, circunstancias que favoreció mi regreso con la Covadonga a remolque.
En la noche se dio orden por el señor jeneral en jefe de salir todos los trasportes a bordear distante del puerto, lo que ejecutamos sin las luces de reglamento. A las 7 A. M. regresé con el Rímac a Antofagasta, practicando antes una descubierta de las costas adyacentes.
La Covadonga fué puesta en el punto llamado Poza, pasada la barra, a 150 metros del muelle, fuera del alcance de fondo de toda agresión por el espolón del Huáscar.
A las 11 A. M. salté a tierra i me dirijí a conferenciar con el señor jeneral en jefe tocante a noticias que se propalaban de haberse recibido un correo de Mejillones para anunciar la salida del Huáscar para Antofagasta i a pedirle órdenes relativas al Rímac.
El señor jeneral en jefe ordenó dirijirme a Caldera o a este puerto, donde pudiese evitar todo contratiempo al buque; me agregó que por ahora no necesitaba los trasportes i que si era prudente esperase para zarpar hasta las 3 P. M. para remitir algunos pliegos.
Con este motivo me dirijí a bordo a esperar la hora antedicha.
La boca del puerto se había puesto brumosa i la mar se levantaba pesada.
A las 12.50 P. M. avisté una embarcación que navegaba a la vela hacia el fondeadero. Comprendí luego que era sospechosa, porque andaba mas rápidamente que lo que podía impulsarla el viento.
No se distinguía chimenea tras de las velas.
Llamé al capitán del vapor señor Siem, quien tuvo la misma opinión. Se mandó elevar la presión de la máquina i levantar el ancla.
La embarcación se dirijía al centro de la bahía como para cortar toda retirada.
A la 1 P. M. dejamos el fondeadero, i después de deliberar con el capitán tomé rumbo al N. O.
Me guié para ello por ofrecer la bahía un punto mas abierto i porque habiendo mar gruesa del S. O. daba de costado sobre la nave enemiga i le dificultaba la certeza de sus punterías.
Al instante de notar el buque contrario la dirección tomada por el Rímac, arrolló el velamen, volteó su obra muerta i enteramente desmantelada, se lanzó a toda fuerza a impedir al Rímac la salida del puerto. Nuestra distancia, por la naturaleza de las líneas que había que recorrer, tenía que estrecharse, i tan luego como vio el Huáscar que estábamos bajo sus fuegos disparó una granada de la torre que estalló cerca de la popa del vapor, e izó a la vez una enorme bandera peruana.
En esos rumbos prosiguieron ambas naves apurando las máquinas hasta las 2.40 P. M.
Durante este intervalo el enemigo no interrumpió sus disparos de granadas de a 300 ni dejó de desarrollar todo el vapor que pudo.
La caza permaneció en equilibrio durante 45 minutos, sin poderle aventajar nada el Rímac, consiguiendo después ganar lentamente mayor distancia, hasta que llegando a tres millas nos hizo el último tiro, cuya granada, pasando a dos metros de altura entre el capitán Siem i el que suscribe, reventó como a quince metros adelante.
He sido prolijo en estos datos para deducir que el Huáscar, por la distancia recorrida en el intervalo de la caza, según el plano, anduvo a razón de once millas largas por hora i que las portas de la torre le permiten elevar sus punterías a 5,400 metros.
También dedujimos con el capitán Siem que la torre estaba franca para moverse, vista las posiciones que tomaba el buque para hacer sus fuegos.
Creo de justicia manifestar a V. S. que a pesar de la condición inerme en que se hallaba el Rímac, para luchar con nave tan poderosa, el espíritu de la tripulación fué sereno i altivo, distinguiéndose especialmente el valiente capitán Siem i el primer injeniero señor Rochefort, quienes tenían la resolución de sucumbir heroicamente antes que poner mano a nuestra bandera para arriarla.
Teniendo informes por conducto de confianza, que los buques de madera del Perú Unión i Pilcomayo estaban destinados para bombardear Coquimbo i la Serena i para apresar nuestros trasportes, determiné regresar a este puerto con escala en Tongoi, mediante lo ordenado por el señor jeneral en jefe del ejército, de poner en seguridad este buque hasta el regreso de la escuadra al Sur, i mui principalmente para que el Supremo Gobierno pueda aprovechar sus servicios.
Dios guarde a V. S.
IGNACIO L. GANA.
Al señor Comandante Jeneral de Marina
*******************
Ahumada Moreno, Pascual. "Guerra del Pacífico, Recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias i demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú i Bolivia". Tomo I, Valparaíso, 1884.
Saludos
Jonatan Saona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario