Damos en seguida los apuntes biográficos que publicó nuestro colega El Comercio, respecto de este dignísimo jefe que falleció el 6 del presente mes.
“El Coronel Arancibia era una de las reliquias mas venerandas del escalafón militar del Perú, por los importantes puestos que desempeñó en su dilatada existencia, como se observa más adelante, y por haber formado parte de esa pléyade de hijos de la América meridional, que vió la primera luz en los albores de este siglo, que se iniciaba con trasformaciones tan radicales en las ideas políticas y sociales, en las cuales se inspiraron, y que merced á su abnegación, valor y patriotismo, adornaron el mapa del mundo con una constelación de jóvenes nacionalidades republicanas.
Era hombre de austeras costumbres, patriota de corazón, entendido en la carrera que abrazó, de trato llano y afable, de finas maneras y modesto, no obstante sus méritos indisputables.
A pesar de su avanzada edad (91 años) , poseía hasta hace poco una salud perfecta como el resultado de su robustez poco común.
Don José Arancibia, Coronel efectivo de Caballería de Ejército, nació en Quillota, y sentó plaza de soldado en el regimiento Granaderos de los Andes el 9 de diciembre de 1820, permaneciendo en tal condición más de tres años; siendo ascendido sucesivamente á sargento 2.° y 1º en los tres años posteriores; de suerte que tardó cerca de siete años para llegar a la clase de Alférez, el 1.° de julio de 1827; en 1829, fué Teniente; en 1833. Ayudante Mayor; 1834, Capitán; en 1835, Sargento Mayor, en 1836, Teniente Coronel y antes de completar los 23 años de servicios, desde su ingreso al Ejército, era Coronel efectivo el 4 de junio de 1843, en cuya clase fallece y en la que ha permanecido 48 años, siendo su edad, el día de su muerte, de 91 años.
El arma en que casi exclusivamente sirvió fué la de caballería, desde soldado á comandante general; pasando del regimiento Granaderos de los Andes, donde sirvió cuatro años y medio, al de Húsares de Junín, donde permaneció cerca de nueve años. Después por poco tiempo estuvo en el escuadrón Cazadores, en la Artillería Volante, en el Guías y en el Coraceros de Salaverry.
Como consecuencia de la guerra nacional de la época, estuvo prisionero en Mojo (Bolivia), de donde se evadió, y atravesando por tierra los desiertos y espesas selvas del interior de Bolivia y Brasil, pasó al Uruguay y Argentina para regresar a Chile.
Vuelto á su patria, prestó servicios en el Escuadrón Húsares de Junín , peleando en la batalla de Yungay como ayudante de campo del General Gamarra y volviendo después al regimiento Coraceros de Lima, en el que permaneció cerca de tres años. Estuvo más tarde emigrado en Bolivia y Chile por diez meses, y á su regreso ſué destinado al 2.° Regimiento de Lanceros y como Comandante General de Caballería.
Luego fué expatriado por el Directorio, para volver poco después al Perú, en donde sucesivamente, y por poco tiempo, fué Edecán del General en Jefe del Ejército constitucional y otra vez Comandante General de Caballería.
Como consecuencia de los arreglos del Desaguadero, quedó sin colocación у fué expatriado.
Posteriormente desempeñó la Jefatura Militar de Moquegua; fué jefe de operaciones sobre Arica, en cuya toma estuvo, quedando como Jefe Político de la plaza, y más tarde como Gobernador de ella, de cuyo puesto fué separado como resultado de los arreglos hechos con el Encargado de Negocios de S.M.B.
Pasó en seguida á ser Jefe de la Asamblea de Caballería de Arequipa.
Durante su dilatada y brillante carrera, estuvo en 1820-21 á órdenes del Protector San Martín é hizo la campaña que éste emprendió sobre el Perú; hizo después la de Intermedios bajo el mando del General Alvarado en 1822-23; en 1824 á órdenes del Libertador Bolívar, con el que hizo también las campañas de Alto Perú, estuvo así mismo en expedición contra los rebeldes de Iquecha; del mismo modo se encontró á órdenes del General La-Mar, en 1828-29, en la campaña contra Colombia, y bajo el comando del General Salaverry, en la de Arequipa en 1835, y se encontró igualmente en la de Yungay en 1839, con el General Gamarra.
Como consecuencia de estas campañas se halló en las siguientes batallas : primer sitio del Callao (1821), la de Torata (1823) la de Moquegua, la de Junín (1824), las que en seguida se dieron contra los lquichanos, la del Portete de Tarqui (1829), las de Uchumayo y Socabaya (1836), y la de Yungay (1839); de suerte que tenía hasta el año de 1846 sobre sus años de servicios los abonos correspondientes á ocho campañas, ó sea cuatro años y á 9 batallas, 9 años, esto es un aumento en su libreta de 13 años.
Obtuvo los diplomas necesarios para el uso de las siguientes medallas: la del Ejército Libertador, la de Junín, la del Busto de Bolívar, la de Buena Vista, concedida por el Consejo de Gobierno, en mayo de 1827: la de Uchumayo, la de Yungay y la de la Restauración, acordada por el Congreso del año 1839.
Entre los otros muchos servicios que prestó, merecen enumerarse: el asalto de las fortalezas del Callao en agosto de 1821: fué como parlamentario á Cuenca, después del desastre del Portete; también vino á Lima como parlamentario en 1839, á fin de obtener la rendición de las fuerzas de la Capital y del Callao consumado el triunfo de Gamarra; sostuvo el bombardeo de Arica contra el buque de guerra inglés Conmorant, el 1° de setiembre de 1844.
En 1852 marchó á la República Argentina en comisión del servicio, á adquirir caballos; en 1857 fué enviado á Europa para atender a la educación de los jóvenes peruanos que allí se hallaban, quedando en tal condición 10 años.
El año 67, á su regreso de Europa, se le encomendó la Dirección de la Penitenciaría de Lima, y después la Prefectura de Moquegua.
En 1870 se embarcó para Bélgica, en donde desempeñó el Consulado General del Perú hasta el año 1876, y á su vuelta fué director interino de la Casa Nacional de Moneda.
Finalmente, y ya á los ochenta años más ó menos, prestó buenos servicios en la última guerra nacional, desempeñando una importante comisión en el Sur de la República y peleando en la batalla de San Francisco."
Para completar las anteriores datos, copiamos á continuación las palabras que el doctor Alfredo Gastón pronunció en el Cementerio General al inhumarse los restos del Coronel Arancibia:
“A los 80 años de edad y en el primer momento en que sonó la campana de alarma, el Coronel Arancibia estuvo presente en el puerto de Iquique, al lado del ejército. Allí soportó todas las penalidades y privaciones del soldado; y con su actitud marcial y su patriótico entusiasmo, á todos alentaba, y su casa donde nos encontrábamos reunidos, el General en Jefe del Ejército y otros oficiales superiores, fué el primer blanco de las bombas enemigas.
Su infatigable patriotismo lo sostuvo para asistir a la acción de San Francisco, y después de ese desastre, se vino por tierra á Lima. ¡Pocos hombres, señores, podrán presentar una página semejante en su historia, á los 80 años de edad!
Y sin embargo, esa reliquia sagrada á quien hemos debido venerar, ha muerto en la pobreza más honrosa para él, pero acusadora para la República; y ha muerto de Coronel después de haber celebrado las bodas de oro de ese grado.”
Últimamente había sido propuesto a la Legislatura que hoy funciona, para el ascenso á General de Brigada.
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Revista "La Ilustración Sud Americana". Lima, 15 de octubre de 1891.
Saludos
Jonatan Saona
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