(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 25 de abril de 1891)
La milicia del Perú cuenta hoy con jefes de conocimiento y pundonor. como Arias, Perea, Galdos, Salcedo y otros muchos cuyos nombres encierran una grata esperanza para la patria. Los más de estos eran subalternos en la guerra del Pacífico, y como tales cumplieron, sus deberes hasta el sacrificio. Nos proponemos dar á conocer algunos jefes de la presente generación, jóvenes todavía pero que llevan sus galones con honor y dignidad. Comenzamos por el primero que nos viene á la mano, sin distinciones i ni preferencias odiosas; por el Coronel graduado D. Pedro José Carrión. nacido en Trujillo el 4 de Julio de 1849, de un matrimonio honrado y que tuvo predilección por este hijo, al que educó con esmero: y luego que cumplió la edad suficiente para soportar la ausencia de los suyos, fué mandado á esta capital, donde ingresó á un instituto particular para completar su instrucción media, y después pasó á la Escuela militar donde hizo sus estudios profesionales para la carrera de su predilección.
Allí permaneció en calidad de Caballero Cadete hasta el año 1864 en que con la clase de subteniente, ingresó al ejército, el día 5 de Enero. La carrera del que hoy es Coronel graduado D. Pedro José Carrión, es pues una de las más limpias: sus grados los ha ganado uno á uno á costa de sacrificios sea en el cuartel, sea en los campos de batalla, donde ha sabido cumplir el deber militar con severidad espartana.
Muchas comisiones honrosas han pedido á Carrión el concurso de su lealtad y sagacidad, y cuando mandaba el batallón Concepción N° 7. hizo lujo no solo de la estrictez disciplinaria, sino de un valor ateniense exponiéndose á lo mas rudo del combate en la batalla de Huamachuco, de donde salió herido, pues al decir de varios subalternos suyos, el Coronel Carrión dijo la víspera del malhadado 10 de Julio. "Ya que somos tan desgraciados, ya que Chile se lleva la palma de la victoria solo, exclusivamente por la superioridad numérica, mañana moriremos.”
Esto ocurría el 9, y al día siguiente caía herido. Apenas restablecido de su herida fué nombrado oficial mayor del Ministerio de Guerra en campaña, donde sirvió hasta la entrada del ejército de kepí rojo en la Capital y el consiguiente restablecimiento de la Constitución que, alcanzó para nuestro país la paz, bajo cuya egida podremos aguardar el renacimiento nacional.
Querríamos trasladar aquí íntegra la foja de servicios del Jefe que nos ocupa, pero siendo limitado el espacio de que disponemos, narraremos someramente los puestos en que ha servido al país. Ha sido Apoderado Fiscal permanente en Lima y siete provincias del territorio, siempre con aplauso del Ministerio de Hacienda, porque sus labores no solo revelan consagración, sino provecho para el erario nacional.
Los puestos delicados de secretario de Prefectura, Subprefecto y Prefecto, los ha desempeñado á satisfacción, el primero en el departamento de Huánuco, el segundo en las provincias de Ayabaca, Chiclayo y Cajamarca, desempeñando interinamente la Prefectura de este último punto. Como Prefecto en propiedad, dejó gratos recuerdos de su administración en Huánuco y Ancachs.
Existe una cualidad que posee el Coronel Carrión y que sobresale á los otros méritos que tiene como soldado. Su amor por la instrucción del pueblo. Este lo llevó en época en que no estaba destinado al banco del profesor, y por algún tiempo enseñó matemáticas puras en el colegio de Jauja; y cuando ha sido Jefe de batallón en épocas de paz. su principal labor se ha reducido á la instrucción del soldado como base de la educación del cuartel y de la utilidad social.
El departamento de Huánuco que conserva imperecedero recuerdo del sagaz y obrero Prefecto Carrión, lo eligió Senador; con la circunstancia digna de notarse, de que fué colegio unipersonal el que lo eligió, y que su calificación en el Congreso fué por unanimidad de votos.
Como Senador ha ocupado su curul dignamente, militando siempre con la divisa de la independencia y la rectitud, siendo liberal de convicción.
Nombrado primer jefe del batallón Tarapacá 5° de línea, y Comandante General de la división, compuesta de los batallones Zepita y Tarapacá, ha recorrido parte de la República dejando por todas partes la huella civilizadora de su tránsito. En Huaráz fabricó el hospital de San Juan de Dios, cuya fotografía hemos publicado en número anterior; Arequipa le debe los grandes terraplenes del Puente Grau, estimados en más de siete mil soles de importe, obra entregada al H. Concejo municipal el 5 de Julio de 1888: los campos de San Juan y Miraflores contarán al Coronel Carrión como al iniciador del osario para recoger los restos mortales de nuestros hermanos en las memorables jornadas del 13 y 15 de Enero del aciago 81. Frescas están en nuestra memoria las escenas tristes que el pueblo de Lima presenció en esos desolados campos, cuando el Coronel Carrión fué con sus soldados á recoger las dispersas osamentas de nuestros hermanos, expuestas á la profanación de los extraños. Podemos decir que ha sido la mano del Coronel Carrión, con los valientes del Tarapacá, la que reunió esas sagradas reliquias para darles sepultura, que á su iniciativa acudió el pueblo de Lima, el Gobierno nacional, y fueron las distintas sociedades que estuvieron debidamente representadas, conduciendo estandartes enlutados.
Toca al modesto jefe de que hablamos la gloria de haber iniciado en el cuartel del Tarapacá el fondo de suscrición voluntaria para el rescate de Tacna y Arica. Instaló una alcancía permanente en el cuartel, y organizó en el Cuzco la Junta colectora de fondos.
Hay algo más, fuera de los servicios que enumeramos, que revela el carácter esencialmente progresista y filantrópico del Coronel Carrión. Durante su permanencia en Arequipa, la casa de Expósitos, y las Escuelas de Instrucción primaria le debieron valiosos donativos de dinero y textos de enseñanza remitidos con profusión. Tenemos á la vista los oficios de agradecimiento, del Alcalde Municipal Dr. Bedoya, del Director de Beneficencia D. Mariano Pío Cornejo, del Presidente de la Comisión de Escuelas de la Hermandad de San José; D. José A. Vivanco y otros, cuyo tenor revela el grado é importancia de aquellos donativos. Si pasamos á ocuparnos del Cuzco y la noble y levantada actitud asumida por el Coronel Carrión en aquel postergado departamento del Perú, abatido bajo la presión de sayones vestidos de sotana, pero inspirados por los más ruines móviles; tendremos que confesar que la permanencia del Coronel Carrión en la Ciudad de los Incas fué benéfica á ese faro salvador que se llama instrucción del pueblo, y que, las sociedades humanitarias como la de Beneficencia, y la Fraternal, le debieron auxilios constantes enviados en nombre del Tarapacá. La sociedad Filantrópico-Literaria, fundada con el noble fin de socorrer la indigencia á costa de representaciones teatrales que á la vez ilustran el espíritu, debió la positiva cooperación del digno jefe Carrión en distintas ocasiones. Tenemos presente uno de los últimos oficios del Presidente de esa sociedad, fechado el 17 de Setiembre de 1889, en que acusa recibo de 138 soles 60 c., cuarta parte de los productos de una función organizada por Carrión á beneficio de las enunciadas instituciones. No es menos importante el oficio del H. Concejo Provincial del Cuzco, que lleva fecha 18 de Marzo de 1890, acusando recibo de máquinas de coser obsequiadas por el Coronel Carrión, con destino á las viudas y huérfanas de los cuzqueños muertos en la última guerra con Chile.
Después de repasados todos los documentos que hemos mencionado, no sorprende el que en el Cuzco sea tan popular y tan querido ese jefe modelo, formado en la escuela del deber y la honradez acrisolada, de donde salen los hombres útiles á su patria. El Coronel Carrión debe conservar como trofeo de victoria obtenida en los pacíficos campos del progreso de un pueblo, una valiosa tarjeta de oro, que el Cuzco le entregó por mano de su Alcalde Municipal, el día que partía de aquel suelo sembrado de acciones nobles que producen eterna gratitud.
Todavía es muy joven el Coronel Carrión; encierra como hemos dicho, una esperanza para la patria, y los laureles del árbol de la gloria rodearán, tal vez mañana, la frente del soldado que por el hiende la República y el sostenimiento de nuestras instituciones, no ha omitido hasta el presente ningún sacrificio, y cuyos honrosos antecedentes nos hacen esperar que será el sostenedor de la paz interna de la cual lo espera todo la República.
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Texto e imagen publicados en el semanario "El Perú Ilustrado" núm. 207, Lima, 25 de abril de 1891.
Saludos
Jonatan Saona
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