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24 de abril de 2020

Francisco M. Fernández

Francisco Mariano Fernández
Francisco Mariano Fernández
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 16 de mayo de 1891) 

Frescas están en la memoria de los lectores las impresiones recibidas el día siete del presente mes, en que una multitud compuesta de lo más selecto de la sociedad limeña, conducía á su última morada un ataúd, cubierto de flores, rociadas con las lágrimas del deudo, del amigo, del compañero, del desvalido en fin, y en que, con la voz casi anudada en la garganta dábamos el postrer adiós al que fué Dr. D. Francisco Mariano Fernández, que nació en Lima, el 24 de Julio de 1841, y terminó el penoso viaje de la vida el 5 de Mayo de 1891.

Su retrato es el que exorna hoy nuestra página 2089 y, el recuerdo de los méritos que contrajo con la sociedad durante su peregrinación de cincuenta años próximos á cumplirse, es el que nos guía para trazar estos renglones, modesto tributo de cariño póstumo á quien supo tomar las labores intelectuales no solo como lucro de profesión, sino como gloria nacional.

El doctor Fernández antes de pasar al convictorio carolino donde concluyó instrucción media, hizo sus estudios en el colegio de Noel.

La Jurisprudencia, esa vasta ciencia del Derecho, donde el talento campea como la cristalina corriente que se desliza en el mullido césped, atrajo la atención y la preferencia de Fernández, y no tardó en embeberse en el estudio trascendental alcanzando victoria tras victoria, hasta ganar la insignia de abogado, lucidamente optada el 7 de Diciembre de 1862.

El año 1871, se trataba de un asunto de suma importancia para el país, nada menos que de la consignación de huano en la Gran Bretaña, y Fernández fué llamado como abogado consultor de la Compañía Consignataria, marchando como tal á Europa.

Desde 1871 al 76 fué catedrático de Códigos Penales, y después de Práctica forense en materia criminal, en la Universidad de San Marcos, fué miembro del Concejo Provincial de Lima, durante la administración del General Prado, adjunto al Fiscal del Tribunal de Responsabilidad, en los años 77 y 78 y asesor del Tribunal del Consulado.

Durante la guerra con Chile, organizó un batallón para la defensa de la capital, el mismo que formó en la línea de San Juan, bajo el número 69.

Después de nuestros desastres y la vergonzosa huida del Dictador, Piérola, Fernández fué atacado de una grave enfermedad y en tal situación le designó el enemigo el cupo de dos mil soles de plata con el premeditado intento de arrebatarle la rica biblioteca que poseía, considerada entre los abogados de Lima como la más completa. Instalado en la capital el gobierno del señor General Iglesias, Fernández asistió á la Asamblea como diputado por el Cerro de Pasco y fue del diminuto número de los que negaron su voto al tratado de paz, y reunida la Asamblea en Marzo del 82, Fernández fué el autor de una patriótica proposición para unificar el país, é inició la reforma de los Códigos, obra á la que le consagraba todo el entusiasmo de su inteligencia vigorosa, en los días en que le ha sorprendido la muerte.

Restaurada la paz interna, é instalado el gobierno del señor General Cáceres, el doctor Fernández fué llamado á la comisión consultiva del ramo de Justicia.

La humanitaria é importantísima compañía de bomberos Salvadora Lima N°1, cuenta al doctor Fernández como fundador y á su muerte era Comandante de ella.

Instalada en el Perú, la Real Academia de Legislación y Jurisprudencia correspondiente de la española, el doctor Fernández ingresó á ella como fundador y uno de sus miembros más ilustrados y laboriosos.

Tal ha sido, trazada á grandes pinceladas, la labor del ciudadano para con la Patria.

El doctor Fernández, como particular, deja en el hogar un templo, donde se practica la virtud y se honra á la sociedad peruana.

Los hijos han recibido el noble legado del talento y del trabajo Nosotros cumpliendo con los deberes del periodismo honrado, señalamos ante la presente generación de jóvenes abogados, el nombre del doctor don Francisco Mariano Fernández como un modelo digno de imitar.


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Texto e imagen publicados en el semanario "El Perú Ilustrado" núm. 210, Lima, 16 de mayo de 1891.

Saludos
Jonatan Saona

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