Nuestros favorecedores encontrarán nuevo motivo para el justo elojio en el retrato del jeneral don Cornelio Saavedra que publicamos al frente del presente número.
Alto de cuerpo, talla erguida, serena mirada, bondadoso de facciones, afable trato; tal es el jeneral Saavedra a los 60 años de su laboriosa existencia.
La hoja de servicios del benemérito jeneral, que ha poco ha sido elevado al supremo rango de la milicia, es una de las mas brillantes que rejistra el escalafón. Durante su juventud, se adiestró en los ejercicios guerreros, tan propios de su carácter recto i altivo; podría decir como un héroe del Romanero antiguo:
"Mis arreos son las armas.
Mi descanso el pelear.»
Su nombre se rejistra en la campaña de Arauco, donde mereció el de «Pacificador de la frontera», consiguiendo arrojar a los indómitos hijos de Lautaro tras la línea del Cautin. En aquellas rejiones, que gobernó como intendente, aun se recuerda a ese espíritu vigoroso i organizador, para el cual no había obstáculo bastante infranqueable, ni empresa bastante difícil.
Vuelto de la campaña araucana, reveló prendas que poco después le merecieron la confianza del señor Pinto, quien lo llamó a ocupar un sillón de ministerio.
En su calidad de Ministro de la Guerra, presidió a la formación de nuestro ejército, las molestias de cuyo embarque fué igualmente confiada a su cautelosa dilijencia.— Pero, no satisfecho con estos sacrificios, poco después se dirijía a inspeccionar en Antofagasta el ejército formado por su activo esfuerzo.
Salido del ministerio, volvió al Norte en calidad de inspector jeneral, puesto que, después de Miraflores, cambió por el de primer jefe político i militar de Lima.
El jeneral Saavedra puede reposar sobre el vasto volumen de su historia, que es en gran parte la historia de Chile, que en él saluda a uno de sus mas activos campeones.
O. O. Z.
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Texto e imagen publicados en el periódico "El Hijo de la Patria" núm. 3, Santiago, 23 de julio de 1881.
Saludos
Jonatan Saona
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