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2 de enero de 2020

Remigio Morales Bermúdez

Remigio Morales Bermúdez
Remigio Morales Bermúdez
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 09 de agosto de 1890)

Para la realización de grandes problemas en la vida de las Naciones, la Providencia hace surgir en el momento preciso, hombres predestinados en quienes el mandato de Dios constituye una fuerza de voluntad que todo lo avasalla, y que les indica á través de las mismas dificultades, el aliciente para llegar al punto donde brilla lo grande y lo bueno.

En nuestro país, convertido en cenizas por la tea incendiaria del enemigo, los sobrevivientes vieron, aún batallando, un grupo de indomables guerreros, con su valor nunca desmentido en todos los encuentros que las armas peruanas tuvieron con el enemigo de ayer. Ese grupo no tenía mas divisa, que el pabellón bicolor, y no supo arredrarse ni ante el hambre y la desnudez, ni ante el acíbar que le escanciaban sus propios hermanos en el cáliz de sus íntimas libaciones, en el territorio dividido.

Siguió de frente, basta agotar los elementos de la defensa nacional, y alcanzó la unificación del Perú. Algo más, obtuvo que la paz se cimentase y se la mirara como elemento de regeneración.

Allí, junto á los buenos, junto á los hombres de patriotismo sincero y de voluntad yankee, estuvo el Coronel D. Remigio Morales Bermúdez, cuyas virtudes han reconocido los mismos encarnizados enemigos del Perú.

Había nacido junto á la que filé cuna del Gran Mariscal D. Ramón Castilla, en Pica de Tarapacá, el 30 de Setiembre de 1830, como fruto del matrimonio del Sr. D. Manuel Morales y la señora Catalina Bermúdez.

Tarapacá ofrece á sus habitantes el aliciente del trabajo remunerado, pero no es el teatro de aquellas almas que tienen deberes superiores que cumplir en el curso de la vida. El joven Bermúdez recibió su primera educación en el país del salitre, y en una hora dada del año de 1851 salió, como Alfonso Ugarte, despertado á sus aspiraciones por el grito popular lanzado en aquel año, y sentó plaza como subteniente en la columna que organizó en Tarapacá el Dr. D. Juan B. Zavala. La primera véz que se batió fue en Arica, contra las fuerzas del General Echenique, mandadas por D. Pedro José Chocano, y luego con las del General Guarda, cuando regresaba á Moquegua. Ambas acciones de armas dieron á conocer al Subteniente Bermúdez, con los distintivos de serenidad, valor y dotes militares. La sobriedad de sus costumbres, la modestia de su carácter y su porte caballeresco, ya lo tenían recomendado de antemano al cariño del Dr. Zavala.

La paz sostenida en la República por Castilla, preparó en los estudios disciplinarios al joven Subteniente, que en 1865 fué enviado con el ascenso de Capitán al batallón "Arequipa", al que ingresó el 7 de Abril; y con ese cuerpo le tocó hacer la campaña de la restauración. En la toma de Lima, realizada el 11 de Noviembre, el Capitán Bermúdez ocupaba á cuerpo descubierto una de las bocacalles fronterizas á Palacio, y allí dió muestras de la energía de su carácter sosteniendo el fuego, á pesar de la herida de bala que recibió; y una vez triunfante su causa, obtuvo el galón de Sargento Mayor. El 10 de Enero de 1868 se le vió atacar la plaza de Chiclayo á ordenes del Coronel D. Justo P. Dávila, y allí, como dice uno de sus biógrafos, el Mayor Morales Bermúdez hizo conocer basta donde conduce el pundonor en lances inesperados de la vida.

"En el acto del combate su compañía suspende los fuegos y se pasa á las filas de Balta; y sin más reflexión, en ese momento de suprema angustia, decide el caso con el dilema: el honor ó la muerte.

"Sigue á sus soldados, deja oír su voz impetuosa de mando, y como la traición había tomado las formas de la indisciplina bochornosa , es ella desoída; pero, en lugar del sacrificio buscado basta seguir á los suyos y confundirse con las fuerzas enemigas, sin lograr volverlos al orden, encuentra en sus soldados la inacción del arrepentimiento, y, con ella, algo de la deferencia que entre ellos había sabido conquistarse.

"Hecho preso, así, por las fuerzas de Balta, aturdidas éstas por su inesperado triunfo, logra burlar la vigilancia y consigue, en la noche, incorporarse á los restos de su 'División.

“Testigo el Coronel Balta del suceso, grabó en su memoria el nombre del pundonoroso subalterno ; y cuando, poco después, ambos se encontraban en Casma, aquel solicitó

amistad del Mayor Morales Bermúdez; pero éste, llevado de su esquisita delicadeza, limitóse á agradecer con escusas la buena voluntad de quien consigo lucía ya la aureola del poder.”

Cuando se inauguró el Gobierno de Pardo, el Mayor Bermúdez se encontraba en Loreto, cuya Comandancia General, dirigiéndose al Ministerio de Guerra, suscribió estas palabras,que copiamos, porque ellas, con una sola plumada, retratan el porte del ciudadano: no puedo menos que hacer los elogios que se merece, por su honradez é integridad en el servicio; pues, durante su permanencia en Iquitos, ha sido un jefe modelo de las virtudes exijibles en un empleado de la Nación.

Don Manuel Pardo, llamó al Mayor Bermúdez, y con la efectividad de su clase militar le dió el comando del batallón Gendarmes de Trujillo; luego fué Subprefecto de Trujillo á pedimento del vecindario, donde desempeñó la Prefectura, interinamente. De allí lo llamó el Gobierno para darle el comando del batallón “Cazadores del Cuzco n.° 5”, cuerpo salido de la Escuela de Clases; y algún tiempo después sus méritos lo llevaron á mandar como Primer Jefe el batallón “Lima" n.° 8. En aquella época los representantes de Amazonas pidieron que Bermúdez fuese nombrado Prefecto de ese departamento, solicitud que fué atendida, pero que él no aceptó por considerar sus servicios más eficaces al frente de su batallón, formado por él en la escuela del deber, y donde, es preciso hacerlo constar, en el primer año la Caja hizo un ahorro de seis mil soles, logrando que ese cuerpo sirviese de modelo á los otros de la República.

Pero, no es en las evoluciones internas donde debemos seguir al personaje que nos ocupa, y que hoy atrae las miradas de las naciones vecinas, aparte de que necesitamos utilizar el reducidísimo espacio que nos queda.

La guerra con Chile ha sido el campó donde, callado con la modestia que le caracteriza y la parsimonia de palabras que le distinguen, se ha hecho estudiar por los que han seguido las huellas de unos que huían, y de otros que aceptaban el sacrificio sin abandonar á la Patria.

.Desde la toma de Pisagua por el ejército enemigo que se acantonó en la Noria, hemos visto al Coronel Remigio Morales Bermúdez alistado entre los incansables. El día del desastre de San Francisco, él trepó el cerro al frente de su batallón, “Lima”, armas embrasadas, hasta acortar la distancia, y allí rompió los fuegos, y apagado el cañoneo enemigo, con el lijero refuerzo clamado por el intrépido Espinar, la victoria hubiese sonreído á la bandera del Perú, más se perdió todo, porque el “Lima” recibía fuego nutrido por las espaldas, disparado por tropa boliviana que le obligó á descender al llano, desgarrado el corazón, diezmada la gente.

Bermúdez tomó el camino de Tarapacá: librada la batalla y derrotado el enemigo, reunió sus pequeñas tropas para continuar la campaña. Notamos que, al seguir paso á paso la meritoria carrera del Coronel Bermúdez, nuestra labor tomaría las proporciones agenas á las ligeras referencias que acostumbramos dar para nuestros grabados. Bástenos, pues, decir que, desde el Alto de la Alianza hasta Huamachuco, en todas las batallas peleó el hijo del Perú, respetado por la muerte a pesar de haber salido herido, porque Dios le reservaba la vida para cumplir, acaso, misteriosos designios en el renacimiento de la Nación, que ayer fué vencida pero jamás humillada.

Los distintivos que trae al solio presidencial el nuevo mandatario del Perú son: honradez probada en el crisol de la descomposición social que anonadó al país antes y después de la guerra, sagacidad notable unida á la firmeza de carácter, y el propósito que en distintas ocasiones ha manifestado de ambicionar todo para el Perú, nada para el peruano.


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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 170, Lima, 09 de agosto de 1890.

Saludos
Jonatan Saona

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