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31 de julio de 2019

Eulojio Goicolea

Eulojio Goycolea
Don Eulojio Goicolea
Aspirante de Marina.

VI.
...vamos a contar lijeramente en esta pájina la vida fugaz pero rica en fecundante savia i en nobilísimas esperanzas de un niño que se había propuesto seguir la senda abierta por la quilla i la bandera de la Esmeralda en Iquique, hasta sepultarse en el abismo que su casco abriera en el seno de las aguas, o trepar en el alto mástil i fijar en él el pendón de la propia nombradía i la victoria de la patria.

VII.
Llamábase el valeroso e intelijente cuanto infortunado mancebo, a quien hacemos alusión. Eulojio Goicolea, i era por cuna chilote, hijo de una isla en que los arrojos individuales del mar embravecido crecen en almácigo, como sus altos cedros-alerces, que desafían el hacha del hombre i la segur del huracán. Era además hermano político, por su hermana doña Emilia, a quien amaba con marcada predilección, del bravo Ignacio Serrano. Por manera que al aceptar la divisa de Iquique, el niño chilote era doblemente secuaz i vengador.

“Morir con honra es el sagrado lema 
I es el emblema del honor chileno,
I allá en el cielo grabará con oro 
Nuestro decoro el Hacedor Eterno».

Tal fué más tarde el primero i último verso de su canto a los combatientes de Iquique.

Dotado de un carácter acentuadamente simpático i de un rostro dulce, fino i casi melancólico, había hecho el tierno aspirante sus estudios en la escuela de la ciudad natal i en seguida con señalado lucimiento en el liceo de Concepción, i allí le hallamos por la primera vez ensayándose con valentía en el cultivo de las musas, cuando aun no había cumplido dieziocho años. Eulojio Goicolea había nacido en Ancud en 1862.

VIII.
El joven aspirante de marina que terminaría su carrera al comenzar la luz del alba, al lado de Thomson i junto con Thomson, había perdido a su madre antes de la luz de la cuna, i el dolor más que el recuerdo habíale hecho poeta. Uno de sus primeros ensayos, conservados en su cuaderno de colejio i que lleva la fecha de 1878, está consagrado A la memoria de mi madre, i así con más ternura que corrección canta i llora:

"Me acuerdo que un tiempo mi vida resbalaba 
Mis dulce que el aroma que emana de una flor:
Vivía aquí en la tierra la prende que adoraba,
I ahora solo viven las huellas que dejó.
Veía por do quiera brindarme mil caricias,
Tan gratas i tan puras, tan suaves como el aura;
I hoi vivo sin consuelo, lloroso, sin divisa,
Sintiendo ese regazo que ciego idolatraba.

IX.
La naturaleza o el luto del hogar había de esta manera i desde temprano envuelto en un tenue velo de melancolía el alma del niño huérfano, i tanto en su rostro como en su laúd, aparecen señaladas con mayor relieve aquellas notas que en el semblante como en el alma, en la sonrisa como en las lágrimas, corresponden a los ecos bajos del dolor. Una de sus composiciones inéditas titulada Mis pesares comienza en efecto así:

"¿Por qué la suerte miserable, impía,
Me ha perseguido hasta en la humilde cuna?
¿Por qué me acosa la fatal fortuna
I me es adversa con tenaz porfía?"

X.
Sus temas favoritos eran La Soledad, Mis lágrimas, Al estudio i otros emblemas que traducían la vaga expresión de una alma conmovida i casi supersticiosa. Cantando, en efecto, a su destino en la víspera de la guerra, que sellaría el suyo propio tan aprisa i de tan trájica manera, exprésase de esta suerte el intelijente niño en una composición completa que ciertamente para su edad no carece de mérito literario i se halla así concebida:

"MI DESTINO»

Destino miserable,
Vinistes a robar 
Mis días más felices 
Mi dulce bienestar.
Mil bellas esperanzas 
Me pongo a alimentar 
Las mismas que tú vienes 
Feroz a arrebatar.
En gratas ilusiones 
Me suelo deleitar;
Amores los más dulces 
Me vienen a halagar.
El tiempo se me pasa
Veloz, sin vacilar
Gozando las caricias
De un ser anjelical.
Me forjo en mi alegría
Un ente virjinal
Tan bello que sus ojos
Al sol van a ofuscar.
Sublime como el canto 
De un ave matinal,
Tan dulce como el néctar 
De flor primaveral,
Tan pura como el céfiro 
Que surca allá en el mar.
Su emblema es la pureza,
Pureza su ideal,
Tan linda como un anjel 
Del orbe divinal.
Hechura del Eterno 
Modelo de beldad.
Oh vida deliciosa!
Oh goce sin igual!
Yo siento no poderte 
Despierto disfrutar", (1)


XI.
En esta condición de su ánimo i en esta etapa de sus estudios de abogado, sorprendió al tierno vate la actual guerra, encerrado dentro de bes paredes de un colejio, donde escribía en buena prosa la crítica de los trabajos de sus compañeros de aula i recibía la de éstos. I cuando sonó el cañón de Iquique, repercutiendo sus ecos dentro de su pecho, saltó el muro, i alegando talvez como suficiente título, el nombre de su hermano de afinidad allí inmolado, entró a la marina un mes más tarde en calidad de aspirante, trasladándose en el acto de Puerto Montt a Valparaíso.

XII.
Hallábase en esta rada en la medianía de agosto i a bordo del buque a que había sido destinado i que, según nos parece, era la corbeta O'Higgins, cuando, después de letal demora, pareció acercarse la hora de la acción; i en tal coyuntura siguiendo la inspiración primitiva i honda que guiaba al ardoroso principiante, contrajo éste el siguiente patriótico compromiso que él escribió de su propia letra en su cartera de bolsillo i firmó después con su sangre, junto con sus dos compañeros de graduación que encontraron como él aciaga suerte;

“Se corre con toda seguridad que saldremos esta noche de Valparaíso, i como en nuestro camino puede suceder mui bien que nos encontremos con los alevosos peruanos, prometemos que hasta la más difícil situación sabremos probar que el chileno muere defendiendo su puesto i en todo caso desplega su valor característico.

"Las balas peruanas nos herirán i esas heridas causarán nuestra muerte, pero tendremos la satisfacción de que hemos muerto por salvar el honor de nuestra adorada patria.—¡Viva Chile!—E. Goicolea.—Melitón Gajardo.—G. Benitez".

XIII.
Colócase aquí de igual manera un silencioso pero mortificante episodio de la vida del aprendiz de mar, que encubre las justas iras de su alma injenua i pundonorosa sometida a las brutalidades muchas veces insoportables de la disciplina i de su abuso. El aspirante Goicolea sobrellevó, empero, aquella humillación en silencio, i este fué su mérito en ese prueba casi doméstica de su carrera.

Ignoramos la naturaleza del ultraje que a bordo recibiese de un oficial que no se ha señalado todavía por hechos que excusen su vulgar brusquedad, i todo lo que de ese incidente pudo contarse (suprimiendo el nombre del autor de la la ofensa no vengada), es lo que el aspirante Goicolea dejó escrito para constancia de su altiva resignación i de muda protesta de agraviado, en su libreta de bolsillo, que así dice:

"El día 19 de setiembre, día grande!... recibí el ultraje más grande de mi vida, ocasionado por el teniente N..., i ese ultraje quedó impune, por que ese hombre era teniente i yo no era más que un simple aspirante.

"Hé ahí la justicia de Chile! I sin embargo, vaya uno a exponer su vida por salvar el honor que tan cobardemente suelen ultrajar, no sólo los peruanos sino también los mismos chilenos.
E. Goicolea."

Era sin duda un niño amostazado el que este párrafo trazaba en su libro de memorias. Pero al mismo tiempo ese niño ¿no era ya un hombre de corazón?

XIV.
Aproximándose algo más tarde a la prueba solicitada i no temida, el aspirante Goicolea hizo, como el teniente Rodríguez, a la vista de Arica i de su frustrado ataque del 4 de octubre de 1879, que precedió a la afortunada captura del Huáscar el dia 8, el testamento de su corazón, único bien que poseía: i así, en cartas llenas de tierna sencillez, despedíase de los seres que amaba, en la víspera de la lid:

“Señora Carolina Goicolea,
Puerto Montt

Querida hermana:
Te he escrito varias veces i nunca he recibido una sola carta tuya, lo que atribuyo a que no habrás sabido mi paradero fijo.

Ahora estamos en vísperas de un golpe mui serio, i como es mui probable que muera más de uno i entre ellos me toque a mí, me despido de todo corazón de tí i te ruego que te acuerdes de tu pobre hermano que siempre te ha querido.
E. Goicolea."

"Queridos Vicente i Eduvijis:
Deseo que sean felices en el mundo, i acuérdense de su hermano que les ha tenido un gran cariño.
Eulojio."

"Querida Carmen:
Adiós; yo muero tranquilo porque tengo seguridad que has de acceder a mis súplicas: pórtate bien con Emilia; no le des nunca por qué sufrir.

Adiós, hermana.
Eulojio."

XV.
La despedida a su hermana mayor, tan afectuosamente recomendada por él, i que era ya la interesante viuda del abordador del Huáscar, tenía todavía acentuaciones mas vivas de ternura i de resolución, i por esto, i como síntoma que revela sin esfuerzo una alma digna de ser imitada por otras almas, copiámosla en seguida íntegra cual las anteriores:

"En el mar, octubre 3 de 1879.

Señora Emilia Goicolea v. de Serrano.
Santiago.

Mi más queridísima hermana:
Estamos en vísperas de un gran combate, i hai muchas probabilidades de que sucumba más de uno de nosotros. Por si acaso esto sucede, te escribo esta carta para despedirme de tí de todo corazón i deseando al mismo tiempo que nunca tengas en el mundo por qué sufrir. No llores mi muerte porque yo de nada servía, ni nada podía hacer por tí, a pesar de que lo deseaba con todo mi corazón. Hubiera querido ser un sirviente tuvo para pagarte todo lo que has hecho por mi.

Lo único que siento al morir, es no haberme despedido de tí con un fuerte abrazo; pero más allá puede que nos veamos.

Adiós, querida Emilia: dile adiós a Carmen i a Daniel, si acaso están en esa.
Tu pobre hermano,—E. Goicolea.

A David le escribo a Ancud".

I después de estas conmovedoras frases, seguía la inevitable estrofa del bardo que, como el gallo, canta siempre antes de pelear i, como el cisne, antes de morir:

EMILIA:
"Si yo muero peleando allá en la lid 
No implores para mí la compasión,
Que el que muere cumpliendo su deber 
Nunca tiene manchado el corazón".

XVI.
No olvidó tampoco el joven chilote, gaviota del océano austral trasportada a los mares del trópico, a sus compañeros de campaña en la víspera del temerario asalto, i en una tira de papel que se encontró más tarde entre sus apuntes íntimos, leíase escrita al lápiz la siguiente animosa despedida:

"Compañeros: Si acaso yo muero, les deseo toda felicidad, i cuando estén en su apojeo les ruego que se acuerden de mí. Yo no puedo ser feliz, porque más felicidad que la que tenía antes de entrar a la marina no se podía esperar.

Me sido para con Uds. un amigo verdadero.
E. Goicolea".

XVII.
Posible es que ciertos espíritus, incapaces de remontar su vuelo más arriba del alero que los cubre i en que anida al buho, encuentren ociosa arrancando de las confidencias de un pobre aspirante de marina muerto a los dieziocho años.

Pero como estas hojas están inscritas a los que en el aula o en el puente aprenden todavía las primeras pruebas del deber, estamos ciertos de añadir a su enseñanza moral, una pájina útil con estos ejemplos de candoroso pero a la vez levantado patriotismo.

I por eso en ese mismo terreno proseguimos nuestro relato.

XVIII.
Hemos dicho en otra ocasión, para hacer más tanjible nuestro pensamiento i tallar mejor la figura de un malogrado mancebo (Abelino Rodríguez) que como el aspirante Goicolea allí se hallaba i allí legó a los suyos i a su país su última jenerosa voluntad,—que era su naturaleza excepcional "de la madera de que se forjan las héroes".

I por ventura, el niño chilote escapado al aula, i cuya corta historia aquí referimos, ¿no era en su edad una vigorosa astilla de aquel enhiesto árbol?

XIX.
Trasbordado, en efecto, al Huáscar el aspirante Goicolea. tan pronto como esa nave fué capturada, llevóle consigo el capitán Thomson, cuando en los últimos días de febrero de 1880 encomendárale el ministro de la guerra en campaña la delicada misión de bloquear la plaza fuerte de Arica, mientras el ejército se dirijía a desembarcar en Pacocha, vía de Tacna i del Campo de la Alianza, a cuya cima llegaría tres meses justos más tarde.

Sabido es como el capitán Thomson sostuvo o mas bien inició el bloqueo de Arica: yéndose a las barbas de los peruanos i de sus cañones, poniéndose temerariamente debajo de sus fortalezas i retando a singular combate al monitor Manco Capac. una de cuyas balas esféricas de cinco quintales le mató, medio a medio del puente de combate, esto es, en el sitio de honor, i en el instante en que a toda máquina lanzaba su acorazado de espolón para partir por el centro a su adversario.

I bien: en ese mismo combate i apenas minutos antes que el caudillo, habíase visto al aspirante Goicolea caer mudo i lívido al pié de su cañón, junto con seis u ocho de los valientes marineros que tenía a sus órdenes, siendo uno de estos un sobrino del ministro i grande de España don Francisco Lerzundi, hijo aquél de las ásperas sierras de Ranquil i voluntario del Tomé.

¿Qué había acontecido?
Una bomba de gran calibre disparada por los cañones fijos del Morro había estallado sobre la pieza que al aire libre i a pecho descubierto mandaba el aspirante Goicolea, causando espantoso estrago entre su jente.

Él también estaba muerto, conforme a su predicción de Arica meses hacía; pero al retirarlo a su cámara no se le encontró lesión alguna visible en el cuerpo de suyo endeble i flexible!

Pero ¡caso extraño! al hacerle algunas horas más tarde la autopsia que debía preceder a su embalsamamiento, halláronle junto al corazón un enorme casco de hierro que pesaba dos o tres quilogramos, i que, sin embargo, no había dejado huella de su paso por la carne, en razón de la terrífica violencia de su estallido... (2).

XX.
Cumplióse de esta suerte el sombrío destino, por él mismo presajiado, del joven marino que había comenzado la vida como poeta para terminarla. entrando apenas en la edad nubil, como mártir.

"Veo,—así decía en un borrón de versos que hasta nosotros ha llegado.—
Veo bien triste que mi fin se acerca,
Veo que llega mi postrer lamento,
I triste siempre sin hallar contento 
Veo la losa de mi tumba abierta.»

XXI.
Pero al descender a ella el jeneroso mancebo, lleno de exuberante vida, dejaba ejemplarizado una vez más, delante del surco de sus compañeros de deber i de enseñanza, cómo la semilla de la gloria es fecunda cuando, arrastrada por el viento que desciende de las altas esferas do moran las grandes almas i los grandes ejemplos que fueron, cae en el fondo de las grandes almas que se educan i elevan desde la cuna o desde el alcázar.

Teniendo delante de la retina de sus ojos, encendidos por la velada del insomnio, la imájen de la hazaña imperecedera de Iquique, i en la víspera de un asalto formidable emprendido contra aquella misma plaza de guerra, al pié de cuyos baluartes había sucumbido, el mismo valeroso niño escribió el vaticinio de su fin junto con el juramento de su heroísmo: "Las balas peruañas nos herirán i esas heridas nos causarán la muerte; pero tendremos la satisfacción de que habremos muerto por salvar el honor de nuestra adorada patria"

I como lo había escrito, así dejólo cumplido con su sangre.

¡Honor sea por esto tributado a sus juveniles manes ofrecidos a la patria en holocausto!

_____________

(1) Esta composición i los fragmentos anteriores han sido copiados por nosotros de un cuaderno manuscrito que el aspirante Goicolea comenzó a escribir en el Liceo de Concepción en 1878, i continuó después en Puerto Montt con el título de Primeros ensayos de versificación de Eulojio Goicolea. Contiene este libro en 84 pájinas una docena de composiciones poéticas i una comedia en verso i en tres actos, titulada Un corazón jeneroso, obra de aprendiz que naturalmente se resiente de los defectos de la inexperiencia, pero que revela una intelijencia despejada i, principalmente, "un corazón jeneroso".

Por supuesto, abundan en el romancero de las primeras impresiones los cantares al amor, esta vida de la vida que bulle en la juventud cual la savia que cuaja la flor en el tallo como en el ramaje de las plantas, i continuamente se leen allí inscritos versos, pensamientos i ensueños “A I...», "A Baudilia", "A Sara, en la mar", lo que prueba que en materia de amores i de flores el aspirante Goicolea era como todos los poetas, un verdadero picaflor....

Sin embargo de su estro, el joven marino, que se hallaba por antítesis sobrado escaso de fortuna, tenía cuidado de hacer el inventario de sus prendas a bordo, i en ese documento figuraba en primera línea su vestuario de aspirante con dos camisas de a dos pesos, seis corbatas de a 15 centavos i diez centavos de hilo. Su deuda ascendía 3203 pesos, pero en cada hoja de su libreta hai alguna flor seca, i en una de ellas una guedeja de finísimo pelo rubio de mujer... El poeta traicionando siempre al matemático, es decir, al contador....

(2) Este fragmento de bomba de hierro existe en nuestro poder, i al enviárnoslo desde Lebu, por encargo del capitán Valverde que sucedió a Thomson en el mando del Huáscar, nuestro amigo Guillermo Errázuriz Urmeneta, nos escribía con fecha de enero 15 de 1882 lo siguiente:

"Antes de volver de Valdivia me dió Valverde para usted dos objetos curiosos.
"Es uno de ellos el libro de señales del Huáscar, que tenía el pobre Thomson en el combate de Arica. La misma bala que dió muerte al comandante hirió al libro, cortándole medio a medio como con una máquina poderosa. El otro es un grueso casco de granada Vavaseur hallado en el corazón del joven Goicolea, cuñado de Serrano, en el ataque de Arica. No se le había visto antes de la autopsia herida alguna: la fuerza i la agudez del golpe cerró la abertura. El casco pesará cinco o seis libras.

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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo I, por Benjamín Vicuña Mackenna.

Saludos
Jonatan Saona

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