Manuel Villavisencio |
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 16 de febrero de 1889)
Engalana este numero el retrato del pundonoroso comandante de la “Unión”, que tan brillante papel hiciera en la Guerra del Pacífico, manteniendo incólumes las glorias de Grau.
Puede ser tardía la manifestación que hoy hacemos á este distinguido marino, pero es sincera y jamás dejará de ser oportuna.
Faltándonos espacio para historias las expediciones en que tomara parte el Comandante Villavicencio(*), nos limitamos á consignar algunos apuntes biográficos, que hallarán nuestros lectores mas adelante.
El Comandante de la “Unión”.
La guerra del Pacífico, esa página vergonzosa de los anales de la América, hizo exhibir personalidades de alta valía, puso su trasparencia méritos y también defectos, que nadie hubiera sospechado á no desarrollarse esa serie de acontecimientos en los que, para nosotros los peruanos, la gloria diera siempre la mano al dolor..... hasta que viéramos sucumbir, con las esperanzas de la patria, á la flor de la sociedad peruana en los campos de San Juan y Miraflores y á pesar de que la victoria no fué para nosotros y de que hemos tenido que lamentar tantas y tan cruentas amarguras desde que el enemigo posara su planta en nuestra capital, dejando en ella imperecedera huella, hasta el término de la contienda que siguió á la ocupación; cada vez que tenemos que evocar el recuerdo de alguno de los sucesos de la guerra, el patriotismo puede decir satisfecho que el honor quedó á salvo.
Si en nuestro ejército de tierra ha habido rasgos que bastan para dar honra a un pueblo; nuestra marina levantó su nombre tan alto que el mundo entero, testigo de sus hechos, fué juez de su gloria.
Y ahí están Grau, Aguirre, Ferré, Velarde, Carvajal, Heros y tántos y tántos cuyos nombres no los olvidaremos jamás ni nosotros ni nuestros adversarios.
Esa marina peruana distinguida siempre; durante la guerra, como decimos, colocó su nombre á altura grande, pues que desde el primer jefe hasta el último paje de cada buque, cumplieron su deber mas allá de lo que pudiera exijírseles.
Manuel Antonio Villavicencio, Comandante primero del «Chalaco» y luego de la «Unión,» supo seguirlas huellas de Grau y fué su digno compañero.
No tendríamos espacio bastante para hacer un breve resumen de las expediciones que el intrépido Comandante llevara á cabo en ambos buques, que no tenían otro blindaje que el corazón de sus esforzados defensores. (1)
Su entrada á Arica el 16 de Marzo del 80, sobre los buques enemigos que bloqueaban el puerto y su salida, más riesgosa aún, después de 7 horas de combate y de haber descargado los elementos que llevaba, es algo superior á todo encomio y más que suficiente para hacer ilustre su nombre.
Manuel A. Villavicencio que
«De Grau renueva la brillante historia,
«al sucederle con aliento fuerte,
«ciñendo hoy el laurel de la victoria» (2)
debe prestar á su patria el contingente de su valor y de su atrevimiento y si acaso algún día, tenemos que colocarnos nuevamente al redor de nuestro pabellón, ya que la suerte nos arrebató al héroe de Angamos, es necesario que á él logremos verlo
«con todos los laureles de su gloria
«sin el triste épisodio de su muerte» (2)
Hoy, aunque mas tarde de lo que habíamos pensado, llenamos con el bizarro Comandante de la «Unión», el deber que nos impone la gratitud y ya que no nos es posible ofrecer á los lectores de «El Perú Ilustrado» la narración de los hechos de este marino, vamos á insertar su foja de servicios, para que más tarde sirva ella de base, al trazarse la historia de la inolvidable corbeta que tuvimos la dicha de ver sumerjirse en la rada del Callao, antes que permitir que se enarbolase en ella otro pabellón que el nuestro.
Don Manuel A. Villavicencio nació en Lima en 1840, en el seno de una familia distinguida por su posición y por buenos servicios prestados á la patria por algunos de sus miembros; entre otros, por su digno padre, que combatió por la causa de la independencia nacional.
Villavicencio por convicción y por tradición, como acertadamente dijera la señora Freyre de Jaimes, pertenece á la marina; pues que desde niño amó los peligros del océano y cuenta entre sus ascendientes al Excmo. Capitán General de Marina D. Felipe Villavicencio, de la Escuadra española, que surcó las aguas del Perú á fines del siglo pasado.
En 1855 ingresó á la Escuela Naval-Militar, saliendo para destinarse en la Escuadra en 1857.
En 1859 y 1860 hizo la campaña al Ecuador.
En 1861, 9 de Diciembre, fue ascendido á Alférez de Fragata y en Marzo de 1865 á Teniente 2.°. En Setiembre del mismo año, obtenía la clase de Teniente 1.°
Durante la alianza de 1866 y 67, surcó las aguas de Chile y por haberse hallado en comisión con el «Chalaco» en Guayaquil, no pudo asistir al combate del 2 de Mayo.
En Noviembre de 1873 se le promovía á Capitán de corbeta y en Junio de 1876 á Capitán de Fragata. Comenzaba la i guerra con Chile, Abril de 1879, y obtenía el grado de Capitán de Navío.
Principió entonces la parte brillante de su carrera.
Comandante 1.° del trasporte «Chalaco,» hizo á bordo de ese barquichuelo, sin blindaje y sin artillería casi, expediciones i que parecieran increíbles, si el mismo enemigo no se encargara de relatarlas.
Al finalizar la campaña naval, hallándose en Arica, el General Prado, supo valorizar los servicios del audaz marino y le dio el mando de la «Unión».
Abordo de esta nave, Villavicencio á quien
«qué importa de la muerte el paso triste
«cuando el patrio furor tremendo estalla» (2)
desafió, impune, las iras del enemigo, para el que en ese buquecillo se ajitaba el alma de Grau y al
«mostrarse el primero en la batalla» probó que
«el férreo temple del honor le asiste» (2)
Circunscrita la guerra por nuestra parte á la defensa de Lima, fué nombrado Comandante General del fuerte de San Cristóval y después de los sucesos luctuosos de Enero del 81, se dirijió al Sur.
El Gobierno nacional de entonces le encomendó la Prefectura de Ica, en 15 de Junio de 1881.
En Abril 5 de 1882 pasaba á ejercer la del Cuzco y la de Arequipa, en Junio de 1883.
En 26 de Julio del mismo año de 1883 fué promovido al Ministerio de Marina, cargo que sirvió hasta el advenimiento del Gobierno presidido por el General Iglesias.
Durante la contienda entre este general y el actual Presidente de la República, D. Manuel A. Villavicencio prestó su apoyo á este último
Constituido el Consejo de Ministros en Diciembre de 1885, fué nombrado Comandante del vapor nacional «Santa Rosa" cargo que sirve hasta hoy.
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1 Carolina Freyre de Jaimes.
2 C. G. Amézaga,
*El apellido correcto del héroe es Villavisencio
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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 93, Lima, 16 de febrero de 1889.
Saludos
Jonatan Saona
Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 93, Lima, 16 de febrero de 1889.
Saludos
Jonatan Saona
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