Páginas

10 de marzo de 2019

José Sánchez L.

José Sánchez Lagomarsino
El Capitán de Navío, Don José Sánchez Lagomarsino.
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 12 de mayo de 1888)

La simple copia de la foja de servicios de este distinguido marino, seria la mejor biografía que de él podríamos bosquejar, pero no permitiéndonos el pequeño espacio de que disponemos insertar este documento en el que se detallan treinta años de constantes servicios al país, relacionados muchos de ellos con acontecimientos de gran importancia para la patria, haremos un extracto de esa foja de servicios, limitando nuestras apreciaciones á brevísimos conceptos, que no de otro modo pueden ser, tratándose de una personalidad que puede decirse está en lo mejor de su vida y que por lo mismo, debe aún recorrer un camino que no seria posible preveer.

José Sánchez Lagomarsino, nació en esta ciudad el 27 de Marzo de 1844 en el seno de muy respetable familia.

Muy joven perdió á su distinguido padre, el coronel D. Juan B. Sánchez, quedando á cargo esclusivo de su virtuosa madre la señora Doña Josefa Lagomarsino, vástago de muy noble y antigua familia.

En tan respetable hogar, recibió, pues, esas lecciones que jamás se borran y que, si son bien dirijidas, siembran en el corazón del hombre las simientes del bien, que siempre germinan, dando valiosos frutos si les puede seguir una educación conveniente.

Lagomarsino desde muy joven manifestó su decidida inclinación á la marina y aún cuando con ello contrariaba los propósitos de su digna madre que quería que se dedicase al foro, se matriculó en la escuela Naval Militar el año de 1856, captándose por su buen comportamiento, la sincera estimación del ilustrado Director de ese plantel, capitán de navío D. José Panizo.

Pronto tuvo también la desgracia de perder a su tío el General D. Carlos Lagomarsino, que había protejido su ingreso a la Escuela Naval, pero á pesar de no contar con su valioso apoyo, no se debilitó su deseo de estudiar, formándose solo, mérito poco común.

En 1858, en circunstancias de que se abría la campaña contra el Ecuador, Lagomarsino que concluía sus estudios, salió del Colegio y fué destinado en uno de los Imanes, haciendo toda la campaña y manifestando celo y actividad.

Dos Incidentes que ocurrieron poco tiempo después, dieron la medida del carácter enérgico y digno del joven marino.

A principios de 1861, entraba al Castillo de la Independencia en el Callao, en circunstancias de que el entonces coronel Tomás Gutiérrez, tenía formado el batallón que mandaba — Gutiérrez, sin motivo ninguno que justificase su conducta, tal vez por el odio que profesaba á la marina, infirió al joven oficial uno de aquellos ultrajes que jamás tolera un hombre de honor. Sin intimidarse por las charreteras del coronel, ni por la reputación de arbitrario que tenía ese desgraciado jefe, el Guardia-Marina lo repelió, viéndose obligado á hacer uso de su espada.

La energía del Guardia-Marina, muy honrosa para él mismo, levantó muy alto el nombre de la institución á que pertenecía; pero, tanto por exijirlo la alta posición del coronel, cuanto porque era preciso esclarecer los hechos; el Guardia-Marina sometido á un Consejo de Oficiales Generales, sufrió larga prisión. El Consejo después de nueva meses de juicio, absolvió al que no había hecho mas que defender su persona y la dignidad de las honrosas insignias que llevaba.

Pero se le hizo justicia: fué ascendido á alférez de fragata en 30 de Enero de 1862, y enviado á Europa, agregado á la comisión encargada de establecer la Factoría naval en Amazonas.

Hallábase en Londres en 1863 — La Arica, que era el buque espedicionario, tuvo que entrar á los Diques para que se le carenasen los fondos y el Gobierno Inglés señaló, como resistencia de los tripulantes y guarnición de nuestro buque, el pontón Venus surto en el Támesis. El 19 de Marzo de 1863, día en que el alférez Lagomarsino montaba la guardia, estalló un motín a bordo del Venus, doloroso incidente que tanto baldón pudo atraer sobre nuestra bandera.

La sublevación fué sofocada por el joven oficial ayudado por otro y por algunos fieles soldados; pero había corrido sangre, y las autoridades inglesas iniciaron un sumario, absolviendo á Lagomarsino con muy honrosos calificativos. Tan valiente conducta, que le mereció unánime aplauso de la prensa del país y del extranjero y calurosa aprobación de nuestro Gobierno y de la nación, fué objeto de una orden general de la armada el 12 de Mayo de 1863, honrosa mención que pocos pueden exhibir y á la cual se agregó el ascenso á Teniente 2.°

Ya en Amazonas, tuvo lugar el incidente de las Islas de Chincha y entonces solicitó, y obtuvo permiso para venir al Callao á tomar parte en la defensa del honor nacional.

Los tratados del 27 de Enero, lo mismo que á otros muchos jóvenes y patriotas marinos, lo hicieron separarse del servicio y como poco después estallaba la revolución encabezada por Prado, proclamando la Restauración, el Teniente Lagomarsino no ocultó sus ardientes simpatías por esa causa, que era la del país; sus francas manifestaciones le ocasionaron persecución y por fin preso, fué desterrado a Chile; — Pero muy luego vuelto al suelo patria, corrió unirse con los restauradores.

El triunfo de esa revolución, trajo como resultado inmediato la declaratoria de guerra á España y Lagomarsino que ya era Teniente 1°, fué ascendido á Capitán de Corbeta y nombrado comandante del Amazonas, en cuyo buque, á pesar de su mal estado y contra la opinión de los mas acreditados jefes de la marina de la época, fué enviado á Chiloé con una importante comisión que llenó con atrevimiento; pues, á cada paso la Amazonas, corría inminente peligro de irse á pique, Como sucedió al llegará Chiloé que se varó junto con el resto de la Escuadra, no obstante de haberse puesto bajo la dirección de los prácticos del lugar; pero la Amazonas se perdió; logrando su comandante salvar todos los elementos bélicos que sirvieron para improvisar baterías en tierra, para el combate de Abtao. En esta notable acción, el capitán Lagomarsino, por haberse distribuido la tripulación de su buque, entre las baterías de tierra y la Unión y la América, peleó, bizarramente en ambos buques, yendo del uno al otro en medio de lo más reñido de los fuegos.

Vuelto al Callao, el General Prado le encomendó, con el Capitán Lay, el manejo de los botes torpedos; pero habiendo contratado después el Gobierno con unos extranjeros; el empleo de otro sistema de esas armas, quedó sin puesto determinado, ocurriéndosele entonces, la improvisación de una batería que efectivamente quedó lista, dos días antes del combate, con 5 cañones montados casi al descubierto, pero en la que con cincuenta valientes fleteros peleó el 2 de Mayo hasta caer herido de ambas piernas.

El ascenso á Capitán de Corbeta efectivo, fué el justo premio de su comportamiento en el glorioso combate y apenas restablecido de sus heridas se le envió á Estados Unidos de Norte América, para traer los monitores, dándosele a la vez otro difícil encargo en las Antillas que llenó con graves riesgos.

Vuelto al país en 1868, á causa del cambio de Gobierno, se le encomendó el mando del Chalaco, Habiéndose separado voluntariamente del servicio en Agosto de 1869, se inició en la política, como uno de los jefes de partido que en el Callao, se emularon los levantados propósitos de D. Manuel Pardo.

Cuando los tristes sucesos de Julio de 1872, no podía dejar de ponerse al lado de la buena causa, á la que prestó valiosos servicios, en el Callao.

Hecho cargo del poder don Manuel Pardo, que le profesaba verdadera estimación, prestó también buenos servicios.

Mandada organizar la Guardia Nacional, don Manuel Pardo aprovechó el gran prestigio de Lagomarfino encomendándole la formación de un cuerpo, lo cual realizó muy en breve. La simpática Columna Constitución, compuesta en su mayor parte por el gremio de fleteros, quedó muy en breve en magnífico pié y fué, como la llamó don Manuel Pardo, una de las columnas del partido y el primer cuerpo de Nacionales que se ofreció y salió á campaña, cuando la tranquilidad pública fué alterada en el sur.

Pacificado el país, el Capitán Lagomarsino estuvo algún tiempo en el Callao, y á principios de Abril de 1876 marchó á Francia como agregado militar á nuestra Legación, pasando en Diciembre del mismo año á ejercer el Consulado en Dunquerque, en cuya colocación permaneció un año.

Declarada la guerra por Chile, prestó muy importantes servicios.

Desde luego, su palabra, que tanto prestigio se había captado entre los suyos, entre esos patriotas fleteros, hizo traducir en hechos el entusiasmo de estos, que en número de 300 y en menos de un mes, quedaron vestidos y listos para tripular los buques de nuestra escuadra, que con tan importante base pudieron salir a campaña.

Todos sabemos como se condujeron durante la rápida y desgraciada pero gloriosa campaña naval los fleteros, muchos de los cuales pagaron con su sangre su amor á la patria, distinguiéndose todos por su arrojo y su disciplina.

En el desastre de Punta Gruesa, la presencia de ánimo del Capitán Lagomarsino, contribuyó á salvar no sólo el honor nacional, sino la vida de los tripulantes de la Independencia.

Después de este desgraciado incidente, marcho á Arica donde mandó primero las baterías de San José y el Morro, y después el monitor Manco Cápac, con el cual resistió todos los bombardeos y las tentativas que se hicieron contra el puerto, trabando combate con el Huáscar y la Magallanes, notable hecho de armas que le valió las felicitaciones de los marinos extranjeros que presenciaban el combate y que sabían el mal estado de las calderas de nuestro monitor que, á pesar de su lentitud, pudo en ese día 27 de Febrero, dominar el puerto y abordarse con el Huáscar a sólo «20 metros» de distancia. Y aquí tuvo lugar uno de esos desgraciados incidentes, lógica fatal de la imprevisión de nuestros conductores, que tuvo por fruto nuestra ruina

Muerto el Comandante del Huáscar y estrechada la distancia entre ambos monitores, el Manco- Cápac no pudo aprovechar la confusión que reinaba á bordo del buque enemigo, porque se le interrumpió el cañón que debía hacer fuego: dolorosa emergencia que nuestra mala ventura hizo repetir tanto durante esa guerra....

El Manco-Cápac continuó defendiendo el puerto y contribuyó mucho para que el bizarro Comandante Villavicencio, á bordo de la Unión, rompiera el bloqueo del puerto, descargando los elementos que llevaba y volviendo á salir por sobre los buques enemigos.

Realizado el desastre de Tacna, Lagomarsino, como miembro de la Junta de guerra, que resolvió no capitular sino quemar hasta el ultimo cartucho y destruir los elementos que pudiera utilizar el enemigo, llenó su deber con denuedo y echó á pique su buque, cuando se quemó ese último cartucho.

Hecho prisionero y llevado á Chile, volvió al Perú en la misma condición en Mayo del 81; es decir, volvió al hogar dos años después de haber salido á campaña.

Como la mayoría de los peruanos bien intencionados había hecho conocer sus ideas sobre la necesidad de la paz—y fué así que, constituido el gobierno del General Iglesias, conociendo éste su propaganda hecha en los comicios del Callao, quiso utilizar sus servicios en un importante cargo; pero una vez que conoció el sesgo que se daba á las negociaciones y la política que se desarrollaba, manifestó con leal franqueza su sentir y como no había contraído compromiso ninguno, formó en el Callao el partido liberal, fundando un periódico, órgano de esa agrupación y opuesto al Gobierno, y nombrado Delegado del General Cáceres, en ese puerto, sirvió su causa, yéndose á reunir con él después del 27 de Agosto de 1884.

Como Director de Guerra y Marina y como Prefecto de Moquegua después, prestó importantes servicios á ese orden de cosas, contribuyendo mucho á la reorganización del ejército y trabajando activamente como autoridad para hacer á su pueblo tanto bien como podía permitirlo el estado del país.

En Moquegua estalló uno de esos motines de cuartel que siempre tienen tan pésimos resultados. Ahí corrió inminente peligro su vida y como era preciso evitar la repetición de tan criminal suceso, hizo cumplir estrictamente las ordenanzas militares, únicas leyes aplicables entonces.

¡Sensible fué, en verdad, apelar á tan severo remedio; pero las consideraciones de todo género están muy por debajo ante la suprema exigencia de conservar el orden, la vida y los intereses de un pueblo y de asegurar el éxito de una causa en la que se cifra la suerte de la nación. El Prefecto de Moquegua llenó entonces su deber: su severidad revela amor á la patria y verdadero anhelo por el bien estar de sus gobernados.

El prestigio que gozaba Lagomarsino, desde años atrás en el Callao y el que se captó en Moquegua, era imposible que no lo llevase á las Cámaras —Por tres veces el Callao quiso elegirlo su representante y Tarata lo designó para la Legislatura del 86; pero, una vez por haber confiado á la suerte su elección á fin de evitar los excesos de la lucha, mereciéndole su desprendimiento felicitaciones del Presidente de la República y de los altos círculos del partido; y otras, por causas de que sería inoficioso ocuparnos, no se realizó la voluntad del pueblo.

Constituido el gobierno actual, el ya Capitán de Navío don José Sánchez Lagomarsino ha sido puesto frente a la Dirección del ramo de Marina en el Ministerio de Guerra, en cuyo cargo viene revelando iniciativa y mereciendo la estimación del Ministro y de S. E.

Joven y lleno de actividad, debe prestar aún sus servicios al país, y dados sus antecedentes, creemos que serán numerosos é importantes.

No ha sido nuestro ánimo trazar una biografía completa de este conocido Jefe; nos hemos extendido tal vez algo más de lo que acostumbramos; y quién sabe si nuestra pluma se ha deslizado más también en recomendar hechos que merecen encomio; pero creemos haber llenado un deber, señalando el mérito donde lo hay: toca ahora al Capitán Lagomarsino hacer ver con su conducta futura la justicia de nuestras apreciaciones de hoy.


***********************
Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 53, Lima, 12 de mayo de 1888.

Saludos
Jonatan Saona

No hay comentarios.:

Publicar un comentario