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25 de noviembre de 2018

Juan Ramón Rivera

Juan Ramón Rivera
Juan Ramón Rivera
Capitán Ayudante del rejimiento Buin

I.
No tuvo suerte ni lucimiento señalado en las últimas campañas, sinó en una ocasión, el mas antiguo i prestijioso cuerpo veterano del ejército de linea que llevaba en su kepi el número 1° i, por, excepción, el titulo lejendario de el "Buin".

Esa ocasión i esa suerte sobrevinieron juntas y aparejadas de luciente gloria (para el impaciente i en varias ocasiones, por adverso destino, desairado rejimiento), el día 13 de enero de 1881, ganando por su solo esfuerzo en las alturas que rodean la campiña de Lima por el sur,  una verdadera i sangrienta batalla, la batalla i victoria de San Juan.

I en ese combate, entre infinitos bravos que llegaron al número de 315 en la tropa, i a 12 oficiales entre heridos i muertos, perdió el rejimiento al más antiguo i talvez al único sobreviviente de sus fundadores, el capitán ayudante don Juan Ramón Rivera que, desde soldado raso a jefe, sirvió en sus filas 21 años, 10 meses, 12 días. 
El capitán Rivera fué hijo i padre del viejo Buin, como el capitán i después comandante San Martín habíalo sido del 4° de línea. Para uno i otro su cuartel fué su hogar.

II.
Hijo el capitán Rivera, de Talca i de un honrado industrial de esa ciudad, llamado don Lorenzo B. Rivera, había venido al mundo el 31 de agosto de 1842, i en aquella ciudad alcanzó la mediana educación de aquellos tiempos, principalmente por los afectuosos cuidados de su madre, la señora Felipa Moya. 

Aficionado por naturaleza a la  milicia, i despertados en su pecho esos instintos por las turbulencias de 1859, alistóse de soldado en el batallón  Buin el 12 de marzo de ese año, en circunstancias que ese aguerrido cuerpo se hallaba asediando aquella plaza, alzada en armas contra la administración Montt por el valeroso caudillo político Ramón Vallejos, un coloso físico con alma de coloso. 

III.

 Ascendió tan lentamente en su carrera el soldado  Rivera, que sólo cuatro años más tarde (1863) era sarjento, i tardó todavía siete años en cambiar la cinta de la jineta por el galón del subteniente.  Otros siete aguardó su próximo grado. En 1877 ascendía a teniente, i en esta graduación hallóle la guerra. 
En el intervalo, como fuera militar prudente, laborioso i varón constante, había sido uno de los fundadores de Mulchén, desempeñando, en dos ocasiones de ajitación  política, las  subdelegaciones de  San Carlos de Purén i de Curaco, en el corazón de la Araucania. 

Destinado su cuerpo al campamento de Antofagasta, hacia sus últimos aprestos de marcha para la campaña, en el cuartel del Barón en Valparaíso, cuando recibió allí sus despachos de capitán, i en esa graduación marchó a la guerra el 15 de abril de 1879. 

IV. 
Distinguióse el capitán Rivera desde las primeras operaciones activas, porque en Pisagua perdió diez i seis hombres de su compañía i él mismo quedó maltratado por los guijarros de la áspera ladera al ascenderla. 

Después de San Francisco i del desembarco de Pacocha, designólo el jeneral Baquedano, que tenía buen ojo, para marchar con su ya bien probada compañía al valle de Moquegua, sosteniendo la caballería con que aquel jefe, al comenzar allí su gloriosa carrera, se internaba para "hacer algo" porque en aquella coyuntura nadie hacia nada.

La cooperación de aquella compañía aislada del Buin fué mui importante, i de seguro por todos se recordara, que casi no había boletín en que no se encomiara sus servicios en aquella prolija campaña de encrucijadas en los valles.

La cooperación de aquella  compañía  aislada del Buin fué mui importante, i  de seguro por todos se recordará, que casi no había  boletín en que no se encomiara sus servicios en aquella prolija campaña de encrucijadas en los valles. 

Su propio jefe, que era hombre de suma modestia, ha dejado un lacónico apunte de sus correrías, que así dice:

“El 11 de marzo salí con cien hombres para Hospicio, i de ahí, el 13, para Moquegua. Llegamos el mismo día a valle, i nos batimos con las avanzadas enemigas. Salimos victoriosos. El 14, ataqué i salimos triunfantes. El 17, ataqué i correteamos al enemigo. El 18, dos veces correteamos a las avanzadas. El 19, salimos para Moquegua i correteamos ese mismo día a las avanzadas. El 20, llegamos a Moquegua. El 22, batalla de la cuesta de los Anjeles i derrota del enemigo."

Cuánto i cuán expresivo laconismo de soldado i de soldado correteador!

V.
Después de haber tomado parte con su cuerpo, i en clase de capitán ayudante, en la campaña de estéril merodeo que, por órdenes supremas i fatalmente desacertadas, llevo al norte el coronel Lynch, el Buin, que se condujo con admirable disciplina i sobriedad, fué incorporado en la brigada Gana, de la segunda división, que mandaba el jeneral Sotomayor, i conducido al fuego por esos dos bizarros jefes, es un hecho militar ya famoso que, en una sola i arrojadísima carga, aquel rejimiento, vehemente por demostrar en presencia de todo el ejército de lo que era capaz, abrió con el atropello de sus pechos las puertas de Lima, cortando en su centro en dos trozos, como si hubiesen sido los quebradizos anillos de una serpiente, los batallones del ejército peruano, triple en número, que defendían las casi inexpugnables posiciones de San Juan.

El tercio de su número dejó el vengador i al fin vengado rejimiento en aquellos horribles médanos; i entre los primeros i el mas alto en graduación i en nombre, de los que allí quedaron, contóse el capitán talquino, cuyo modesto recuerdo consagramos. 

Al llegar a la cumbre, defendida por varios batallones, que fueron acuchillados hasta el último hombre, una bala le atravesó de parte a parte el pulmón derecho, i tomado  en brazos por su fiel asistente, llevóle éste a una zanja del camino de San Juan, donde a la sombra de un pequeño algarrobo hizóle el cariñoso soldado su primera 

Pasaba en esos momentos, dirijiéndose a las casas de San Juan, allí vecinas, el coronel Gana, radioso con su triunfo, i divisando a aquel sufrido oficial cubierto de sangre i desnudo de la cintura arriba, acercóse para saludarlo i fortalecerlo.

-"¿Triunfamos, señor?"- fué el saludo de aquel bravo. 

I cuando su jefe le respondió afirmativamente, una sonrisa de indecible ventura, destello de una alma heroica en un cuerpo moribundo, iluminé el rostro de aquel soldado, digno de su patria i de su pueblo, de su bandera i de su nación.

Una semana después (enero 23), el intrépido "buin" fallecía en la ambulancia de San Juan, i sus restos eran depositados en el Cementerio de Lima, con los honores de la guerra, el día 26. 

Trájolos después a Chile su aflijida esposa, i a fin de rendir culto eterno a su buena memoria, depositólos en la iglesia del Barón de Valparaíso, que había sido su punto de partida para la guerra, para la muerte i más allá... para la gloria. 


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

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