REGIMIENTO DE LÍNEA SANTIAGO
Lima, enero 18 de 1881.
En cumplimiento de las instrucciones de US. salí de Lurín con mi regimiento el 12 del presente a las 7 P. M., siguiendo la marcha de la 1° brigada de esta división, hasta las 2 A. M. del 13, hora en que acampamos. A las 4 ½ A. M. recibí la orden de continuar avanzando a marcha forzada hasta venir a situarme en un llano a retaguardia de los cerros que protegen a la población de Chorrillos por el norte.
En este llano tuve tres soldados heridos a consecuencia de haber estallado varios polvorazos de que este sitio estaba sembrado, por lo que recibí nueva orden de US. de replegarme a retaguardia y a la izquierda a fin de evitarlos, viniendo a ocupar con este cambio las faldas de los cerros. Momentos después recibí nueva orden de US. de avanzar al trote por las faldas de los cerros en protección de la 1° división, que batía al enemigo en los alrededores de la población y en el cerro de la costa.
En este trayecto, tuve que ir batiendo al enemigo que nos hacía un nutrido fuego de las alturas de los cerros, hasta llegar al pueblo, adónde sostenía mi regimiento a la derecha.
En la población sostuve un combate de media hora, atacando al enemigo por la derecha con parte del regimiento, el 2° jefe señor Anacleto Lagos y sargento mayor señor Lisandro Orrego, y yo con el resto, por la izquierda.
Persuadido de las dificultades para continuar el fuego por encontrarse en el pueblo tropa de varios de
nuestros cuerpos, haciendo inútil los nuestros, toqué reunión y desfilé a la izquierda, a fin de ir a tomar posesión del morro que estaba en poder del enemigo, desde donde nos hacía muchas bajas en nuestras filas, subiendo a él por la quebrada del cerro que da frente al cementerio.
En este penoso trayecto hice tocar continuamente reunión el fin de que se me uniera toda la tropa que por ahí se encontraba diseminada. Llamado a la cima, no me fue posible esperar el que se juntara todo el regimiento por ser muy nutrido el fuego enemigo; organicé mi tropa y la hice cargar a la bayoneta, marchando a vanguardia el capitán Troncoso, del batallón Valdivia, que se me había unido en el camino con algunos soldados de su cuerpo. Después de tres cargas sucesivas en que este capitán se distinguió por su valor y energía, intimé verbalmente rendición al enemigo, el cual huyó hacia abajo del cerro dejando su bandera, la cual fue arria da por un sargento del regimiento.
En la persecución que hice tomé prisioneros veintiocho oficiales, de coronel a subteniente, y quinientos noventa y dos individuos de tropa. Esta persecución me fue hacedera por los oportunos auxilios que recibí de US., pues ya mi primera tropa estaba diezma da, contribuyendo a esto tres minas que habían estallado.
Inmediatamente que tomé posesión del morro coloqué guardias alrededor de los fuertes a fin de evitar el estallido de las minas de que estaban rodeados y custodiar los cañones y muchas municiones, como US. tuvo la oportunidad de verlo, como asimismo, pocos momentos después, el señor General en Jefe.
Al reunírseme el resto del regimiento en este lugar, recibí del subteniente señor Hilario Calabrano un
estandarte que había to mado al enemigo en la población.
Por orden de US. entregué los fuertes al capitán Ferreira, de Artillería, y por orden del Cuartel General, los prisioneros, cuyo número ascendió a 1.500 con los que se me mandaron de los otros cuerpos y con los traídos por la parte de mi regimiento que había quedado batiendo al enemigo en el pueblo el día siguiente, al regimiento Esmeralda.
Me excuso de dar cuenta a US. del papel que desempeñaron las cuartas compañías guerrilleras por haber obrado, por disposición de US, juntas con las demás de esta brigada e independientemente al mando del sargento mayor graduado don Domingo Castillo, de este regimiento, cuyo parte adjunto, recomendando a este oficial por su serenidad y energía con que siempre se distingue.
El segundo jefe del regimiento, señor Anacleto Lagos, y el mayor señor Lisandro Orrego, se distinguieron por su arrojo y acertadas medidas tomadas durante el combate.
El comportamiento de todos los oficiales en general no desmintió en nada su renombre conquistado en acciones pasadas. Respecto a las clases e individuos de tropa, su conducta fue tan digna por su disciplina y obediencia en el campo de batalla, como merecedora a la consideración de US. por su intrepidez y valor.
Esta jornada cuesta al regimiento un oficial muerto y dos heridos; cuarenta y siete individuos de tropa muertos, y cincuenta y seis heridos, cuya lista nominal adjunto.
Demófilo Fuenzalida
Al señor Comandante de la 2ª Brigada de la 3ª División.
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Saludos
Jonatan Saona
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