Patricio Lynch |
Comandancia General de Transportes.
Pisagua, Noviembre 7 de 1879
Con fecha 3 del presente el comandante del vapor Toltén me dice lo siguiente:
“Tengo el honor de poner en conocimiento de V. S. lo acaecido en la mañana de ayer.
Habiendo recibido orden del Comandante en Jefe de la escuadra de avanzar hasta los buques de guerra, echándonos señales el blindado Cochrane para que me pusiera al habla, recibí de este jefe la orden de aproximarme a tierra para hacer fuego sobre el enemigo y proteger el desembarque de tropas, y que la tropa se ocultara en el entrepuente y desde las claraboyas hiciera fuego.
Así se hizo; mas no era posible que toda la tropa cupiese en el entrepuente; los que quedaron en cubierta eran distribuidos de tal manera, que hacían fuego tendidos.
Una vez, pues, a tiro de mis cañones y cargados éstos con metrallas, a fin de dañar más al enemigo, rompí los fuegos tanto de artillería como de fusilería, causando, no dudo, algún efecto en las filas del enemigo. Mas, como al tercer disparo faltase el cáncamo del broguero del cañón de estribor y se nos hiciera un fuego muy sostenido, causándonos algunas bajas, determiné alejarme un poco; pero, como a esa distancia no alcanzaban los cañones, determiné abandonar mi posición con el sentimiento de no haber llenado mejor mi comisión de proteger el desembarque, todo debido a la mala clase de los cañones y después de haber disparado tres tiros a metralla, y, más o menos, como tres mil tiros la tropa, todos muy bien dirigidos, tanto por la corta distancia como por la posición del enemigo, que descendía en esos momentos a rechazar el desembarque.
En la marinería no ha habido novedad, y sí en la tropa, habiendo resultado tres muertos y trece heridos.
El buque fue perforado en varias partes de la cubierta.
El desembarque de tropa ha terminado hoy sin novedad.
Tal es lo sucedido ayer, día que hará memoria en los anales de nuestras glorias, consiguiendo vencer al enemigo en su propio suelo y que estaba perfectamente atrincherado.
En conclusión, cábeme la satisfacción de manifestar a V. S. el digno comportamiento de la oficialidad y tripulación del buque de mi mando, que han sabido cada uno cumplir con su deber en los momentos en que se generalizó más el fuego del enemigo.
Todo lo que pongo en su conocimiento para los fines a que haya lugar.
Lo que trascribo a V. S. para los fines consiguientes.
Dios guarde a V. S.
PATRICIO LYNCH
Al señor Comandante General de Marina.
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SEGUNDO PARTE DEL COMANDANTE LYNCH
Comandancia General de Transportes.
‑A bordo del “Itata”.
Pisagua, Noviembre 7 de 1879
El día 26 del próximo pasado Octubre, hallándome en la bahía de Antofagasta con la flota de trasportes de mi mando, recibí del señor Ministro de Guerra y Marina la orden para proceder al embarque del ejército del Norte, destinado a ocupar territorio peruano.
En cumplimiento de esa orden, tomé las medidas oportunas para que aquella operación se efectuase con la rapidez y precauciones necesarias, atendiendo a las dificultades que presenta la indicada bahía.
En aquel día y en los que siguieron hasta el 28, se trabajó durante toda la noche del 27, se pudo embarcar los cuerpos del ejército, las municiones correspondientes, el material completo de la artillería, los caballos, el material del cuerpo de pontoneros, los elementos de embarque y una considerable cantidad de agua para el uso del ejército.
El día 28, a las 5 P. M., di cuenta al señor Ministro de Guerra, quien se encontraba ya con el señor General en Jefe a bordo del Amazonas, de que solo quedaba en tierra, pronto para embarcarse, un escuadrón de Granaderos con su caballada, haciéndole presente además que en la Elvira Álvarez había capacidad suficiente para colocar hasta trescientos caballos más de los que conducía. El señor Ministro me ordenó suspender todo embarque, a fin de zarpar con la brevedad posible.
En efecto, a las 6 P.M. se dio desde el Amazonas la señal de partida y el convoy se puso en movimiento. Lo dirigía el Amazonas, a cuyo bordo marchaba el capitán de fragata don Manuel T. Thomson, que hacía de jefe de la escuadra.
A retaguardia quedaron la fragata a la vela Elvira Álvarez y los trasportes Copiapó y Toro, que debían remolcarla, siguiendo las aguas del convoy.
Comprendí que la operación de sacar esa fragata de la bahía morosa y difícil, no solo por las condiciones especiales de la rada de Antofagasta, en un día de mar agitado por recio viento, sino por los estorbos que presentaban los buques mercantes allí surtos, en horas en que ya se extendían las sombras de la noche. Teniendo esto presente, y sabiendo que algunas de las naves del convoy debían recalar a mejillones para embarcar allí cuerpos de tropa, ordené a los trasportes remolcadores que, en caso de no poder seguir el convoy, perdiéndolo de vista, se dirigiesen al indicado puerto con la fragata remolcada. Tomé tal medida, a causa de no haber recibido instrucciones sobre rumbo, distancias y punto de reunión.
Durante la noche del 28 se navegó a distintos rumbos, siguiendo al Amazonas que dirigía el convoy.
Al amanecer del día 29, pude notar que faltaban del convoy el Lamar, el Angamos, el Copiapó, el Toro y la Elvira Álvarez.
Me puse al habla con el Amazonas y le hice saber la resolución que había adoptado al salir de Antofagasta, a última hora, de indicar, en caso de extravío del convoy, a las tres últimas naves, la bahía de Mejillones como punto de recalada. Supe en esos momentos que el Lamar y el Angamos, habían sido despachados de Antofagasta sin mi conocimiento ni dirección.
Desde las 11 A. M. del día 29, el convoy permaneció estacionado, habiendo sido despachada la Covadonga con dirección a Antofagasta. En ese día se me hizo saber que la recalada se haría en las caletas de Pisagua y Junín y que el punto de reunión para que se incorporasen al convoy los buques ausentes, sería latitud 23º, Longitud Gr. 71º 28’.
A las 6 P.M. de ese día, el Amazonas se separó con rumbo al Este, quedando accidentalmente al mando del convoy el capitán de fragata don Juan J. Latorre.
El día 30, a las 6 A.M., regresó el Amazonas, y se continuó navegando de 3 a 4 millas por hora al Norte del compás; pero en el mismo día, a las 6 P. M., el Amazonas volvió a separarse hacia el Este, y la flota continuó rumbo al Norte con andar de 3 millas por hora.
El día 31, a las 8 A.M., se reunieron la O’Higgins, la Magallanes, el Matías Cousiño y el Copiapó con la Elvira Álvarez; y más tarde, a las 4 P. M., la Covadonga y el Angamos, con el Loa que había salido en descubierta.
El 1º del presente Noviembre, el señor Ministro de la Guerra convocó a bordo del Amazonas a los jefes de marina y del ejército, para hacerles saber el objeto y plan de la expedición y la colocación que debían tomar durante la operación proyectada los buques del convoy. Debía atacarse a Pisagua y a Junín para efectuarse un desembarco, marchando a vanguardia y en línea el Cochrane, la O’Higgins, la Magallanes y la Covadonga. Por el costado derecho navegaría el Amazonas dando la dirección, y el Itata seguiría sus aguas. A retaguardia marcharían los demás trasportes hasta el momento en que fuese oportuno colocarlos en situación para embarcar en los botes las tropas de ataque.
Se acordó efectuar la recalada a las indicadas caletas a las 4 A. M. del día 2; pero ya fuese la desviación de las corrientes, ya fuese cualquier otro motivo, esa recalada se hizo a doce millas al Norte de los puntos fijado, perdiéndose algunas horas.
La flota embocó la bahía de Pisagua a las 6 A. M. de aquel día, y una hora más tarde los buques de guerra tomaban colocación en el fondeadero, al frente de los fuertes. A las 7 h. 15 m. el Cochrane rompió el fuego sobre las baterías enemigas y pocos minutos después disparaban a su vez la O’Higgins, la Magallanes y la Covadonga. El bombardeo se circunscribió al principio sobre los fuertes, y más tarde sobre la población, cuando desde sus edificios se hicieron descargas de fusilería sobre nuestras naves.
Mientras los cañones de la escuadra batían los fuertes enemigos, los trasportes se acercaban a tierra con lentitud. Como a dos mil metros de la costa comenzaron a arriar sus botes, que fueron enviados al costado del Copiapó y del Limarí. A bordo de esos trasportes venía la segunda división del ejército, compuesta del batallón Atacama y del regimiento Buin, y destinada al primer ataque de desembarco.
Continuaba el bombardeo a las fortificaciones enemigas y hallábase en los botes parte de aquella división, cuando el Amazonas se dirigió a la caleta de Junín, siguiéndole el Itata y la Magallanes, según las instrucciones recibidas: eran las 10 h. 30 m. A.M.
A las 11 h. 15m. llegamos al fondeadero de Junín. Algunos tiros de la Magallanes bastaron para poner en fuga a la gente que defendía aquella caleta, y a las 11 h. 30 m. se comenzó a efectuar allí el desembarco de la primera división. Era está formada con el regimiento 3º de línea, el batallón Navales, una batería de artillería de montaña y 115 Cazadores a caballo.
En cuatro o cinco horas, y teniendo que usar hasta de escalas para tomar tierra, a causa de las dificultades que presentaban las rocas de la playa con un mar agitado, desembarcando en aquel punto más de dos mil hombres con una batería de montaña; y tan pronto como pisaba tierra se organizaba y se dirigía a ocupar las alturas. El ascenso de los cerros, en aquella localidad, es difícil y su elevación no baja de los dos mil pies.
La Magallanes regresó a Pisagua poco después de la ocupación de Junín, y a las 5 P. M. se nos reunió el Angamos, trayendo a su bordo alguna tropa de Artillería de Marina que debía desembarcar en esa caleta. Aquel trasporte comunicó la noticia de la toma de Pisagua y poco después se dirigió a ese puerto.
Durante el día 3, se continuó en Junín el desembarco de caballos para los Cazadores, el de la tropa conducida por el Angamos y el de algunos víveres.
A las 3 h. 30 m. P. M. de aquel día, la Magallanes volvió a Junín trayendo la orden de regresar a Pisagua, reembarcando los víveres y la guarnición que se había acordado dejar en aquella caleta. Hecha esta operación, zarpé de Junín a las 6 P. M. y anclé en Pisagua a las 7 h. 50 m. P. M.
Actualmente se encuentran fondeados en esta bahía todos los trasportes de mi mando, ocupados principalmente en condensar agua para satisfacer las necesidades del ejército, y desembarcando las provisiones que existen a bordo según las exigencias de la Intendencia General.
Es cuanto tengo que comunicar a V.S.
PATRICIO LYNCH
Al señor Comandante General de Marina
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Saludos
Jonatan Saona
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