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26 de mayo de 2017

Parte de Pinto Agüero

Marcial Pinto Agüero
Parte Oficial de Marcial Pinto Agüero sobre la batalla del Alto de la Alianza

BATALLÓN COQUIMBO NUM. 1.
Campamento de Tacna, 27 de Mayo de 1880.

Señor Coronel:
El que suscribe, sargento mayor y 2º jefe del batallón Coquimbo núm. 1, pasa a dar cuenta a V.S. de lo ocurrido en este cuerpo en la función de armas de ayer.

Para referir con exactitud a V.S. las operaciones ejecutadas por el cuerpo en ese hecho de armas, me he puesto al habla con el señor comandante del cuerpo teniente coronel don Alejandro Gorostiaga, quien mandó el batallón hasta la mitad del ataque poco más o menos.

El señor comandante me expresó lo siguiente:

“A las 11:15 A. M. estando formado el cuerpo en batalla y a la izquierda del Chacabuco, recibí orden del señor coronel primer ayudante, del señor General en Jefe don Pedro Lagos, de avanzar en protección de los regimientos 2º de línea y Santiago a los que el enemigo había atacado rudamente, y escasos ya de municiones hacían fuego en retirada después de perder mucha gente. Estos cuerpos ocupaban el centro de la línea de nuestro ejército.

La orden se cumplió en el acto, mandando avanzar el cuerpo en batalla. En este orden se marchó unos
200 metros mandando en seguida desplegar en guerrilla al frente, las compañías de cazadores, 4ª, y sucesivamente las de granaderos 1ª, 2ª y 3ª. En esta formación se siguió avanzando al frente del enemigo, el que avanzaba envalentonado por la debilidad de los fuegos de la línea que protegíamos a causa de sus grandes pérdidas y pocas municiones.

Sobrepasada dicha línea y despejado ya nuestro campo de tiro, se rompió un fuego nutridísimo por nuestra parte, y como a 250 metros de distancia del enemigo. Fue entonces cuando cayeron heridos el
subteniente Ansieta (abanderado), teniente Masnata y capitán ayudante don Federico 2º Cavada y muerto el teniente don Clodomiro Varela que hacia las funciones de ayudante del señor comandante.

Serían las 12 M., poco más o menos y en medio de un nutrido fuego, fue puesto fuera de combate el señor comandante Gorostiaga, que con tanta valentía nos había dirigido hasta ese momento, a cansa de haberle atravesado el brazo una bala y haber sido herido el caballo que montaba, quedando desde ese momento el mando del cuerpo a cargo del que suscribe.

Los fuegos por nuestra parte se siguieron siempre en avance y a paso rápido hasta llegar a unos 80 metros de distancia del enemigo, oportunidad que aprovechó el capitán de la compañía de granaderos don Luis Larraín, para ordenar armar la bayoneta y preparar una carga; pero el enemigo huyó con tal rapidez que desgraciadamente no fue aprovechado el coraje y serenidad del indicado capitán.

Al enemigo se le siguió haciendo fuego, siempre ganando terreno, hasta el borde de la quebrada en que se domina la ciudad y valle de Tacna y que está a unas veinte cuadras de la población. En este punto ordenó se tocase alto la marcha y continuó el fuego a pié firme sobre el enemigo que huía en todas direcciones.

No creí prudente bajar al valle, pues solo tenía unos 150 hombres, habiendo sido el resto muertos, heridos y quedado rezagados, estos últimos a consecuencia de la marcha forzadísima de más de dos leguas que hizo este batallón, siempre en persecución del enemigo.

No ofendiendo ya nuestros fuegos y apagados los suyos por completo, se dio descanso a la tropa, siempre organizada, y esperé órdenes superiores.

V.S. sabe que el que suscribe solo hacía unos cuantos días que había tenido el honor de ser nombrado 2º jefe de este cuerpo, y poco conocedor de su personal de oficiales y tropa, me había visto embarazado para dar un informe de él momentos antes de entrar en acción; mas ahora que me ha cabido la honrosa fortuna de ponerme al lado de ellos durante la batalla del 26, puedo asegurar a V. S., con toda exactitud, que el personal de capitanes es tan valiente y sereno en el combate, como bizarro y arrojado el de tropa.

De los demás oficiales, puedo también asegurar a V. S. no han dejado nada que desear, todos ellos han estado a la altura de oficiales pundonorosos y como dignos hijos de la provincia que representan.

Nuestra bandera, que siempre marchó a la vanguardia ha sido atravesada por 10 balas.

El subteniente abanderado don Carlos L. Ansieta fue herido gravemente y reemplazado por el subteniente don Juan G. Vara que también cayó herido, sucediéndole sucesivamente los sargentos de la escolta Juan N. Oyarce y Cristian Helthlarg ambos muertos, y los cabos de la misma, Daniel Díaz, muerto, y Bernardo Segovia herido.

Los últimos que tomaron el estandarte fueron los cabos, Manuel C. Vera y Domingo Meléndez.
Las dolorosas pérdidas que en el cuerpo de oficiales tenemos que lamentar, son las siguientes:
Teniente coronel comandante, don Alejandro Gorostiaga, herido e igualmente los señores oficiales.
Capitán ayudante, don Federico 2º Cavada.
Id. de la primera compañía, don Francisco Aristía.
Teniente, don Manuel M. Masnata.
Subtenientes: don Juan G. Vara y don Caupolicán Iglesia.
Subteniente abanderado, don Carlos L. Ansieta.
 Id. don Antonio Urqueta.
Capitán de la segunda compañía, don Pedro C. Orrego, contuso.
Teniente, don Clodomiro Varela, muerto.

Las pérdidas que hasta ahora se notan en clase de individuos de tropa ascienden a 148 hombres entre
muertos y heridos, pasando de 30 por ciento de la fuerza de 480 hombres con que entramos en acción sin contar en este cálculo la pérdida de jefes y oficiales.

Antes de terminar este parte me permito hacer llegar a su conocimiento, a fin de que V. S. si lo tiene bien, lo haga llegar a noticias del jefe de la respectiva división que el capitán Ortiz del regimiento 2º de línea con 7 individuos de tropa se puso voluntariamente a mis órdenes e incorporado a este batallón en el momento en que pasábamos por la línea en que ocupaba su cuerpo, nos acompañó hasta el fin de la batalla.

Es cuanto tengo el honor de poner en conocimiento de V. S. con relación al hecho de armas de ayer.

Dios guarde a V. S.
MARCIAL PINTO AGÜERO

Al señor Coronel Jefe de la tercera división.


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Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. Por los diferentes partes leídos, de ambos bandos, fue una batalla cruda y dura, las bajas muy altas en regimientos y batallones. Se podría afirmar que en esta batalla, desaparece el ejercito de línea del Sur, peruano, y vuelve al altiplano los restos del ejercito boliviano. El otro grupo de línea queda en Arica, que también perece, abandonado a su suerte. Luego Pierola termina de sepultarlo todo a las afueras de Lima. La guerra se decidió, a mi juicio, en esta batalla del Alto de la Alianza, Tacna.

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