Juan Martínez |
BATALLÓN ATACAMA NUM. 1.
Tacna, Junio 1º de 1880
Señor General:
En cumplimiento de mi deber, tengo el honor de dar cuenta a V. S. de las operaciones ejecutadas por el batallón de mi mando en la batalla campal de 26 del pasado que tuvo lugar en los Altos de Tacna.
El 25 emprendimos marcha de Buenavista, formando parte de la segunda división compuesta del regimiento 2º de línea y del Santiago, comandada por el teniente coronel don Francisco Barceló. En esta jornada no hubo novedad digna de mencionarse y se hizo pernoctar a la tropa a dos leguas más o menos distante del enemigo.
Al amanecer del 26, estando de servicio el que suscribe, divisó que el enemigo en número de 4.000 próximamente, a marcha forzada se dirigía al costado izquierdo de nuestra división llevando su guerrilla de descubierta.
Acto continuo puse en conocimiento de V.S. y del Estado Mayor General la operación del ejército aliado, por lo que se dispuso que la segunda división marchase inmediatamente a su encuentro en orden de batalla. Tan luego como el enemigo se apercibió de nuestro movimiento retrocedió apresuradamente, guardando su retirada por gentes de caballería hasta tomar sus primitivas posiciones en el Alto de Tacna, donde tenía trincheras, fortines y zanjas. Esta operación fue ejecutada por mi batallón haciendo desplegar en guerrilla la 2ª compañía con orden de cubrir todo el frente de él y distante de 500 a 600 metros.
Después de marchar algún tiempo en son de combate, se me mandó hacer alto a fin de que nuestra artillería de campaña disparase sobre el enemigo en contestación a los primeros tiros de éste, cuyas punterías en su mayor número iban dirigidas a las guerrillas. Apagados momentáneamente los fuegos de los contrarios, de nuevo comenzamos a avanzar en igual formación, con orden de apoderarnos de las alturas en que se hallaba extendida la línea enemiga. Fue entonces cuando se rompió por el ejército aliado sobre nuestra línea un fuego vivísimo de fusilería, al punto apresuramos la marcha con el objeto de proteger a las guerrillas que se hallaban situadas a 800 o 1.000 metros de la línea enemiga. Este movimiento se ejecutó en medio de una lluvia de balas de toda especie que la tropa soportaba serena, impasible y sin disparar un tiro hasta que después de estar toda desplegada en la formación ordenada de antemano, se recibió orden de romper el fuego.
El combate estaba ya empeñado seriamente y nuestros soldados con un valor imponderable parecían querer disputarse los puestos de mayor peligro. Cada cual trataba de ser el primero, era así como mi batallón junto con el Santiago y el 2º de línea atacaban precisamente el centro de la línea enemiga, los puntos donde tenía colocada tanto en trincheras como en fortines, etc., su artillería Krupp y ametralladoras desde las cuales nos hacia un fuego horriblemente mortífero.
Esto, sin embargo, no impidió que mi tropa siguiera marchando siempre hacia adelante, disputándose el campo hasta llegar a estrecharse de tal manera, que algunos de mis oficiales y soldados dieron en ella la muerte, desgraciadamente con pérdida de sus vidas, al enemigo que en ese momento empezaba a retroceder.
Aprovechándome, pues, de una parte débil en la ya destrozada línea enemiga, avancé acompañado del capitán señor Gregorio Ramírez, subteniente don Baldomero Castro, del resto de mis soldados y también de alguna fuerza del regimiento Santiago a las órdenes del capitán señor Domingo Castillo, hasta tomar la retaguardia de las alturas. Con esta gente me dirigí en seguida al fuerte que se hallaba a la derecha de las posiciones enemigas, y atacando su retaguardia logramos desalojarlo de la tropa que aun se sostenía en él contra la brigada de Zapadores que lo atacaba de frente. Muy pronto el enemigo huyó con dirección a Tacna dejando en nuestro poder cuatro piezas de artillería Krupp de montaña y gran número de pertrechos de guerra.
En este punto se me reunieron además el sargento mayor de Zapadores señor José U. Urrutia, su ayudante y algunos individuos de tropa. Desde luego la derrota del enemigo estaba ya declarada por completo y en toda su línea le perseguía nuestro ejército, haciendo nosotros igual cosa que llegamos en su persecución hasta los cerros que enfrentan a la estación del ferrocarril en la ciudad de Tacna.
Aquí hicimos alto y ordené a los señores oficiales que me acompañaban reunieran su gente para evitar que no entraran a la población, en donde sin orden expresa no creí prudente hacerlo. Luego que V. S. con su Estado Mayor General, parte de la reserva y alguna artillería se presentó, dióme orden de acampar a continuación del regimiento Santiago, en el campamento que antes había ocupado el enemigo.
Los señores jefes y oficiales que se encontraron bajo mis inmediatas órdenes en este memorable cuanto glorioso hecho de armas fueron los siguientes:
Sargento mayor, don Gabriel Álamos.
Capitanes: don R. Soto A., don José A. Fraga, don Juan A. Fontanes, don Gregorio Ramírez, don Melitón Martínez, don José M. Puelma y don Rafael 2º Torreblanca.
Ayudante mayor, don Moisés A. Arce.
Tenientes: don Antonio M. López, don Antonio 2º Garrido, don Alejandro Arancibia, don Juan G. Matta, don Edmundo Villegas, don Ignacio, Toro, don Juan R. Silva y don Washington Cavada.
Subtenientes: don Juan 2º Valenzuela, don Abraham Becerra, don Gualterio Martínez, don José del C.
Ampuero, don Enrique Ramos, don Baldomero Castro, don Polidoro 2º Valdivieso, don Enrique Laverque, don Samuel E. Prefaneta y don Eugenio Martínez Cerda.
Cirujano don Eustorjio Díaz.
Practicante don Zenón Palacios.
El número exacto de individuos de tropa del batallón de mi mando que entró en pelea asciende a 592 hombres, de éstos 78 quedaron muertos en el campo de la acción y 205 heridos como lo verá V. S. por el resumen de las listas adjuntas sin contar muchos contusos y ligeramente estropeados que sería superfluo enumerar.
Como V.S. notará, las bajas de este cuerpo corresponden muy próximamente a la mitad del total de combatientes. Otro tanto tengo el sentimiento de manifestarle en lo que respecta a mis oficiales, que entre muertos y heridos he perdido 13, incluso el practicante. Los muertos son:
Capitanes: don Melitón Martínez y don Rafael 2º Torreblanca.
Ayudante mayor, don Moisés A. Arce.
Subtenientes: don Gualterio Martínez y don Juan 2º Valenzuela.
Heridos: Capitán, don José M. Puelma.
Tenientes: don Alejandro Arancibia, don Ignacio Toro, don Juan R. Silva y don Washington Cavada.
Subtenientes: don Abraham Becerra y don Eulogio Martínez C.
Practicante, don Zenón Palacios.
Todos estos jóvenes, tanto los que murieron como los heridos, se han conducido de una manera satisfactoria y me hago un deber en proclamarlo aquí, recomendando a la consideración y recuerdo de la nación chilena muy en particular al capitán don Rafael 2º Torreblanca y ayudante mayor señor Arce, que superaron todo arrojo cayendo en medio de las filas enemigas como solo caen los héroes acribillados de balas y bayonetazos.
La muerte de estos distinguidos militares es, señor, una pérdida verdaderamente irreparable para mi batallón, pues ambos reunían en sí dotes superiores y de grande utilidad.
El resto de mis oficiales, los que tuvieron la suerte de sobrevivir, desde mi segundo jefe señor Álamos, hasta el último subalterno, todos ellos han estado en el puesto del honor manteniendo y exhortando la tropa al cumplimiento del deber con la palabra, la acción y siempre con el ejemplo, mereciéndome sin embargo especial mención, el capitán señor Gregorio Ramírez, tenientes, señores Juan G. Mata y Antonio 2º Garrido y el subteniente, don Baldomero Castro.
Me es grato también recomendar a la alta consideración de V. S. la abnegación del cirujano, señor Eustorjio Díaz y del practicante, señor Zenón Palacios. Este último fue herido de gravedad en el momento mismo en que trataba de vendar una herida.
Esto es cuanto tengo el honor de exponer a V. S. acerca de la batalla del 26, cuyo éxito es la gloria más brillante que a nuestro ejército y sus valientes directores han podido alcanzar, por lo que me permito felicitar muy de corazón a V. S. expresándole mis votos por que siempre como hasta ahora le acompañe la fortuna y el buen acierto para guiarnos por el camino del triunfo, que es el camino de la felicidad de Chile.
Dios guarde a V. S.
J. MARTINEZ
*******************
Saludos
Jonatan Saona
No hay comentarios.:
Publicar un comentario