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25 de enero de 2017

Rafael Sotomayor

Rafael Sotomayor
Ministro de Guerra en Campaña Rafael Sotomayor Baeza

Rafael Sotomayor nació en la hacienda Huechún, Melipilla, el 13 de septiembre de 1823 y fueron sus padres don Justo Sotomayor y doña Clara Baeza.

Estudió en Santiago y el 2 de febrero de 1848, recibió su título de abogado. No ejerció la profesión sino que se dedicó a la magistratura. El mismo año que recibió su título, fue designado secretario de la Intendencia de Maulé, cargo que dejó en 1849 para viajar a California, atraído por la fiebre del oro. Sus expectativas no prosperaron en América del Norte, donde el desorden reinaba por todas partes y la ley del más fuerte, amparada en los Smith y Wesson, daban la razón a los delincuentes. Hombre de derecho, pronto se cansó de esa aventura y regresó a Chile, donde reasumió su cargo de secretario en la Intendencia de Maule y algún tiempo después fue designado Juez Letrado de Concepción.

Al producirse la Revolución de 1851, Sotomayor abandonó su caigo en Concepción por ser contrario a las ideas del General José María de la Cruz y se trasladó a Cauquenes. Amigo personal del Presidente Manuel Montt, entró a trabajar decididamente en su lucha contra la revolución y al pactarse un acuerdo en Purapel, dejó su judicatura en Concepción y fue a servir el cargo de Intendente de Maule y posteriormente el mismo en Concepción.

Justamente apreciado por Montt, debido a su carácter franco y recto, fue llamado a Santiago para hacerse cargo del Ministerio de Justicia, el 22 de enero de 1858. Sirvió esa cartera hasta el 18 de septiembre de 1861. Ese mismo año fue designado Superintendente de la Casa de Moneda.

Al comenzar la Guerra con España en 1865, el Gobierno del Presidente Pérez lo designó Encargado de Negocios en Bolivia y terminada esta misión, volvió a asumir la Superintendencia de la Casa de Moneda. En este puesto se encontraba cuando el Presidente Aníbal Pinto lo llamó a desempeñarse como
Ministro de Hacienda. Asumió el cargo el 18 de septiembre de 1876 y se mantuvo hasta el 27 de octubre de 1877.

Hombre de la entera confianza del Presidente Aníbal Pinto, éste lo llamó a servir el cargo de Secretario del Jefe de la Escuadra, Almirante Juan Williams Rebolledo. Este cargo obedecía a la necesidad que sentía Pinto de tener cerca del Jefe de la Marina, a un hombre que aconsejara a éste en las decisiones que tuviera que tomar durante el curso de la guerra, Pinto, que era quien debía, conforme a lo dispuesto en la Constitución, resolver en estos casos, encontró la manera de salvar esa responsabilidad, designando un representante suyo ante los Generales en Jefe, con lo cual entrabó el mando y creo inútiles roces.

El 11 de julio de 1879, Sotomayor fue nombrado Ministro de Guerra en Campaña, por un decreto firmado por Pinto y el Ministro de Guerra, General Basilio Urrutia. ‘‘Este decreto que creaba un Presidente de la República en Campaña”, fue manejado con absoluta reserva y sólo la prudencia y buen sentido de don Rafael Sotomayor, permitieron que no se produjera un roce de proporciones entre el Gobierno y el Mando Militar. Hombre juicioso, evitó las situaciones conflictivas, pero no fue obstáculo para que se produjeran desagradables roces entre el Ministro y el Mando Militar y dio motivo a que las injerencias civiles en los asuntos castrenses provocaran situaciones de riesgos por la dualidad de dirección que entrañaron.

Su patriotismo y decidida voluntad de cooperar al resultado de la guerra y a la victoria final, lo hizo poner todo su em peño en poner al servicio de las tropas los elementos que necesitaban para el buen desempeño de su cometido. Sin embargo no detuvo la injerencia civil en los asuntos militares, por ejemplo el nombramiento de hombres como José Francisco Vergara, en puestos que no le correspondía, pero que alcanzaba gracias a sus influencias con los personeros de gobierno.

Terminada la Campaña de Tarapacá, el Ministro Sotomayor y sus asesores más cercanos, los Tenientes Coroneles Baldomero y Diego Dublé Almeyda, Gregorio Urrutia y otros altos jefes que formaban a su alrededor, iniciaron los estudios de una reforma en la organización del Ejército, la cual iba a resultar muy beneficiosa, pero para la cual no se tuvo la deferencia de consultar al General en Jefe. Esta anómala situación produjo el quiebre en las relaciones Ministro Alto Mando y el General Erasmo Escala presentó la renuncia a su cargo. Escala se había encontrado con los hechos consumados cuando se le dio a conocer el decreto presidencial que designaba a las divisiones, sus comandantes, jefes de estados mayores y otros cargos.

El nuevo Comandante en Jefe, el General Manuel Baquedano, desde el primer momento en que asumió su cargo, demostró su carácter y entereza para liberar al Ejército de la tutela que los civiles trataban de tener.

La Campaña que se abría en el territorio peruano de Moquegua prometía ser dura y el Ministro Sotomayor se convirtió en virtual Cuartel Maestre para la organización de los servicios logísticos y de los medios de apoyo que debían tener las unidades que operaban. Tal trabajo resultó para él agotador.

Sotomayor, con una diligencia digna de un hombre, de pocos años, estaba en todas partes viendo y controlando el desembarco. La Campaña se abrió con buenos augurios y la Batalla de Los Ángeles permitió eliminar el peligro de fuerzas adversarias sobre el flanco norte chileno. Baquedano logró en ella una importante victoria.

Las fuerzas chilenas iniciaron entonces las operaciones a fin de enfrentar al grueso del Ejército aliado en las vecindades de Tacna y el 20 de mayo de 1880 alcanzaron Las Yaras, en la Quebrada del río Sama. El Ministro, que durante el día había hecho un agotador viaje a caballo, luego de soportar el sol y
la aspereza del clima, no había tenido tiempo de reponerse de la fatiga que el viaje le había causado. Cuando al anochecer de ese día, se sentó a la mesa para comenzar su comida, sus acompañantes lo vieron levantarse y salir de la pieza donde se encontraban. Pero antes de cruzar la puerta Sotomayor se desplomó.

Todos corrieron hacia él, pero desgraciadamente era tarde: don Rafael Sotomayor había muerto. “El Ministro en Campaña, uno de los hombres que más había trabajado para asegurar el buen éxito de la guerra, que se había expuesto durante cuatro días a los ardientes rayos del sol para asegurar el desembarco de Ite, pagaba su tributo al Dios de los Ejércitos... sin haber disfrutado de su brillante labor”.

El gobierno y todos los chilenos quedaron consternados ante la noticia. Sus eminentes servicios al país terminaban en medio del desierto y del abrumador trabajo que había echado sobre sus hombros. Tenía solamente 57 años esperándose mucho aún de su patriotismo y su actividad. Según el Almirante Patricio Lynch, Sotomayor “era la cabeza y el cerebro de la campaña”; para el General Basilio Urrutia. el Ministro “era el alma y el brazo del Ejército”. Para sintetizar su vida, bastarían las palabras que el General Baquedano pronunció al enterarse de su muerte: “¡Sotomayor! ¡hombre grande! Por él todo: Ejército, País, Presidente, ¡único grande! Los demás no”.

Don Rafael Sotomayor Baeza había contraído matrimonio, en 1847, en Cauquenes, con doña Pabla Gaete Ruiz, dejando varios hijos que descollaron en el campo del foro y los servicios públicos, sirviendo a Chile con la misma lealtad de su progenitor.

La total entrega de Sotomayor a sus deberes públicos lo hizo descuidar sus asuntos personales, en tal forma que, al morir en las Yaras, no dejó bienes materiales a su familia.
 

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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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