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20 de enero de 2017

Hernán Trizano

Hernán Trizano A.
Alférez Pedro Hernán Trizano Avezzano 

El Alférez Pedro Hernán Trizano Avezzano fue uno de los destacados hombres que contribuyeron a pacificar el sur, luchando contra las hordas de bandidos e indígenas que se reunían a la sombra de los caciques araucanos y llevaban la muerte y el pillaje contra los colonos que se dedicaban a labrar la tierra en las provincias de Malleco y Cautín, los graneros de Chile, cuando estas regiones se incorporaron al patrimonio nacional.

En 1860 atracó en la rada de Valparaíso, un buque italiano, del cual desembarcaron don Lorenzo Trizano Bonaparte y su esposa doña Ana María Avezzano, procedentes de Nápoles, en un viaje de placer. Estando en nuestro principal puerto, la señora Trizano dio a luz a un niño, quien fue bautizado con los nombres de Pedro Hernán. De regreso en su patria, el niño fue educado, durante sus primeros años, en Nápoles.

En ese tiempo, Nápoles era capital del Reino del mismo nombre y cuando en 1861, fue anexado a Italia, este niño pasó a la Escuela Naval y se graduó de guardiamarina. Pero el muchacho no había nacido para llevar una vida tranquila, de modo que tan luego como obtuvo su grado de oficial, pidió su baja y, embarcándose en una cañonera griega, fue a luchar en la guerra ruso-turca. Luego de permanecer un año en Constantinopla, abandonó su barco y se trasladó a un velero que hacía viajes por el Oriente. Durante dos años recorrió la India, China y Turkestán, mezclándose en variados incidentes que le dieron fama de hombre de valor. De Oriente viajó a América y en 1878 desembarcó en Uruguay. De Uruguay se trasladó a Argentina, cuando supo que el país, donde naciera 19 años antes, estaba en guerra con Perú y Bolivia, resolvió viajar a esta patria desconocida y el 15 de abril de 1879 llegó para sentar plaza en el Regimiento de Cazadores a caballo, que se movilizó para marchar al norte.

Desde el principio se distinguió, cuando el 15 de agosto de 1879, al mando de diez soldados, tomó el poblado de San Pedro, defendido por numerosos civiles y algunos soldados bolivianos. En el parte que elevara el Capitán Rafael Zorraindo, dando cuenta de los sucesos del 15 de agosto, se lee: “ChiuChiu, agosto 29 de 1879. El cabo Pedro Hernán Trizano y los soldados José Ñúñez, Cantalicio Hernández y Tomás Olguín, regresaron ayer del interior donde habían sido enviados en comisión por el señor Comandante de Armas. Trizano me da cuenta de que el 15 del corriente asaltó con su tropa el pueblecito de San Pedro, defendido por cuarenta paisanos bolivianos bien armados, tomándolo después de un combate encarnizado.
“El enemigo dejó en el campo 5 muertos y algunos heridos.
“Dentro del pueblo se tomaron algunas armas, dos cajas de guerra y sesenta cargas de charqui con destino a La Noria, todo lo tuvo que quemar por falta de medios de conducción.
“Según informes que he tomado, los individuos de que me ocupo se comportaron con mucha bizarría durante el combate, distinguiéndose el Cabo Trizano, quien marchando el primero al asalto, recibió a quemarropa una descarga de los enemigos que felizmente no le hizo daño”.

Posteriormente participó en el desembarco en Pisagua, en Dolores, Tacna, Arica, Pajonales de San Juan, Chorrillos y Miraflores. Terminada la Campaña de Lima las fuerzas chilenas regresaron al país por orden del Presidente Aníbal Pinto, sin que se hubiera concertado la paz. Con los primeros contingentes regresó Trizano, luciendo el grado de Sargento 1°, retirándose del servicio, el 16 de marzo de 1881.

Trizano estuvo tres años retirado, sintiendo nostalgia de sus días de campaña, hasta que nuevamente volvió a las filas en el Escuadrón de Húsares, establecido en la ciudad de Angol. Desde su puesto de oficial en la Frontera, ya que había sido ascendido a Alférez de caballería, sirvió a las órdenes del Coronel Urrutia.

Sus continuos trabajos en el terreno lo convirtieron en un experto soldado, luchando constantemente contra el clima duro y las condiciones adversas que presentaba el terreno.

Al crearse la Provincia de Cautín, Trizano ocupó un puesto en la Intendencia, como comandante de la policía rural. Esta policía estaba compuesta por un sargento, cuatro cabos y dieciséis soldados, cuyo armamento se componía de 12 revólveres Smith y Wesson, 25 carabinas Comblain, 25 yataganes y 11 sables de caballería del tipo francés.

Por aquel entonces, la Frontera, recién incorporada a Chile, se había convertido en una región de gran inseguridad a causa de la criminalidad existente y nadie se sentía a cubierto en sus posesiones, a causa de los bandidos que eran el terror de la comarca. Gran parte de estos bandidos, protegidos y mantenidos en las tierras de los mapuches, eran ex-soldados de la guerra o desertores que se reunían en grupos de salteadores que recorrían los caminos, desvalijando a los viajeros o bien, asaltando a las caravanas de carretas, robando cuanto encontraban y matando a los conductores.

En estas circunstancias se hizo necesaria la creación de la Policía Urbana de Temuco y en el mes de mayo de 1887, el Gobierno concedió la suma de $ 7.000 pesos para crear los cuerpos de Temuco y La Imperial.

Uno de los hechos más graves ocurridos en esa época, fue el alevoso asesinato del ciudadano inglés Enrique F. Peters. Este salió de Villarrica en dirección al norte y nadie volvió a saber nada de él, desde su partida el 12 de marzo de 1887. Se creyó que se había dirigido a la Argentina, pero como nada se sabía en los puestos fronterizos y ante la reclamación de la Legislación Británica, el Ministro del Interior don Miguel Luis Amunátegui despachó hacia el interior al Alférez Pedro Hernán Trizano. Trizano recorrió durante un mes el territorio en busca de noticias y hubo de enfrentar a numerosas bandas de malhechores, internándose en las quebradas cordilleranas e indagando entre los indígenas, Tuvo que cruzar los ríos a nado en compañía de tres de sus más bravos rurales y un guía; éste murió helado en la cordillera y otro de sus hombres se ahogó al atravesar el río Allipén, llevando un mensaje para el General Alejandro Gorostiaga. Los caballos murieron vencidos por la fatiga, pero el esforzado Alférez encontró siempre recursos para reponerlos. Recurriendo a cuanto medio estuvo a su alcance, descubrió que Peters había sido asesinado por un español de nombre Natalio Jara, junto con dos que le acompañaban.

Trizano se apoderó de los indios y diez de sus cómplices, los cuales descubrieron el crimen y el 3 de julio de 1887 entró en Temuco, con doce presos fuertemente amarrados y custodiados por sus tres bravos rurales. Su feliz éxito le valió a Trizano su ascenso a Teniente.

La eterna falta de visión de algunos y la envidia de otros, causó la salida de Trizano del mando de los Rurales. Gorostiaga trató de mantenerlo en su puesto, pero las autoridades, haciendo oídos sordos al clamor de los pueblos donde este hombre prestaba sus señalados servicios, dispuso su traslado al Estado Mayor de Plaza y en su reemplazo se colocó, frente a los Rurales, al Teniente Francisco Vizama.

Los Rurales formados por Trizano, pasaron a ser denominados por el vulgo como “Los Trizanos”, nombre que los enorgullecía. Estos hombres, al igual que quienes les diera el nombre, dejaron fama de bravos y fueron el terror de los bandidos, quienes, poco a poco, fueron desapareciendo bajo las balas y sables de estos defensores de la ley.

Trizano permaneció en la Frontera, donde se mantuvo viviendo modestamente de un exiguo sueldo y sus recuerdos. En 1905 se le concedió al retiro con el grado de Capitán y una pensión de 400 pesos mensuales. Inválido de una pierna, rastro de un encuentro memorable con un bandido, ex-soldado de caballería que manejaba tan bien el sable como él, vivió en Temuco hasta su fallecimiento, el 16 de diciembre de 1926.

No dejó fortuna; sólo una modesta casa para sus hijos, dos de los cuales sirvieron como oficiales en el Ejército de Chile. Su vida terminó como un ejemplo de nobleza y de bizarría en la difícil lucha que significó la pacificación de la Frontera y su incorporación a Chile. Su figura entró a la Historia de Chile y de esa región. Un busto suyo lo recuerda frente a la casa que habitara en la ciudad del Cautín, inaugurado por la Prefectura de Temuco en 1954 y obsequio del Regimiento Tucapel a esa repartición policial.


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Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

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