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27 de mayo de 2016

Parte de Dalence

Militar boliviano
Parte oficial de Zenón Dalence

Ministerio de la Guerra 
Direccion General de las Ambulancias del ejército boliviano
—Tacna, 3 de junio de 1880. 

Señor Jefe de Estado Mayor General. 
La Paz. 

Señor. 
Cumplo con el triste deber de comunicar a U. para que lo ponga en conocimiento del Jefe Supremo de la República el detall de los hechos ocurridos en las Ambulancias de mi mando desde el combate del 26 del próximo pasado, hasta la fecha. 

Situadas como se encontraban nuestras Ambulancias en el campamento a tan poca distancia de la línea de combate, tan pronto como se inició éste en la mañana del referido día, al propio tiempo que desprendí dos secciones de servicios a cargo de los señores doctores Constantino D. Medina hácia nuestra ála izquierda y Demetrio Moscoso y Bailón Mercado hácia la derecha, ordené la traslación de nuestro material movilizable a una situacion mas retirada a retaguardia, pues los proyectiles principiaban ya a caer entre nosotros y los heridos podían sufrir de nuevo el estrago que ellos ocasionaran. 

Efectivamente nuestro campamento fué trasladado a cuatro cuadras a retaguardia y rápidamente armadas las carpas y alistado todo nuestro material, principiamos a socorrer a los heridos que pudieron estar a nuestro alcance. Entre este número y definida ya la derrota, pudimos prestar auxilio al señor coronel don Eliodoro Camacho, Comandante en Jefe de nuestro ejército, que no pudiendo tenerse ya béstia para su traslación esta ciudad, fué colocado en una camilla y mandado trasladar a brazo por el ciudadano Julio Quevedo quien lo condujo a pié en medio de una lluvia de balas hasta esta Ambulancia, donde actualmente se le asiste con todo esmero. 

Poco despues de verificado este servicio y habiendo llegado a encontrarse nuestro campamento en el centro del campo de batalla, cuando la dispersión era completa y los proyectiles acribillaban nuestro material, fué casi de todo punto imposible contener la dispersión del resto del personal del servicio que aun permanecía con nosotros hasta ese momento. Quedaron conmigo en el campo tán solo el contador Rómulo Sória Galvarro, el practicante Manuel Lucero, y los sarjentos de sanitarios Sotero Tapia y José Málaga que con la abnegacion más grande me ayudaban en esos momentos a prestar los auxilios que instantáneamente reclamaban de nosotros nuestros heridos. Fuimos eficazmente ayudados en esta penosa labor por el jóven N. Muñiz, perteneciente a la segunda Ambulancia peruana cuyo personal había sido envuelto, como el nuestro, en la dispersión general de nuestro ejército.

A pesar de la confusión con que llegaban a nuestro campamento los soldados vencedores y mediante la intervención de algunos jefes con quienes fué preciso hablar, conseguimos que nuestros heridos fueran respetados sufriendo apenas un pequeño deterioro nuestro material. 

Con todo nos fueron tomadas dos banderolas nacionales con cruz roia, que espero poder recojerlas mediante reclamación que ya tengo entablada sobre el particular. 

Hácia a las 6 de la tarde llegó a incorporársenos el doctor Bailón Mercado, el presbítero Pablo Marcial Soto, el practicante José Tomás Adriasola y el comandante de sanitarios Narciso Romero, con una escuadra de sanitarios e inmediatamente fueron enviados al campo para recojer los heridos que aun necesitaran socorro. La comision prestó sus servicios hasta hora bien avanzada y el doctor Mercado estraviado por la niebla tuvo que pasar la noche sobre el campo, sin poder incorporársenos hasta la madrugada. 

En la mañana del 27 y en unión ya con el resto del personal, continuamos recojiendo heridos y a la vez inhumando los cadáveres en el lugar mismo en que los encontrábamos. Esta operación la hemos verificado simultáneamente las Ambulancias nuestras, las Ambulancias peruanas, las Ambulancias chilenas y comisiones militares de caballería, destacadas en diversos grupos y en diversos días.
 
El número aproximativo de heridos que hemos podido socorrer hasta hoy en nuestras Ambulancias, puede alcanzar a setecientos, siendo de ellos una buena parte del ejército chileno y otra del peruano. 

Incluyo U., una relación de los heridos de nuestro ejército que asistimos actualmente en nuestra Ambulancia, fuera de algunos que aun permanecen en otras Ambulancias, en domicilios particulares o que han continuado su retirada con nuestro ejército. 

El número de nuestros muertoa es computable en mas de seiscientos, siendo casi imposible poderlos designar por cuerpos, mucho menos nominalmente. 

Nuestro estandarte, a pesar de no haber sido posible tenerlo armado durante el combate por las circunstancias en que se hizo la traslación de nuestro campamento, ha sido atravesado por una bala dentro de su propia caja. Nuestras carpas están acribilladas y cada una de las piezas de nuestro material lleva las señales del combate. 

Están refundidas todas las secciones de nuestro servicio en la Ambulancia sedentaria, y trabajamos activamente para acabar de acomodar convenientemente todos nuestros heridos. 

El personal, además del designado ordinariamente, se halla aumentado con algunos cirujanos de cuerpo y varios practicantes: su número es relativo a las necesidades del servicio general.
 
Creo que hasta hoi hemos cumplido nuestro deber en la esfera de lo posible. Réstanos terminar la tarea con la puntualidad que las circunstancias exijen; para hacerlo, necesitamos que el común esfuerzo nacional investido con las inmunidades de la Cruz Roja, nos ayude con su continjente a aliviar la situación de nuestros heridos que no cuentan con mas amparo que el de la asociación que representamos. 

Hemos designado como nuestra Ajencia General para la República, la Sociedad de la Cruz Roja de la ciudad de La paz y deseáramos que tanto el Supremo Gobierno, como las Municipalidades, sociedades de Beneficencia y los particulares que quieran enviarnos algún donativo, lo hagan por conducto de dicha corporación. 

Los artículos que mas escasean en esta plaza, son: azúcar, harina, chuño, quinua, mandioca, chocolate, cigarros, vino jeneroso. En clase de medicamentos: quinina, quina, cloroformo, bismuto (sub-nitrato), gliserina, pelcroruro de fierro, creosota, alcanfor, alcohol, aceite de castor, ácido cétrico, aceite de almendras, ácido fénico, licor de Labarraque y cloral. A estas especies convendría agregar ropa blanca y de color, hilas, vendas, frazadas y colchones. 

En conclusión y para afianzar la respetabilidad de la gerencia que hoy desempeña el Comité que presido, convendría que tanto el Supremo Gobierno como las diferentes corporaciones que antes le han dispensado confianza, la ratificáran nuevamente, enviándonos con el óbolo de sus donativos una espresioó de consuelo para nuestros compatriotas heridos que aun permanecen entre nosotros. 

Con este motivo reitero a U. mis consideraciones de respeto, como su atento servidor. 
Zenon Dalence. 


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Registro Oficial de la República de Bolivia, Año I, n° 53, La Paz, 16 de setiembre de 1880.

Saludos
Jonatan Saona

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