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16 de febrero de 2016

Carta de Iriondo



Mienten los Rotos Ladrones
Recomendamos la importancia del documento que vá en seguida. La palabra muy autorizada del respetable señor Iriondo, es la mejor garantía de su veracidad.

¿Qué dirán, ame la relación de hechos, de una evidencia notoria, los nuevos descubridores de nuestra fortuna.

Un mentís solemne a la cancillería chilena

Sr. editor del “Comercio."

He visto en el editorial del ú1timo número de “La Democracia" en un párrafo trascrito de un diario araucano, todas las maravillas y prodigiosos descubrimientos que habían hecho los chilenos en el Litoral boliviano, entre ellos el descubrimiento del huano de Mejillones; y como ya estoy cansado de ver tanta mentira y tanta impostura, también me ha dado la gana de pegarles una sofrenada a esos rotos, haciéndales ver, que todavía hay hombres de aquella época, que saben quién fue el verdadero descubridor del huano de Mejillones. El descubridor, que, el primero hizo conocer el huano boliviano en Europa, fue si mal no recuerdo, el francés Carlos Barroillet, muy conocido en Valparaíso, y en prueba de ello me refiero a las actas del congreso del año 43, en las que consta, que, en pago de este servicio hecho a Bolivia, por ley especial sancionó dicho congreso el donativo a Baroillet de 400 toneladas de huano, huano que yo hice embarcar, siendo prefecto de La Mar, en la barca francesa Charles Napier, y sacado de Morro Moreno, que está al sur de Mejillones.

Esta es la verdad, y repito, me refiero a las actas de aquel año.

Debo agregar que el Peruano (don Wenceslao), como a su socio, le cedió Baroillet 100 toneladas de dicho huano.

De lo enunciado se desprende el derecho que hizo valer Bolivia a la posesión de sus huaneras. En efecto, y en esa misma época, el bergantín boliviano “General Sucre’, sorprendió a la barca chilena “Rumana", robando huano en la misma costa, huano que fue declarado buena presa por los tribunales de Bolivia.

Poco después, una barca inglesa, cuyo nombre no recuerdo, robó otro cargamento de huano, y se escapó de las garras del bergantín "General Sucre”, y fue a dar a Europa. De ello se le dio aviso al cónsul boliviano en Inglaterra, don Antonio Acosta, quien obró con tal actividad, que encontró la barca desembarcando el huano en Glasgow, en Escocia. Se embargó el huano; el hecho fue puesto en conocimiento del tribunal de presas de la Gran Bretaña; y, conocida la justicia del reclamo del cónsul, fue devuelto el cargamento a éste, estando de ajente de Chile don Javier Rosales. Este no hizo reclamo de ninguna clase; porque entonces nadie nos disputaba la soberanía en el desierto de Atacama.

En la misma época, se me dio parte una mañana, de que la noche anterior habían robado tres caballos algunos rotos chilenos: el uno de un señor Durandeau; el otro de un vecino francés, Lemaitre; y el tercero, no recuerdo de quién. Sabedor del hecho, y, por el rastro, conocido el rumbo de los ladrones, mandé orden a nuestro correjidor en el Paposo, nombrado por la prefectura de La Mar, para que tomara a los ladrones y a los caballos, y los mandara a la capital. Así lo hizo en cumplimiento de la orden; y los caballos fueron restituidos a sus dueños.

He entrado en estas particularidades, que ya, antes de ahora, las puse en conocimiento de algunos de nuestros hombres de estado, para probar, señor editor, los títulos que Bolivia tiene al dominio del desierto de Atacama, hasta el Paposo, que debe ser nuestro objetivo; y cómo mantuvimos la posesión pacífica, sin que reclamación alguna hubiese sido hecha hasta esa fecha.

Su atento y S. S.

JOSE IRIONDO.

La Paz, 27 de febrero de 1879


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Facsímil de "El Comercio" de La Paz, viernes 28 de febrero de 1879.

Saludos
Jonatan Saona

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