por Pedro Sapunar Peric
Desde el combate naval de Angamos, el 8 de octubre de 1879, Chile dominó sin contrapeso el mar, lo que rubricó el 18 de noviembre del mismo año con la captura de la cañonera Pilcomayo y cinco días después con la ocupación, sin resistencia, de Iquique por fuerzas de desembarco de marinería de la Escuadra. De allí en adelante, salvo algunos esporádicos y breves viajes de la corbeta Unión y de algunos transportes, los buques peruanos se mantuvieron fondeados en el Callao, dada la aplastante superioridad naval chilena, hasta su auto destrucción, en la madrugada del 17 de enero de 1881.
Relataremos aquí el penúltimo de estos viajes relámpagos de las naves peruanas, realizados todos ellos con gran decisión y audacia en aguas dominadas por la escuadra enemiga. En este raid se desarrolló lo que hemos denominado el mini combate naval de Tocopilla.
Con el fin de evitar que el Perú explotara las guaneras delas islas de Lobos y de la bahía Independencia, que eran las únicas fuentes de divisas que aún le quedaban, la escuadra chilena enviaba periódicamente naves a aquellos parajes a fin de obstaculizar y paralizar las faenas de extracción del guano. Así, el 5 de marzo de 1880 zarparon de Ilo la corbeta Chacacuco y el transporte Loa, con órdenes de destruir los elementos de carguío en los lugares ya citados. El comandante Viel, jefe de la flotilla, quemó los muelles, las explanadas de acopio y las lanchas, ordenó a los buques que allí cargaban que se hicieran a la mar, y aún más, embarcó al gobernador y al capitán de puerto, a quienes llevó presos al sur.
El gobierno peruano decidió tomar represalias, organizando un raid en base al rápido transporte Oroya en el que hizo embarcar un destacamento de desembarco de 500 hombres, además de un cargamento de armas para el ejército de Arequipa, cuya costa estaba bloqueada. El Oroya zarpó sigilosamente del Callao al amanecer del 30 de marzo de 1880 al mando del capitán de fragata Toribio Raygada, siendo despedidos por el Presidente de la República, el comandante general de marina y otras altas autoridades.
A las 4 horas A.M., el Oroya dejaba el Callao poniendo proa al sur. Desde la salida tuvieron una brisa fuerte y mar gruesa, que a la altura de San Gallán era de tal intensidad que les destruyó el chinchorro, El Oroya recaló en la caleta Chira, lugar donde debía descargar las armas destinadas ala guarnición de Arequipa, muy cercana al sitio donde se encontraban buques chilenos, sin que estos lo viesen. La descarga comenzó inmediatamente, si bien con bastantes dificultades debido a las marejadas, pero con toda la entusiasta ayuda de la población local. La faena se paró al llegar la noche, momento en que el Oroya zarpó rumbo hacia alta mar donde se mantuvo durante las horas de oscuridad. Al aclarar, nuevamente se dirigió a la caleta donde se reanudó la faena de descarga con rapidez, gracias otra vez a la ayuda de los pobladores ya la que daba término a las 5 horas P.M. Después de la puesta del sol el Oroya zarpaba hacia alta mar poniendo rumbo al sur, a Tocopilla, que tenía una guarnición de 23 hombres y ninguna artillería. El comandante de la “guarnición" era el mayor Letelier.
En las primeras horas del domingo 4 de abril el Oroya recalaba al norte de Tocopilla y barajando muy cerca de la costa se dirigió a su objetivo.
A las 8 horas A.M., el vigía del puerto de Tocopilla anunciaba ¡Vapor al norte! Muchas conjeturas se hicieron en la población, ya que no era el día del vapor de la carrera ni había tampoco transporte anunciado; muchos sospechaban que fuese un vapor peruano. A las 10 horas A.M. el vapor avistado entraba francamente a la bahía y después de dar una vuelta por ella se dirigió a la caleta Duende, ubicada al norte de la bahía, en la que existía una máquina beneficiadora de minerales y un pequeño muelle en cuya vecindad esta fondeado el remolcador de puerto Duende, sin gente a bordo. El vapor intruso era de dos palos, a ruedas y no traía bandera, pero los conocedores dijeron al instante que era el Oroya, el transporte armado peruano.
El buque se aguantó sobra la máquina, echó un bote en dirección a tierra y en seguida izó bandera peruana. Mientras tanto la bandera chilena ya flameaba sobre el edificio de la “Comandancia de Armas“.
El bote del Oroya avanzó decididamente hacia el vaporcito que se veía fondeado cerca del muelle, que era el Duende, y atracó a su costado, abordándolo; luego lo tomaron a remolque hacia el Oroya. Al notar esto, el administrador del establecimiento minero, don Luis Bichoff, subió a bordo del Oroya a reclamar la entrega de su remolcador, pero el comandante Raygada le contestó que el buquecito era chileno y que se lo llevaba, agregándole que necesitaba recursos y que por lo tanto no lo dejaría en ningún caso. El señor Bichoff protestó reiteradamente, pero todo fue en vano.
Mientras estos acontecimientos se desarrollaban sobre el mar,en tierra había gran actividad y entusiasmo. Autoridades, tropa (todos los 23 hombres) y vecinos se aprestaban para la lucha. El mayor Letelier estaba en todas partes. Todos salieron resueltamente a situarse frente al enemigo, para rechazar un probable desembarco.
En la bahía de Tocopilla estaba al ancla el vaporcito Taltal de 45 toneladas al mando del piloto José Theodoro, quien se encontraba en tierra al llegar el Oroya. Theodoro volvió rápidamente a bordo de su nave e hizo encender los fuegos para levantar presión en la caldera y con el mayor descaro salió rumbo al sur con su bandera chilena izada a popa.
¿Pasaba por la mente del piloto, en esos instantes, una escena semejante ocurrida 11 meses atrás, en el puerto de Iquique, cuando una débil nave chilena tomaba rumbo sur, muy pegado a la costa, y perseguida por una poderosa nave enemiga?
El Taltal pertenecía a don Rafael Barazarte, quien lo había puesto generosamente al servicio de la Escuadra chilena.
Volvamos a bordo del Oroya. Mientras estaban afanados en pasar remolque al capturado Duende, observaron de pronto una humareda al costado del muelle de Tocopilla y poco después vieron un pequeño buque que se separaba de él, haciendo rumbo al sur a toda fuerza de la máquina y muy pegado a los arrecifes de esa parte de la costa. Izaron en el acto la embarcación que les había servido para capturar al Duende y sin demora gobernaron para dar caza al vaporcito que huía. Cuando el Taltal doblaba ya la puntilla sur del puerto, llamada Punta Algodón, el Oroya rompió fuego disparándole un cañonazo con bala.
Simultáneamente, la “guarnición“ y el pueblo se desplazaban por tierra en dirección a la caleta sur para defender al Taltal al que suponían que vararía en ese lugar.
El primer cañonazo del Oroya fue saludado con un estruendoso¡Viva Chile! lanzado por la tripulación del Taltal y secundado en tierra por los soldados y el pueblo.
A continuación el Taltal volvió proa al enemigo y le disparó un tiro a bala con su pequeño cañón de señales y trás de éste, otro y otro, totalizando tres, las tres únicas balas rasas que tenía y después ... con sólo pólvora. Todo esto, al mismo tiempo que viraba y pasando por el costado del Oroya, a rumbos encontrados, se dirigió nuevamente a su punto de partida; su osado piloto, notando que el Oroya con su mayor andar le cortaría el paso, había hecho una maniobra desconcertante, pero apropiada a las circunstancias ya su pequeño radio de giro. A su vez el comandante Raygada del Oroya, pensando quizás en el comandante Moore de la Independencia y de lo sucedido en Punta Gruesa, daba una amplia vuelta, a buen resguardo de los arrecifes, para entrara la bahía de Tocopilla tras el fugitivo vaporcito.
Entretanto el Taltal, muy pegado a la costa, entraba a la bahía de Tocopilla, lentamente pero con gallardía, admirado por todos los espectadores ribereños y atracando al muelle se ató con fuertes amarras, amén de rodearse de lanchas. Según fuentes históricas peruanas, el Taltal, además de atracarse al muelle se habría varado de popa. Al mismo tiempo que el Taltal atracaba al muelle, los 23 soldados de la guarnición acudían desde tierra a defenderlo, dispuestos a rechazar al enemigo a la bayoneta, junto con grupos del pueblo, rotos chilenos armados de cuchillos y corvos, que cubrieron rápidamente el muelle.
El Oroya, mientras tanto, siguiendo tras el Taltal terminaba de virar en redondo y entraba a la bahía pasando cerca del vaporcito, pero no se atrevió a abordarlo, sin duda porque en tierra brillaban los yataganes y los corvos. Pareció que el asalto iba ya a realizarse el momento fue solemne, según el corresponsal del diario “El Pueblo Chileno“ de Antofagasta que narró pintorescamente estos hechos; “se vio arriar los botes del Oroya, luego, poco tiempo después los volvieron a izar, dieron tres vueltas sucesivas por la bahía de sur a norte, calaron el chapeau, requirieron la espalda, miraron al oeste, se fueron y no hubo nada“ (textual).
Para finalizar esta narración bélica transcribiremos la versión del enemigo sobre estos mismos sucesos finales de este mini combate naval de Tocopilla, escrito por el corresponsal del diario peruano “La Opinión Nacional“ de Lima, embarcado a bordo del Oroya, la que dice textual;“Emprendimos nuevamente sobre el puerto, donde permanecimos por espacio de una hora, y siendo ya innecesaria nuestra presencia en ese lugar, una vez que la lancha que perseguimos (se refiere al Taltal), además de las precauciones que había tomado, se había varado de popa, la abandonamos seguidos de la lancha capturada. (se refiere al Duende)“
Sin más incidentes notables, el Oroya volvió al norte, llegando a Pisco el 7 de abril y fondeando al día siguiente, a las 9 horas A.M., en el Callao junto con su presa, el vaporcito Duende, “siendo felicitados por una multitud de personas, por el feliz éxito de la expedición“ (textual del corresponsal recién citado). Indudablemente el comandante Raygada del Oroya, había demostrado en este raid gran valor personal y pericia náutica al arriesgarse tan cerca de los barcos de la escuadra chilena.
Después de este raid del Oroya, aquí relatado, sólo hubo un viaje relámpago más por parte de buques de la escuadra peruana, y fue el ejecutado poco tiempo después por el mismo Oroya a Camaná, 800 Km. al S.E. del Callao. Luego, el bloqueo de la escuadra chilena contra los buques peruanos fue total.
BIBLIOGRAFIA
1.- Guerra del Pacífico .- Ahumada Moreno
2.- La Guerra del Pacífico .- Gonzalo Bulnes .
3.- La Armada de Chile - Desde la Alborada al Sesquicentenario . Rodrigo Fuenzalida Bade
4.- Historia de La Marina de Guerra del Perú.- Manuel I.Vegas
5.- Historia de La Marina del Perú.- Rosendo Melo
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Artículo "El mini combate naval de Tocopilla" escrito por Pedro Sapunar Peric, disponible en historianaval.cl
Saludos
Jonatan Saona
Las razones de la incursión del "Oroya" a finales de Marzo de 1880 no fueron en respuesta a la incursión chilena en los puntos de carguío de guano; sino debido al fracaso del envío de armas a bordo del transporte "Talismán", las cuales debieron haber sido desembarcadas en Quilca el 17-18 de marzo, simultáneamente con la audaz ruptura del bloqueo de Arica que protagonizara la corbeta "Unión"; pero que, por decisión del general Beingolea, fueron desembarcadas mucho más al norte, en Pisco. Dada la urgencia que se tenía de armas, municiones y pertrechos para equipar al Segundo Ejército del Sur que se formaba en Arequipa y del que se esperaba pasara a reforzar a las fuerzas de Montero en Tacna, es que se decide enviar la expedición del "Oroya". El ejercer hostilidades en puertos chilenos era la tarea de interdicción que toda nave peruana llevaba, es decir, amagar la retaguardia chilena; esta misión también formaba parte de las órdenes de la "Unión", la que no pudo llevarlas a cabo por las averías sufridas en Arica, viéndose obligada a regresar directamente al Callao.
ResponderBorrarInteresante
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