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2 de noviembre de 2014

Orella sobre Pisagua

Manuel J. Orella
Parte de Manuel J. Orella sobre Pisagua

Comandancia de la goleta “Covadonga”.
Pisagua, Noviembre 3 de 1879.

Doy cuenta a V. S. de lo ocurrido en el buque de mi mando, desde nuestra salida de Antofagasta hasta el día 2 del actual a las 6. P. M., que largué el ancla en esta bahía.

El 28 del próximo pasado zarpé de aquel puerto junto con el convoy y conservé mi posición hasta el día siguiente a las 6 A. M., en que el señor Comandante en Jefe accidental me ordenó regresar inmediatamente a Antofagasta en busca de la barca Elvira Álvarez y de los vapores Copiapó y Toro que se habían separado del convoy. Acto continuo me puse en demanda del expresado puerto, a toda fuerza de máquina, a donde llegué el mismo día a la 1 h. 35 m. P. M. y después de esperar un rato, llegó a bordo el bote de la capitanía con el práctico del puerto, quien me informó que los buques que buscaba habían salido la noche anterior a las 10 h. 30m. P.M. 

Al momento me puse en movimiento a toda máquina, y aprovechando el viento, largué velas para reunirme al convoy en el lugar convenido. Continué navegando así hasta las 6 h. 10 m., en que se avistó un humo por la proa; aferré velas y preparé el buque para cualquier evento. A las 6 h. 50 m. reconocí ser el Amazonas e inmediatamente pasé a dar cuenta al Jefe del resultado de mi comisión. En esta ocasión recibí orden de dirigirme a Cobija y Tocopilla en busca de los mismos buques. Al día siguiente, el 30, a las 4 h. 40 m. A. M., estaba frente a Cobija, y reconocido que no había en el fondeadero buque alguno, me dirigí, a fin de economizar tiempo, a Tocopilla, a donde entré a las 7 h. 50 m. A. M. Allí encontré al Angamos el que me comunicó que no había arribado a dicho puerto ninguna de las naves. A las 8 A. M. zarpé en demanda de Cobija creyendo encontrar al Amazonas; llegué allí a las 12 M. y después de comunicarme el capitán de puerto que ningún buque de los nuestros había llegado, me dirigí nuevamente a Tocopilla a donde largué el ancla a las 4 P. M. A solicitud del comandante del Angamos, mandé todos los botes a remolcar las lanchas que debían embarcar al batallón de Artillería de Marina y tropa de caballería, permaneciendo en esta operación hasta las 9 h. 30 m. P. M., hora en que creí conveniente salir a cruzar fuera del puerto por haber notado que de tierra se hacían destellos que infundían sospecha. A las 11 h. 35 m. P. M. volví al fondeadero y mandé a tierra un oficio al señor Comandante de Armas para que se sirviera remitirlo en primera oportunidad al señor Comandante en Jefe accidental o entregarlo al comandante del primer trasporte chileno que arribase allí, con la advertencia que ese oficio contenía el desempeño de mi comisión en esas aguas, como también la derrota que debía seguir la Covadonga y el Angamos al siguiente día; por tanto, le hice recomendar que la referida comunicación solo fuera entregada a un oficial de guerra de marina para ser conducida a su destino.

A las 12 h. 30 m. A. M. volví a cruzar en la boca del puerto esperando que el Angamos concluyese de embarcar la tropa y animales que debía conducir. A la 1 en convoy con el expresado vapor, gobernamos al Oeste hasta las 6 A.M. en que no habiendo encontrado la escuadra en el punto designado para reunión, resolví, por las instrucciones verbales que había recibido del Jefe accidental de la escuadra, como por las instrucciones escritas que tenia el comandante del Angamos, gobernar al Norte del mundo y a una distancia de 30 millas de la costa, calculando arribar a Pisagua al amanecer del día siguiente. A la 1 P. M. de este último día se avistó un vapor por la proa y a las 2 h. P. M. estábamos al costado del Loa; cargué velas y poniéndome al habla con el Loa recibí orden de seguir sus aguas para incorporarnos a la escuadra, consiguiendo tomar nuestra colocación en el convoy a las 5 h. 30 m. P. M. sin haber tenido hasta ese momento novedad alguna.

También tomé en Tocopilla 69 individuos de tropa de la Artillería de Marina y dos oficiales, los cuales fueron trasbordados al Angamos el 1º del actual a las 6 h. P. M.

La noche de ese día seguimos navegando con el convoy hasta el amanecer del día que junto con la división de ataque avancé hasta entrar al puerto de Pisagua, y reconocidas que fueron las posiciones del enemigo, se rompió el fuego a las 7 h. 5 m. sobre el Morro de Pisagua, de la parte Norte, y viendo que no se contestaba a nuestros fuegos, vire para tomar la posición conveniente para concentrar los fuegos sobre la batería del Sur, que en ese momento la batían el Cochrane y la O’Higgins. Inmediatamente que notó el que suscribe que la guarnición abandonaba el fuerte, goberné cerca de playa hacia el Norte, tanto para proteger el desembarco de las tropas, como también para hacer fuego sobre las tropas enemigas que bajaban en ese momento por las laderas del Morro y se refugiaban en el cementerio de la población, consiguiendo evitar que los enemigos lograran llegar al punto de desembarco y hacerlos regresar a sus parapetos. 
Proseguí en seguida acercándome más al punto de desembarco de nuestras tropas, y obtuve el resultado que buscaba desalojando al enemigo de la posición ventajosa que ocupaba en ese momento para atacar a la tropa que desembarcaba en Playa Blanca. Tan luego como las tropas tomaron posesión del punto de desembarco, me desprendí de la playa a una distancia de 100 metros y principié el fuego sobre los grupos enemigos que dominaban las cimas de los cerros. En esa posición permanecí media hora, y cumpliendo órdenes del capitán Simpson, jefe del desembarco, me dirigí a reconocer la caleta Norte de la bahía. A mi llegada pude cerciorarme de las grandes ventajas que ofrecía esa caleta para un desembarco protegido por los fuegos de los buques. Los enemigos en dispersión corrían al interior de la Quebrada de Camarones, y con el fin de ahuyentarlos y preparar el lugar de desembarco, hice hacer fuego de fusilería hasta que estuvieron fuera de alcance y la playa completamente despejada.

A las 12 h. 30 m. P. M. regresé al puerto y continué el fuego hasta la 1 h. 30 m., en que no se veía ya al enemigo.

En esta acción solo ha habido un herido, el carbonero Cecilio Rojas, que recibió un balazo en un hombro en circunstancia que iba en el bote de desembarco, pero cuya herida es de poca gravedad.

Los proyectiles y pólvora consumidos es como sigue:
100 granadas comunes con espoleta de percusión.
10 granadas de segmento con espoleta de tiempo.
17 granadas de a 9 libras.
33 granadas comunes de percusión.
10 granadas comunes de tiempo.
10 tarros de metralla. 
2,500 tiros Comblain.
110 cartuchos pólvora de 10 libras c/u.
70 cartuchos pólvora de 18 onzas c/u.
225 estopines.

En conclusión, me es grato manifestar a V. S. que la oficialidad y tripulación se han conducido a mi entera satisfacción.

Es cuanto tengo que exponer a V. S. en cumplimiento de mi deber.

Dios guarde a V. S.
MANUEL J. ORELLA.

Al señor Comandante en Jefe de la división de ataque del puerto de Pisagua.



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Saludos
Jonatan Saona

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