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19 de octubre de 2013

Carta de Lavalle

José Antonio de Lavalle
Carta de respuesta de Lavalle a Iglesias

Un punto en común entre el General Miguel Iglesias y el diplomático don José Antonio de Lavalle, es que ambos perdieron a uno de sus hijos, quienes combatieron en la batalla de San Juan el 13 de enero de 1881, falleciendo los jóvenes Alejandro Iglesias y Hernando de Lavalle.

Don José Antonio de Lavalle, que se encontraba en el exterior cumpliendo con su labor, al volver al Perú es enviado prisionero a Chillán (Chile).  Es allí donde recibe una carta del General Iglesias, en la cual le convoca para encargarle la negociación de la paz con los chilenos.

En su carta de respuesta, Lavalle señala la magnitud del sacrificio que se le impone, pero que acepta dada la situación.

"Chillán. 1° de Febrero de 1883.
Muy estimado General y amigo:

Hoy puso en mis manos mi amigo y compañero de destierro el señor García y García la carta que se sirve Ud. dirigirme desde Cajamarca con fecha 5 del mes próximo pasado, en la que después de participarme la investidura que ha resistido de la Asamblea del norte, con la obligación de ajustar inmediatamente con Chile la paz posible manifiéstame los propósitos que abriga y las intenciones que le animan en el cumplimiento de la misión que se le ha impuesto, concluyendo por expresarme que se ha fijado en mí para que como representante del partido nacional, en unión del antenombrado señor García y García por parte del civilismo y del señor Castro Zaldívar como personero del orden de cosas iniciado en el norte.

Desde que abrigo, no de ahora, sino desde que llegué de Europa en 1881, la profunda convicción de que la paz posible es el único medio de salvar lo que aún nos queda de Patria, así como la de que el que la firme, firma quizás su sentencia de muerte material y, de seguro, la de su muerte política, no puedo vacilar.

Me pone Ud. a elegir entre cooperar a la salvación probable del Perú y mi propio sacrificio; Acepto, y doy a Ud. las gracias porque me ha creído a la altura de la situación que me impone. Los que como Ud. y yo hemos dado a la Patria la vida y sangre de nuestros hijos, nada podemos rehusarle ya.

Queda a la disposición de Ud. su afmo amigo y antiguo condiscípulo 
J. A. de Lavalle".

Es así como es liberado y al regresar al Perú negocia junto con don Mariano Castro Zaldívar (Perú), y  don Jovino Novoa (Chile), el Tratado que pondría fin a la guerra del Pacífico


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Saludos
Jonatan Saona 

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