Señor:
Tengo el honor de transcribir a V.S. el siguiente parte pasado por el capitán don Diógenes de la Torre, comandante del destacamento de Marcavalle:
"Huancayo, julio 9 de 1882.- Señor mayor, comandante accidental del batallón:
"Hoi a la madrugada, 5 A.M., fuí atacado por el enemigo en un número que no bajaría de 2,000 hombres de las tres armas i al parecer provistos en su maior parte de armas de fuego i algunos con lanzas i hondas. En vista del crecido número porque me veía amenazado, mandé orden al subteniente don Demetrio Venegas, comandante de la avanzada que todas las noches se colocaba en una garita distante como cuatro cuadras del punto en que estaba situado mi campamento, que se retirara, pero sin dejar de hacer fuego. Obedecida que fue mi orden, determiné, dando cumplimiento a lo dispuesto por V.S. en caso de ataque, marchar en retirada, en atención a que el enemigo me tenía casi enteramente rodeado i emprendía el avance por distintos puntos; pero esta determinación la tomé después de haber mandado aviso a Pucará, donde se encontraba el ayudante don Pedro Pablo Toledo al mando de dos compañías.
"El refuerzo pudo llegarme cuando ya me faltaban seis cuadras más o menos para llegar a este último punto, pero ya era de todo punto inútil por las circunstancias que dejo espuestas.
En el ataque tuve la desgracia de perder al teniente don José de la Cruz Retamal i al subteniente don Elías Garay, más 14 individuos de tropa muertos i 10 de estos últimos heridos, pero consiguiendo hacerle muchas bajas al enemigo.
"Los últimos acontecimientos omito referirlos por cuanto V.S. tuvo oportunidad de presenciarlos.
"Es cuanto tengo que decir a V.S. para su conocimiento i demás fines".
Por mi parte tengo que agregar a V.S., que a la diana de hoi sentí en Zapallanga tiros de fusilería por el lado de Pucará, i comprendiendo que habían empeñado combate las fuerzas de avanzadas, en el acto me dirigí a ese punto con el sargento mayor don Fernando Pérez, teniente don Luis Lecler, que me servía de ayudante, i 30 hombres de caballería al mando del bizarro teniente de Carabineros don Ildefonso Álamos. Como en la medianía del camino recibí un parte verbal que me mandaba el capitán ayudante don Pedro Pablo Toledo, por conducto de un soldado de Carabineros, en que me daba cuenta del serio ataque que había el enemigo obligado a empeñar a la compañía destacada en Marcavalle. En esos instantes diviso los cerros coronados de enemigos i que éstos se dirigían con ligereza, en todas direcciones, al pueblo de Pucará, e inmediatamente ordené al sargento mayor don Fernando Pérez se fuese a ese punto con el piquete de caballería a tomar el mando de las fuerzas i proteger la compañía que en retirada se defendía, i una vez unida a él, se retirase i tratara de sacarlos a un terreno plano que hai, pasado el río, al frente del punto mencionado, lugar donde debía esperarlo io con la fuerza que tenía en Zapallanga en disposición de ataque.
Como la tropa marchaba en retirada en cumplimiento de las órdenes que tenía, el enemigo tomaba gradualmente más arrojo hasta avanzar el plan donde me encontraba. Viendo que tan de cerca nos perseguían i nos hacían bajas, ordené al ayudante Toledo rompiera los fuegos, siendo esto suficiente para que se retiraran a parapetarse al pueblo, en vista del gran número de bajas que se les hizo, i en este instante fue cuando di segundo aviso verbal a V.S., que ya con cuatro compañías que tenía reunidas i puestas al frente de ellos en disposición de atacar, esperaba refuerzo i órdenes, i como se demoraran en llegar i el enemigo se organizaba como en número de 2,000 con el fin atacarme, resolví colocarme más a retaguardia, en lugar más a propósito, que fue donde me encontró V.S. i me dio orden para retirarme a esta plaza. En el avance hasta el plan del enemigo, tuve el sentimiento de que se me hiciesen siete bajas más de tropa i dos caballos, siendo de los primeros tres muertos i dos heridos de la 3ª compañía i dos heridos de la fuerza de caballería. También, por la ligereza con que salió a proteger la compañía, quedaron en el cuartel las cajas con documentación de ellas, la mayor parte del vestuario nuevo de dos compañías, todo lo cual quedó en poder del enemigo, como también los rifles de los muertos, los que fue imposible recogerlos por lo quebrado del terreno i el gran número de enemigos que nos acosaban de distintos puntos.
Incluyo a V.S. la lista de los muertos i heridos pertenecientes a este batallón, los que siempre tendré que lamentar.
Réstame decir a V.S. que el señor Jefe, oficiales i tropa que han tomado parte en este acontecimiento, se han conducido como siempre a la altura de sus deberes.
Lo que participo a V.S. para su conocimiento i fines consiguientes.
Domingo Castillo
Al señor Coronel Jefe de la División del Centro.
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Imagen: Domingo Castillo, tomada en el estudio Courret, archivo Courret -BNP
Saludos
Jonatan Saona
Después de leer, saco la siguiente conclusiòn y me pregunto ¿Cual es la tremenda derrota en Marcavalle y Pucara. Siendo que fuè una retirada estratégica , como aconsejaba la situación, para los Peruanos fuè "Una victoria.
ResponderBorrarY NO REGRESARON JAMAS ¡ VICTORIA !
BorrarCaceres y los indios altoandinos
Bueno,
ResponderBorrarTipico de Caceres, huia de las grandes unidades chilenas y solo atacaba cuando estaba 4 o 5 a 1 y tenia la seguridad de vencer.
Fui siempre su sino, durante la guerra regular, jamas logro una victoria y durante la campana de la Sierra, la unica vez que se atrevio a combatir con fuerzas similares fue en Huamachuco y derivado de un error tactico cometido por el, su ejercito fue aniquilado y con ello termino la resistencia peruana.
Mi estimado y que Arica era la misma proporción y en ves de huir en retira se les enfrentó, entonces tu teoría es bien pobre, qué gran batalla ganaron los chilenos cuando estaban 4 a1, qué ganaron y que se vanaglorian igual fue con el Huascar 6 buques contra un pequeño monitor, una vergüenza para la marina chilena.
BorrarOcurre que esa fue, justamente, la genialidad de Cáceres. hacer una guerra de guerrillas, en su territorio y con sus elementos, logrando buenos resultados contra un enemigo que no logró adaptarse a ese tipo de combate. Su error fue, como sabemos, intentar derrotar a fuerzas chilenas en una batalla campal en un terreno que, incluso, resultó apto para la acción de la caballería chilena. Y habiendo dejado atrás, inexplicablemente, el grueso de su munición de infantería.
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