Militar no identificado |
Parte de Andrés Gamarra sobre el combate de Los Ángeles
Comandancia general de la Primera División del Segundo ejército del sur.
Carumas, marzo 23 de 1880.
Señor Contralmirante, General en jefe del primer Ejército del Sur.
Señor Contralmirante:
A pesar de que por comunicación de fecha 13 del que cursa recibida el día de hoy, el señor coronel secretario de Estado en el despacho de guerra me indica la marcha sobre este departamento del señor General en jefe del 2º ejército y con el cual debo entenderme directamente, creo indispensable participar a U. S. que el 22 del referido mes a horas 5 A. M. fuí atacado por el enemigo en el número de 3.000 hombres de infantería, 900 de caballería, 7 piezas de artillería y 2 ametralladoras por los costados derecho, izquierdo y centro del alto de los Angeles y la quebrada de Tumilaca; y viendo después de más de dos horas de combate la imposibilidad de obtener resultados favorables, pues la superioridad de aquel era inmensa, resolví salvar a todo trance la división de mi mando, para lo que emprendí la retirada con los batallones Granaderos, Canchis y Canas sobre esta localidad a donde he llegado sin tener la menor novedad, pues estos han rivalizado en moralidad y disciplina.
Lo que me es grato participar a U. S. para su inteligencia manifestándole en conclusión que mañana emprendo mi marcha sobre Omate de donde continuaré sobre Arequipa.
Dios guarde a U. S. muchos años. S. C. A.
A. Gamarra.
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Comandancia general de la Primera División del Segundo ejército del sur.
Omate, abril 4 de 1880.
Señor general en jefe del segundo ejército del sur. S.G.
Cumpliendo con lo que ofrecí a u.s. en oficio fecha 23 del mes pasado, tengo el honor de manifestar que el 17 del indicado mes me retiré con la división de mi mando sobre el punto denominado Tambolombo a consecuencia de que las avanzadas chilenas ocupaban Moquegua. En la madrugada del 19 tomé posesión de Alto de los Ángeles e inmediatamente procedí a reconocer esta posesión de mi flanco derecho y frente, como también mi izquierda, desde Quilin-Quilin a Hoyeros; habiendo acampado con aquella en el sitio del Arrastrado.
Cumpliendo con lo que ofrecí a u.s. en oficio fecha 23 del mes pasado, tengo el honor de manifestar que el 17 del indicado mes me retiré con la división de mi mando sobre el punto denominado Tambolombo a consecuencia de que las avanzadas chilenas ocupaban Moquegua. En la madrugada del 19 tomé posesión de Alto de los Ángeles e inmediatamente procedí a reconocer esta posesión de mi flanco derecho y frente, como también mi izquierda, desde Quilin-Quilin a Hoyeros; habiendo acampado con aquella en el sitio del Arrastrado.
En la tarde del mismo día, por orden general de esta fecha, se dispuso que dos batallones entrasen de servicio, ocupando los Ángeles uno y el otro Quilin-quilin, los mismos que debían ser relevados cada 24 horas, y que los jefes que estuviesen de servicio se denominasen jefes de la línea y que a ellos estaba encomendada la seguridad y defensa del puesto que se les confiaba. Así mismo dispuso que la mitad de la infantería con sus respectivos oficiales y al mando del sargento mayor don Julio Ascana, ocupase el cerro grande de Quilin-quilin que dominaba Sancara, y Yunguyo y la Calera.
El 21, día que debían ser relevados Grau de los Ángeles y Granaderos en Quilin-quilin, me manifestó el coronel Chocano, primero de palabra y por escrito después, que siendo su cuerpo formado en la provincia y el conocedor personal del lugar, le permitiese no ser relevado y que quedaba encargado de la defensa de esta posición.
En la misma tarde fueron tomados 4 soldados y un oficial chileno; los que remití a Torata; y en la noche el coronel de Grau hizo descender de los Ángeles con mi conocimiento 20 cazadores de su cuerpo, a sorprender la avanzada chilena de caballería que se hallaba en la cuesta de Tambolombo, cuyo resultado fue tomarles 4 caballos, 4 carabinas de Winchester y ocasionarles varios muertos y heridos. A la una de la mañana del 22 fui avisado de que el enemigo se movía con dirección a Samegua. Inmediatamente ordené bajase la 6º compañía de Granaderos al mando de su comandante teniente don Nicolás Roncal y del sargento mayor 2do jefe del cuerpo don Francisco García, con orden de contener cualquier tentativa que el enemigo se propusiese efectuar con Quilin-quilin habiendo hecho remplazar en este sitio a dicha compañía con la 1ª. de Canchis como también que la otra mitad de la referida columna fuese a reforzar el sitio que ocupaba aquella.
A las 4 y media de la mañana por previsión mandé poner sobre las armas a todos los cuerpos, y permanecí en este estado hasta las 5 que se oyeron los primeros tiros en Holleros; entonces comprendí que los enemigos me atacaban por mi derecha e izquierda y acto continuo hice descender a la 1a de Canchis que estaba en Quilin-quilin al mando de su capitán y a cargo e teniente coronel graduado don José M. Vizcarra, a reforzar a la de Granaderos y ordené al jefe del e.m. teniente coronel don Simón Barrionuevo, situase de la manera más conveniente a estas dos compañías y descendí hasta colocarme a tiro de los enemigos para reconocer el terreno que ocupaban a la vez que las fuerzas que emprendían el ataque. Bien aclarado el día, noté que en el sitio llamado la Calera se encontraban ya rompiendo los fuegos 6 piezas de artillería, 3 ametralladoras, un regimiento de infantería de 800 a 1.000 plazas, vestido de chaqueta azul y pantalón gransa, y a la izquierda de esta línea el resto de su infantería y una gran masa como de 600 a 800 de caballería.
Por consiguiente, perfectamente situada como quedaban nuestras dos compañías en los púlpitos, rompiendo los fuegos con bastante precisión y a la Gendarmes colocada en Quilin-quilin que hacía lo mismo interrumpiendo la marcha del enemigo que no pudo avanzar un palmo más del terreno que ocupaba, a pesar de la superioridad de sus fuerzas conociendo que las municiones debían bien pronto escasear, ordené al oficial primero adjunto al e.m. Eduardo Luna, remitiesen. un cajón además de dos cargas que llevaban los arrieros. Ya para entonces atacaba el enemigo la posición de los Ángeles con artillería e infantería. Comprendiendo que debía reforzar las compañías que estaban en la quebrada situada en el cerro los Púlpitos, me dirigí rápidamente al Arrastrado para tomar el batallón Granaderos con el objeto ya indicado.
Al descender me encontré con que los batallones que había dejado formados en columna cerrada, estaban desplegados en batalla y rompían sus fuegos sobre el enemigo, cuando hasta ese momento creía que los cazadores que estaban en mi vista y descendían sobre los Ángeles haciendo fuego por el cerro de Estupiña, eran los del batallón Grau; mas este error fue cosa de un momento, pues vi que los soldados del referido cuerpo venían en completa derrota y que aquellos que suponía de Grau eran del batallón Atacama pertenecientes al ejército de Chile, que en la noche por la quebrada de Huaneros, habían tomado el de Estupiña flanqueando esta posición y dominando los Ángeles, y que a pesar de los esfuerzos que hacía el coronel a quien estaba confiada la defensa de esta, no pudo recobrarla, no consiguiendo otro objeto en el corto recinto de los Ángeles, que el que fuese diezmada su tropa y puesta en completa dispersión. Esto sucedía cuando yo venía de Quilin-quilin, como he dicho antes, a tomar un cuerpo y reforzar las compañías que habían en los púlpitos.
Flanqueado, pues, por los Ángeles y recibiendo un fuego mortífero que hacían los enemigos del cerro de Estupiña sobre la división ya no me quedaba otra cosa que salvar ésta de ser cortada completamente, batida y destruida, por cuya razón ordené al jefe de Canchis desfilara a tomar Yacango, y poco después las siguió Canas y Granaderos. Cuando estos cuerpos desocupaban el Arrastrado, tomó personalmente el mando de la primera de éste último y me situé en la lomañita en cual concluye el Arrastrado, a proteger la retirada de la fuerza; permaneciendo todo el tiempo que fue necesario, y después de haber perdido cinco hombres y cuando noté que las fuerzas del enemigo aumentaban en número continué mi marcha hasta colocarme a la altura del cerro Baúl, de donde ordené al sargento mayor graduado don Andrés A. Pujazón, que descendiese a Tumilaca a proteger la retirada de las compañías que aun se batían; habiendo sólo conseguido que se reunieran algunos cazadores de su cuerpo, los mismos que se incorporaron en Torata a la división. La compañía del Canchis que quiso tomar el camino de Quilin-quilin al Arrastrado, fue cortada por la caballería y tomó diferentes caminos habiéndose sólo presentado el sargento lº.
La columna de gendarmes, después de haber consumido sus municiones, pues no tenía de repuesto, tomó diferentes caminos y la mayor parte se encuentra reunida. Una vez llegado con la división a Yacango, continué mi marcha sobre Torata, habiéndome parecido más conveniente tomar la posición de Ilubaya que el camino que va a Otora. Los cuerpos chilenos que me seguían sólo llegaron a Yacango, por lo que me mantuve en la posición de Ilubaya esperando un segundo ataque, del cual habría sacado mayores ventajas; pero a las 4 de la tarde, viendo que este punto estaba invadido por todas las familias que emigraban de Torata, Yacango y las haciendas vecinas, habría sido una imprudencia cualquier choque, me puse en marcha sobre Chuculay, donde acampé y tomó rancho la tropa, habiéndose reunido, a las 11 de la noche, el jefe de e.m., que cubría la retaguardia con la primera de Granaderos; al siguiente día continué mi marcha hasta Chiligua y de aquí a Caramas, en donde permanecí cinco días, y de donde participé a u.s. mi retirada después del combate del 22.
No se puede llamar más a us. la atención, sobre el combate de unos pocos soldados de la división, contra la mayor parte del ejército de Chile, o la retirada que emprendió esta del centro del enemigo sobre sus fuego conservando su moral y disciplina hasta más allá de lo posible.
La compañía 6a. de Granaderos, y 1a. de Canchis y columna Gendarmes se han batido haciendo ostentación de su valor y del poco número de que se componían. Sin la desgracia de los Ángeles y habiéndolas reforzado, como tuve el honor de hacerlo, los chilenos no habrían pasado de la Calera y se les habría ocasionado una gran pérdida en su infantería y caballería que anticipadamente la tenían acumulada en la quebrada. Sin embargo según datos que he adquirido pasan de 200 muertos, fuera de los heridos los que ha tenido el ejército enemigo. Por mi parte, aún no puedo apreciar debidamente las bajas que he tenido en las dos compañías porque se vienen presentando algunos oficiales e individuos de tropa, y a pesar del contraste sufrido en el Batallón Grau, se acercan a 200 hombres los que tiene el día de hoy.
También incluyo por separado, la relación de los jefes y oficiales que hayan muerto, o estén heridos o prisioneros. Concluiré a u.s recomendando a la consideración del supremo gobierno a los jefes, oficiales e individuos de tropa de las compañías que se han batido, y que más de una vez hicieron retroceder al enemigo. Asimismo al resto de la división, por la retirada que han hecho conservando su moral disciplina. Continúa mi marcha a Paucarpata adonde estaré el 8 del presente y donde espero recibir sus órdenes.
Dios guarde a u.s. muchos años.
A. Gamarra
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Saludos
Jonatan Saona
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