Aduana de Iquique |
En la ciudad de Iquique, capital del departamento de Tarapacá, en la República del Perú, a los veintidos días del mes de noviembre de mil ochocientos setenta y nueve, a solicitud del señor comandante general de la plaza, coronel don Miguel J. de los Ríos, los señores cónsules de Alemania, Austria, Estados Unidos, Ecuador, la República Argentina y vicecónsules de Francia, Italia e Inglaterra, se reunieron.
El comandante general manifestó, que debiendo evacuar esta plaza por orden superior, no podía dejar la fuerza indispensable para mantener el orden y garantizar las vidas y propiedades de los neutrales que aún quedaban en ella; que, por consiguiente, suplicó a los señores cónsules que, en protección de los intereses de sus nacionales, tomaran las medidas que creyeren necesarias para la seguridad de ellas, pues existían algunos criminales y otros detenidos por delitos comunes que debían ser custodiados.
Indicó que los prisioneros chilenos, tomados en el combate de la Esmeralda, quedaban en completa libertad por el hecho de evacuarse la plaza.
Hizo presente que habiéndose trasladado el hospital militar de Molle a este puerto, y no habiendo autoridad alguna que atendiera a su cuidado, encarecía al Cuerpo Consular ejerciera ese acto filantrópico, salvando de la muerte a los infelices que allí se encontraban. Que, con el objeto de aplicarse al uso del referido hospital y repartir entre los prisioneros, dejaba una cantidad de zapatos y víveres, que serían oportunamente entregados, así como también una suma de dinero, cuyo monto no indicó.
Habiendo sido convocadas a esta junta las autoridades civiles, se hizo constar que ninguna de ellas había asistido, excepto el señor capitán del puerto, don Antonio C. de la Guerra, y que casi todas habían hecho abandono de sus puestos.
Después de algunas otras ligeras indicaciones, se retiró el señor comandante general, habiéndose convenido entre los señores cónsules presentes formar en el acto un cuerpo de Guardias de Propiedad, sirviendo de base las compañías de bomberos, el cual tomaría la custodia de los presos, en lugar de la fuerza que los guardaba, y haría patrullas en la población durante la noche para evitar los desórdenes que pudieran ocurrir después de la salida de las tropas.
Algunos de los señores presentes hicieron palpable la imposibilidad de garantizar la vida de los prisioneros chilenos al dejarlos en libertad, y después de una detenida discusión, se acordó nombrar una comisión, compuesta de los señores: agente consular de Italia, cónsul alemán, cónsul americano y vicecónsul inglés, los cuales, después de evacuada la población, harían presente al comandante de las fuerzas bloqueadoras la inconveniencia de que permanecieran en la población los prisioneros y que adoptara las medidas convenientes al respecto, con lo que se concluyó esta acta, y firmaron los presentes.
J. W. Merrian, cónsul de los Estados Unidos y Decano del Cuerpo Consular.- Dr. Hugo Rossi, agente consular italiano.- Jewell, vicecónsul británico.- M. F. Aguirre, cónsul del Ecuador y encargado del consulado argentino.- J. Corssen, cónsul de Alemania.- H. J. Schmidt, cónsul de Austria y Hungría.- Ed. de Lapeyrouse, vicecónsul de Francia.
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Saludos
Jonatan Saona
"Las autoridades civiles abandonaron sus puestos". Chile entró a la guerra en el momento más favorable para sus planes. Todo se prestó para el desastre nacional que el Perú enfrentó.
ResponderBorrarLos salitreros INGLESES y sus lacayos mapochinos salibaban sin cesar y se frotaban las manos. Para eso habian declarado la guerra por 10 CENTAVOS, moririan miles por la codicia de unos pocos . Por lo menos los peruanos y bolivianos moririan por su tierra y una causa noble los otros como marionetas. Sir Jhon Thomas North se lo agradecería .
ResponderBorrarLA REINA VICTORIA GANARÍA LA GUERRA .