José Domingo Amunátegui |
DIVISIÓN DEL CENTRO.
Campamento de Dolores, Noviembre de 1879.
El día 18, a las 6 P. M., al mando de la división que V. S. se sirvió confiarme, que se componía de 9 piezas de artillería, el regimiento 4º de línea y 220 Cazadores a caballo, emprendí la marcha hacia la oficina de Santa Catalina, con el objeto de tomar posesión de ese punto, en conformidad a las instrucciones de V. S.
A las 9 P. M. llegó la división al punto indicado, y practiqué los reconocimientos necesarios a fin de dar una conveniente colocación a las tropas de mi mando. Una hora después, la descubierta de caballería que se hallaba en la línea férrea condujo a mi presencia dos paisanos, quienes me dijeron eran arrieros de varias cargas pertenecientes al ejército enemigo, y se sorprendían que éste no hubiese llegadlo a Santa Catalina, pues, había marchado antes que ellos y por consiguiente debía llegar en momentos más, salvo que hubiese tomado otro camino. Las fuerzas enemigas ascendían a 10 u 11.000 hombres. Inmediatamente llamó al comandante de artillería, sargento mayor don José de la Cruz Salvo, y le previne que las fuerzas fuesen colocadas convenientemente para rechazar al enemigo, lo que se llevó a cabo.
Acto continuo envié aviso a V. S. de las noticias que se me daban.
A las 2 A. M. se me unió el batallón Atacama, al que se dio la colocación necesaria para el objeto.
A las 3 A. m. recibí orden de V. S. para retirarme con mi división hacia San Francisco y ocupar las alturas de la Encañada, lo que se llevó a cabo a las 7 A. M., en cuyo punto se hallaba el batallón Coquimbo.
Dada la colocación correspondiente a estas fuerzas, y divisándose el enemigo en Pampa Negra, oficina Porvenir y otras, puso V. S. a mis órdenes esta división.
Las fuerzas enemigas principiaron a moverse con dirección a las alturas que ocupábamos a la 1 P. M., y continuaron acercándose hasta ocupar la primera división enemiga, que más o menos se componía de 4.000 hombres, la izquierda de nuestra línea. La artillería ocupó las casas de la oficina Porvenir, la infantería los molinos de sacar agua y los corrales al pié de nuestras posiciones por nuestra ala izquierda, y la caballería el camino que del Porvenir se dirige al Este. Ocupadas estas posiciones, se desprendió una línea de guerrilleros que avanzó hasta el pié del cerro con el objeto de atacar la batería de artillería que se hallaba colocada a nuestra izquierda, al mando del sargento mayor don José de la Cruz Salvo. Estos guerrilleros eran protegidos por dos columnas que quedaron a retaguardia ocupando posiciones defendidas por murallas de caliche.
Este mismo movimiento se practicaba con igual número de fuerzas enemigas que se dirigieron a atacar nuestra vanguardia, destacando guerrilleros al frente de la línea protegidos por dos cuerpos de infantería. Calculando que las columnas que se nos presentaban a la izquierda trata¬ban de tomarnos la retaguardia, previne al sargento mayor Salvo disparase la artillería sobre esas fuerzas, fuego que fue contestado con uno muy nutrido de infantería y artillería, que continuó tanto en toda la línea enemiga como en la nuestra.
Las guerrillas enemigas, con empuje y con valor, trataban de subir el cerro con el objeto de tomar las piezas de artillería pero fueron rechazadas, con algunas bajas por nuestra parte, por artilleros convertidos en infantes, para defender sus piezas, y dos compañías del batallón Atacama que las protegían. Se rehizo el enemigo y emprendió una nueva y más decidida ascensión, llegando algunos soldados hasta diez pasos de nuestros cañones, donde cayeron muertos. Considerando poca la fuerza de infantería que protegía la artillería, ordené al comandante del Atacama, marchase a hacerlo con el resto de su cuerpo, y al del Coquimbo con una compañía, lo que se llevó a efecto, rechazando, con ventajas para nosotros y pérdidas para el enemigo, a la tropa que ascendía.
Desde este momento principio a disminuir el fuego retirándose el enemigo en distintas direcciones y abandonando sus posiciones de la izquierda de la línea.
Al mismo tiempo, como antes he dicho, el ataque también se efectuaba por el frente de la línea con tiradores y columnas de infantería, que también fueron rechazados.
El ataque principió a las 3 P. M. en punto, y la derrota del enemigo a las 5 P. M.
Media, hora después, los cuerpos de infantería recibieron orden de V. S. de bajar al plan, lo que se ejecutó, habiendo los batallones sostenido un corto combate con la infantería enemiga. Aproximándose la noche, nuestros regimientos y batallones volvieron a ocupar sus posiciones, retirándose el enemigo con gran precipitación.
Las pérdidas en la división de mi mando ascienden: muertos, un capitán, un ayudante, dos subtenientes y 38 individuos de tropa, heridos, un teniente coronel, un capitán, tres tenientes, cuatro subtenientes y 109 individuos de tropa. Estos fueron asistidos inmediatamente por los cirujanos de los respectivos cuerpos.
Haré presente a V. S. que los oficiales de Estado Mayor, teniente coronel don Diego Dublé Almeida, tenientes Dardignac y Rodríguez, se pusieron a mis órdenes momentos antes del combate y comisioné al primero como jefe.
En la jornada del 19 todos los señores jefes, oficiales e individuos de tropa de esta división han cumplido con su deber.
Originales acompaño a V. S. los partes de los distintos jefes de cuerpos que se batieron a mis órdenes.
J. D. AMUNÁTEGUI.
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Saludos
Jonatan Saona
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