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10 de junio de 2012

Telegramas chilenos


Telegramas chilenos sobre Arica
(Recibido a las 4 P.M.)
Santiago, Junio 4 de 1880.

El Paquete del Maule acaba de fondear en este puerto. Ayer la Covadonga estaba comunicándose con tierra por señales semafóricas y transmitió, a las 3 P.M., las siguientes noticias que se habían recibido desde tierra.

"Se espera un tren con la artillería de campaña. Ya está aquí el coronel Lagos con 4.000 hombres. El ataque será mañana.

Se espera al General Baquedano para mandar órdenes a bordo.

Fue capturado un individuo que ayer por la mañana hizo saltar una mina cerca del campamento de los Carabineros de Yungay.

Se tienen los planos de los fuertes y de las minas.

El lugar para dar fuego a las minas está cerca del Watteree.

En Arica hay 3.000 hombres en los fuertes".

El comandante Latorre me dice que si el Toltén no llega mañana a Iquique, será porque el combate se ha diferido. Nuestro ejército tenía bastante carne. La chalupa de la Covadonga no ha podido llegar a la playa por la reventazón.
LYNCH
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(Recibido a las 12.50 P.M.)
Santiago, Junio 7 de 1880.

El señor M. R. Lira me dice lo siguiente, con fecha 4 del que rige:
"Estamos acampados a orillas del río Azufre, al lado afuera de Arica. Llegamos ayer, y hoy se han estado y se están estudiando las posiciones del enemigo para batir desde mañana a esta plaza, guarnecida solamente por cerca de 2.000 hombres de guardias nacionales, pero cuyos jefes manifiestan la intención de no rendirse.

Creemos aquí todos que la posesión de Arica no vale la pena de perder hombres. Por eso no se ha pensado en asaltar las posiciones que ocupan los enemigos y que están todas minadas.

Antes de ayer por la mañana, al atravesar nuestra caballería el río junto al puente destruido, hizo explosión una de esas minas, sin causar graves desgracias. Hubo sólo un cazador con un brazo quebrado y tres carabineros contusos.

Junto a esa mina había otras, de las cuales se han extraido ya seis cajones de dinamita. Por fortuna se capturó a los ingenieros principales, Elmore y Arenas, y ellos declaran lo que le digo más arriba respecto del número y ubicación de las minas.

En consecuencia se ha resuelto ocupar con la artillería una altura desde la cual se dominan los fuertes y la población, y mañana al amanecer se principiará el fuego.

A juzgar por las deserciones diarias del enemigo, es de suponer que baste un sitio de pocos días para rendir la plaza. Por lo demás, estamos casi incomunicados.

De a bordo suelen venir botes, pero los tripulantes tienen que llegar a nado a la playa. A Tacna tenemos el ferrocarríl expedito. No tengo tiempo para más"
LYNCH
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(Despacho recibido a las 4.40 P.M.)

La Covadonga acaba de fondear en Pisagua. Su comandante me anuncia que ayer, desde las 2 P.M. hasta las 4.45 P.M., el Cochrane, la Magallanes, el Loa y la Covadonga batieron con su artillería la plaza de Arica.

Me añade que no es posible determinar cuáles han sido los daños producidos en tierra por nuestros cañones. La Covadonga recibió dos balazos, pero no tuvo ninguna desgracia personal. En pocas horas más estará reparada.

El Cochrane recibió en uno de sus portalones una granada que puso fuego a un saquete de pólvora al tiempo de ser introducido en la boca del cañón.

La explosión hirió a varios marineros.

El Loa y la Magallanes salieron ilesos. La Magallanes ha llegado también a Pisagua y está cargando apresuradamente carbón a fin de regresar a Arica.
LYNCH
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(Recibido a las 11.10 A.M.)
Santiago, Junio 8 de 1880.

Señor Ministro de la Guerra:
¡VIVA CHILE!

Arica asaltado y tomado a la bayoneta.
Todos los fuertes en nuestro poder.

Manco a pique.
Nuestra escuadra fondeada tranquilamente en la bahía.

Los honores de la jornada corresponden a los regimientos 3º y 4º de línea.

Felicito al Gobierno y a la nación por el triunfo más glorioso y completo alcanzado en la presente guerra por nuestro invencible ejército.

Voy a comunicar.
LYNCH
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(Despacho recibido a las 11.20 A.M.)
Señor Ministro de la Guerra.

El señor General Baquedano me dice para V. S. lo siguiente:
"Arica, Junio 7 de 1880.- El día 3 del presente me puse en marcha para este puerto con el objeto de destruir la última fuerza enemiga que se mantenía en pie de resistencia en estos departamentos.

Después de estudiadas las posesiones del enemigo y colocadas convenientemente nuestras fuerzas, envié el 5 por la mañana un parlamentario al jefe de la plaza intimándole rendición en vista de la inutilidad de su resistencia.

La resolución del coronel Bolognesi fue negativa, y en vista de ella rompí las hostilidades con nuestra artillería.

Ayer la escuadra bombardeó la plaza por espacio de tres horas.

Adoptadas las últimas disposiciones, resolví atacar hoy en la madrugada las fortificaciones de esta plaza. Efectivamente, los fuegos se rompieron al aclarar; y después de poco más de una hora de un reñido combate, la ciudad estaba en nuestro poder.

El enemigo hizo volar con minas preparadas de antemano algunas de las fortificaciones. Solamente en el Morro quedaron algunos cañones útiles.

El Manco Capac abrió sus válvulas y se fue a pique, entregándose su capitán y su tripulación a bordo del Itata.

Todo el honor de la jornada corresponde a los regimientos 3º y 4º de línea, que se batieron con extraordinario arrojo, y el Lautaro que no encontró gran resistencia en el punto que atacó.

El ataque fue dirigido por el coronel don Pedro Lagos.

Las pérdidas del enemigo son grandes y las nuestras ascienden a poco más de 300, no alcanzando a 100 los muertos.

La victoria ha sido completa y por ella felicito al país y al Supremo Gobierno.
MANUEL BAQUEDANO
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(Despacho recibido de Iquique a las 12 M.)
Santiago, Junio 8 de 1880.

Don M. R. Lira me dice en carta privada lo siguiente:
"El día 1º vino a establecerse nuestra caballería a seis millas de Arica, en el valle del río Azufre.

Por la mañana del día 2, al atravesar este río, junto al puente del ferrocarril, estalló una mina que felízmente no causó desgracias: sólo hubo 4 contusos.

Los ingenieros militares Elmore y Arenas, que la hicieron estallar, cayeron prisioneros, el segundo herido en una pierna por bala de carabina.

El 2 estuvieron terminadas las reparaciones del ferrocarril, que había sido destruido en tres partes, fuera del puente de Chacalluta que quedó seriamente deteriorado. Se envió entónces los regimientos Buin, 3º y 4º de línea y el batallón Bulnes, tres baterías de artillería de campaña y una de montaña para atacar la plaza.

Una vez que nuestra artillería y tropa estuvieron colocadas de manera que se cerraba al enemigo todas las puertas de salida, se envió en la mañana del 5 al mayor Salvo, de artillería, a intimar rendición a la plaza para evitar así inútil efusión de sangre.

El coronel Bolognesi, Comandante en Jefe, reunió a todos los jefes superiores en presencia de nuestro parlamentario, y unánimemente declararon que estaban resueltos a quemar el último cartucho.

Sin embargo, parece que los subalternos no pensaban lo mismo, puesto que habían constantes deserciones de oficiales y tropa.

Traída la respuesta al campamento, se rompió por ambas partes fuego de artillería.

Nuestros pequeños cañones eran, sin embargo, incapaces de dañar las sólidas fortificaciones detrás de las cuales se parapetaban los enemigos.

Además, nuestros proyectiles sólo alcanzaban al fuerte San José y no era posible acercar más a la artillería porque habría quedado dominada por las baterías contrarias con tantos cañones de grueso calibre.

Así pasó el día 5.

Ayer 6 siguió el cañoneo.

A las 1.30 P.M. entró en acción nuestra escuadra, iniciando los fuegos el Loa, fuera del alcance de las baterías de tierra, y siguiéndole luego la Magallanes, el Covadonga y el Cochrane.

Mientras tanto, se hacían los últimos preparativos para el combate resuelto para hoy. El 3º y 4º debían atacar al amanecer los fuertes del Oeste, situados en la prolongación del Morro; el Lautaro los de la playa; el Buin estar de reserva en la entrada del valle Azapa, y el Bulnes proteger nuestra artillería.

Una parte de la caballería quedó a retaguardia del Buin y la otra a retaguardia del Lautaro.

El fuego principió a las 6 A.M.

En 20 minutos, nuestros incomparables soldados, que no rompieron sus fuegos hasta no hallarse muy próximos a los parapetos, los asaltaron tomándolos a la bayoneta.

En la ciudadela la lucha fue terrible.

Creo que habrán escapado muy pocos de sus defensores, tantos eran los muertos. Nuestros caballos entraban la uña en los charcos de sangre.

Luego cayó el segundo fuerte, luego después el Morro, que estuvo haciendo fuego contra los anteriores ocupados ya por nuestras tropas.

A las 6.35 A.M. la ciudad estaba en nuestro poder, y con tanta precipitación habían hecho saltar las minas que dañaron principalmente a soldados peruanos, cuyos cadáveres quedaron horriblemente mutilados.

A las 7.45 A.M. el Manco Capac principió a hundirse, y poco después desaparecía debajo del agua.

La tripulación ocupó una lancha a vapor y varios botes, y fue a buscar refugio en buques extranjeros, donde se lo negaron seguramente, puesto que fueron a entregarse prisioneros en el Itata.

Ahí están el comandante señor Sánchez Lagomarsino y 120 hombres. Bolognesi, Moore y casi todos los jefes peruanos murieron.
No sé cuántos sean los prisioneros.

Por nuestra parte perdimos al distinguido jefe San Martín, comandante del 4º de línea, el día del combate.
Recojo detalles para comunicar".
LYNCH
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(Recibido a las 2.40 P.M.)
Santiago, Junio 8 de 1880.

Señor Ministro de la Guerra:
De las dos lanchas torpedo que tenían los peruanos en Arica, una de ellas, la mejor, después de ofrecerse entregar a los buques extranjeros, huyó hacia el Norte, siendo perseguida por el Cochrane y el Loa.

El Cochrane siguió hasta el río Juan Díaz, volviendo a las 6 P.M. de ayer a Arica.

El Loa continuó la persecución, llevándola frente a su costado por la línea de la costa.

Es de suponer que no escapó.

La otra lancha sirvió al comandante Sánchez Lagomarsino para salvarse del hundimiento del Manco y entregarse prisionero con la tripulación de su buque.

Está en nuestro poder.

Según el comandante del Toltén, las bajas del enemigo son 700 muertos, 100 heridos y 500 prisioneros, entre éstos 60 oficiales, contándose dos tenientes coroneles.

Las nuestras son 130 muertos y 230 heridos.

Me aseguran que cuando se trataba de designar entre el Buin, 3º de línea y 4º el regimiento que debía formar la reserva, se empeñó una discusión entre los tres cuerpos sobre cuáles debían ser los preferidos para entrar en pelea.

Para no herir el patriótico anhelo de esos brillantes regimientos, el General determinó que se rifaran, y la suerte favoreció al 3º y el 4º.

V. S. ya conoce cómo correspondieron a la suerte.
LYNCH
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(Despacho recibido de Iquique a las 3.20 P.M.)

Señor Ministro Amunátegui:

En Arica se ha encontrado el siguiente parte de Montero después de la gloriosa batalla de Tacna. "No piensen en resistir, que la ira de Dios ha caído sobre el Perú".
LYNCH


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Saludos
Jonatan Saona

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