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27 de mayo de 2012

Parte de Barceló

Francisco Barceló
Parte Oficial de Francisco Barceló sobre la batalla del Alto de la Alianza


2a. DIVISIÓN
PARTE DEL JEFE DE LA DIVISIÓN.

Tacna, junio 1° de 1880.

Para que se digne hacer llegar a conocimiento del señor General en Jefe la parte activa que cupo a la división de mi mando en el glorioso combate del Alto de Tacna el 26 del próximo pasado, tengo el honor de pasar a V.S., originales, los partes y listas que me han pasado los jefes de los cuerpos que la componían, y como en ambas piezas se explaya detenidamente la parte que les ha cabido sostener a cada uno, me concretaré, suscintamente, a los actos que paso a relatar.

La marcha de la división, el 25, de Buenavista a un poco más adelante de Quebrada Honda se hizo en el mayor orden: los oficiales, en general, a la cabeza de su tropa que marchaba con gran presteza y entusiasmo, sin que ninguno se separase de la fila ni quedase rezagado, dando a conocer en todo, subordinación y disciplina admirables.

A las 7 P.M. alojó la división formada en batalla, disponiendo que de cada batallón se mandase una compañía de gran guardia, avanzadas a vanguardia, 1.000 metros sobre la línea para asechar los movimientos del enemigo, cerrando la izquierda la del Atacama. Las órdenes que cada una de ellas recibió, además de la de vigilar estrictamente al enemigo, acampado a una y media legua, poco más o menos, de distancia, la de no disparar sus rifles aunque fuesen atacadas, sino la de incorporarse a sus respectivos cuerpos, regimiento 2° de línea, Santiago y batallón Atacama.

A las 10 P.M. se sintieron tres tiros aislados, que no se contestaron, y a las 2 A.M. del 26, igual cosa, sintiéndose mayores cuatro horas después.

A las 7 A.M., que ya estaba de día, se observó que el enemigo, en gran número, estaba como a cuatro cuadras de distancia de nuestras grandes guardias. Fue entonces cuando, de orden superior, mandé desplegar en guerrilla las compañías ligeras de cada batallón de la división, a 300 metros a vanguardia de ésta, donde permanecieron esperando el ataque del enemigo, quien, en lugar de emprenderlo, válido de sus ventajosas posiciones, se replegó a su campamento.

Momentos después, la artillería enemiga rompió sus fuegos sobre nuestra línea, e incontinenti, sobre nuestras guerrillas que, sin contestar con sus rifles, a causa de la mucha distancia que mediaba, ni recibir daño alguno, permanecieron impasibles en su puesto hasta las 9 A.M., hora en que V.S. me ordenó, por uno de sus ayudantes, hiciese marchar mi división en son de combate; lo que efectué, siguiendo las guerrilleras en el orden de 300 metros a la vanguardia.

A la hora de marcha, V.S. me transmitió la orden de que hiciera alto hasta que la primera división tomase nuestra línea sobre la derecha; división que avanzó a tomar el flanco izquierdo del enemigo, y rompió a las 11 A.M. sus fuegos contra él, haciendo lo mismo las compañías guerrilleras de la división a mi cargo. Fue entonces cuando el resto de ella, marchando de frente, en batalla o al paso de ataque tocado por las bandas con vivas a la patria, se presentó V.S. y me ordenó tomase las alturas que ocupaba el enemigo; marcha que se efectuó por todo el resto de la división, sin tirar un solo tiro, por más que recibiese una lluvia de balas, hasta reunirse con las guerrillas que tenía a vanguardia; avanzó serena e impertérrita haciendo y recibiendo los nutridos fuegos de los aliados que, favorecidos por las ondulaciones del terreno, fosos y trincheras, se creían invencibles.

Como ya se llevase hora y media de combate, se me hubiesen presentado varios individuos de tropa, exponiéndome que se les habían concluido las municiones, mandé al capitán ayudante del Santiago, don Lisandro Orrego, a pedir a V.S. o al señor General en Jefe, me reforzasen la división. Con el mismo cometido, momentos después, mandé a mi ayudante de campo, capitán don Demetrio Carvallo y teniente don Belisario Zelaya y don Federico Weber. Mientras tanto, el ataque se seguía con entusiasmo y patriotismo, ganando terreno y cada jefe dirigiendo y animando valientemente su cuerpo.

Estos jefes eran del Santiago, teniente coronel don Estanislao León que, de un extremo a otro, recorría su batallón, animándolo con su heroico valor y entusiastas palabras; pero, momentos después, cayó herido de dos balazos recibidos en ambos brazos.

Otro tanto hacía el sargento mayor del mismo don Matías Silva Arriagada que, con un heroismo sin par, recorría las filas de su segundo batallón, entusiasmando a sus soldados: también tuvo la desgracia de caer mortalmente herido; del 2° de línea, teniente coronel don Estanislao del Canto (accidental), que se condujo a la altura de su deber, siguiendo su ejemplo los sargentos mayores de su regimiento, don Miguel Arrate y don Abel Garretón; del Atacama, el bravo teniente coronel don Juan Martínez, con ese valor de que ha dado pruebas en las tres batallas anteriores en que se ha encontrado, seguía animoso e impertérrito a la izquierda de la división con su indomable batallón a tomar el fuerte del enemigo, no obstante de haber perdido en su marcha de ataque a sus dos queridos hijos.

Cuando mi división se encontraba a 200 metros del enemigo y en lo más reñido del combate, fue cuando el batallón Coquimbo, con su bravo comandante Gorostiaga y el Chacabuco con sus jefes, entraron a reforzarla en la parte que recorría el Santiago y 2° de línea, oportuno refuerzo que, un cuarto de hora después, nos dio la honrosa gloria de dominar las alturas y que se pronunciase el enemigo en vergonzosa derrota, dejando el campo cubierto de muertos y heridos suyos.

Esta victoria nos cuesta muy sensibles pérdidas. Antes de entrar en combate contábamos con 2.058 individuos de tropa. Después de concluido, el total de bajas asciende a 864, entre muertos y heridos, sin incluir los señores jefes y oficiales que se expresan en las listas adjuntas.

Terminada la batalla, empezaron para nuestros soldados las tareas humanitarias de trasladar los heridos del campo a la ambulancia, de ésta a los hospitales de la población y enterrar a los muertos; todo fue hecho con un espíritu de confraternidad tan digno y honroso, cuento fue su valor y heroísmo durante la pelea.

Los cirujanos de los cuerpos han cumplido dignamente su deber.

Al terminar, me es grato repetir a V.S. que jefes, oficiales, tropa y ayudantes de servicio, han rivalizado en ardor y patriotismo, logrando, al fin, ver coronados sus esfuerzos con el más espléndido de los triunfos.

Es cuanto tengo que comunicar a V.S. en cumplimiento de mi deber.

Dios guarde a V.S.
FRANCISCO BARCELÓ.

Al señor Coronel, Jefe de Estado Mayor General, don José Velásquez.


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Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. Se llama LA GUERRA DEL GUANO Y DEL SALITRE Y NO la Guerra del Pacífico, ya q' esta segunda denominación ENMASCARA, VELA, ESCONDE la pérfida AMBICIÓ DEL PAIS PIRATA: chile. Lod chilenos han BASADO SU CRECIMIENTO U "DESARROLLO" en su política EXPANSIONISTA BASADO EN LA RAPIÑA Y EL ROBO. Su crecimiento está MANCHADO CON SANGRE!!.

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