COMANDANCIA EN JEFE DE LA EXPEDICIÓN SOBRE ARICA
Arica, Junio 11 de 1880.
Señor Coronel:
En cumplimiento de la orden de V. S. de 5 del actual, a la madrugada del día siguiente me dirigí al valle de Azapa con los ayudantes del Estado Mayor General, sargento mayor don Julio Argomedo, capitanes don Belisario Campos y don Enríque Salcedo, y alférez don Ricardo Walker y el capitán de la comandancia general de equipajes don Segundo Fajardo, donde tomé el mando de los regimientos de línea, Buin número 1, 3º y 4º y 100 hombres de caballería, que se hallaban en dicho punto. A estas fuerzas acompañaban el comandante accidental de ingenieros, sargento mayor don Francisco Javier Zelaya, y los capitanes don Enrique Munizaga y don Manuel Romero.
A las 2 P.M. del mismo día, acompañado de los jefes de los referidos regimientos, ingenieros y ayudantes, practiqué un reconocimiento cerca de las posesiones enemigas, llamándoles previamente la atención por el Noreste con una compañía de guerrillas del Buin, a fin de que no se apercibieran del verdadero punto que deseaba reconocer.
En conocimiento, en lo posible, del terreno, ordené que el 3º de línea debía atacar al amanecer del próximo día el fuerte del Este, el 4º de línea el del centro y demás posesiones que defendían la ciudadela del Morro, fortificaciones todas coronando las alturas llamadas Cerro Colorado, Chuño, Gordo y Baterías del Morro, y el Buin el punto central más a propósito para auxiliar las fuerzas antedichas. La compañía de guerrilla, ya citada, se retiró a una hora avanzada sin ser vista por el enemigo, quien la creía aún protegida por las lomas.
A las 7 P.M. ordené que la división dejara su campamento, acompañándola hacia el campo que debía atacara al amanecer del día 7, haciendo que la tropa se proveyera de agua al pasar por Buenavista. El Regimiento 3º siguió su marcha directamente al fuerte del Este, protegido por las lomas, donde acampó a un kilómetro de distancia; el 4º de línea y el Buin marcharon por la izquierda a las lomas, también protegidos por ellas, hasta una distancia de kilómetro y medio del fuerte que debía atacar el primero de éstos, donde también acamparon.
La caballería que quedó en el campamento se encargó de mantener los fuegos durante la noche, para que el enemigo no sospechara nuestra aproximación hasta la hora en que debía ponerse en movimiento, lo que efectuó a las 12 P.M. pasando por el lugar donde acampaban el Buin y 4º de línea, debiendo recorrer el llano que se extiende a retaguardia de los fuertes citados y que abraza una extensión de dos kilómetros, más o menos, hasta llegar al cordón que domina el mar, con orden de colocarse en el centro de dichos fuertes, a retaguardia y a la distancia conveniente de la reserva para no ser heridos por los fuegos de las baterías, una vez empeñado el ataque. Esta sección de la división la comandaba el capitán don Alberto Novoa G., acompañándolo el ayudante del Estado Mayor General, capitán don Enríque Salcedo.
A las 4 P.M. del 6, usando de las facultades discrecionales que verbalmente me concedió el señor General en Jefe al darme el mando de la división, creí conveniente mandar al prisionero de guerra, ingeniero don Teodoro Elmore, con una misión al Jefe de la plaza de Arica, coronel Bolognesi, pidiendo por última vez la capitulación de la plaza, por creer ineficaces los esfuerzos que pudieran hacer para rechazar nuestro ataque, y por humanidad pues conocía la indignación que produjo en nuestra tropa el estallido de las minas de Chacalluta y temía que, al suceder lo mismo en el Morro y población, se excitaran aún más los espíritus, y deseaba evitar por este medio el inútil derramamiento de sangre.
El señor Elmore regresó a media noche, cumpliendo así su palabra empeñada, y me entregó el documento que acompaño, que no impidió el ataque por no acceder el citado jefe a lo que se le pedía. El documento a que me refiero va certificado por el señor Elmore, debiendo agregar que este caballero ha pedido que se consigne este hecho en el parte oficial que tengo el honor de dirigir a V. S.
A las 4 A.M. ordené al ayudante, capitán don Belisario Campos, que se uniera al 3º de línea y que lo acompañara en el ataque al fuerte que debía tomar al aclarar; a la misma hora marchó el capitán de ingenieros don Enríque Munizaga, con igual fin, al 4º de línea. A las 5 A.M. me puse en marcha hacia el centro de los fuertes, con el Regimiento Buin, que debía servir de reserva, uniéndose poco después la caballería.
A las 6 A.M. el enemigo rompió sus fuegos sobre el 3º, que lo atacaba; y momentos después, el otro fuerte sobre el 4º; recibiendo, la sección de reserva, algunos disparos de cañón y rifle de las baterías del Morro y del Fuerte Santa Rosa, al Norte de la población.
A esta misma hora y cuando nuestras tropas debían coronar las alturas, el Regimiento Lautaro tenía orden de atacar el Fuerte San José, situado en la costa al Norte de la población.
El Regimiento 3º de línea atacó con dos compañías, siendo reforzado por tres más, al mando del teniente coronel don José Antonio Gutiérrez, consiguiendo apagar sus fuegos y tomarlo 40 minutos después del primer disparo.
En este fuerte estallaron dos minas; siendo de advertir que teníamos conocimiento que el Morro y fuertes estaban completamente minados, conocimiento que tenían también nuestros soldados, pero que no arredraron en nada a nuestros bravos. La intrepidez del ataque, tanto en éste cuanto en los otros fuertes, desconcertó al enemigo hasta el punto de impedir que hicieran uso a tiempo de las baterías eléctricas, cuyas redes están esparcidas en todas direcciones, tanto en los cerros del Morro como en la población y sus bajos.
A la misma hora, el 4º de línea, que marchaba por el cordón que domina los fuertes, rompió sus fuegos con el 1er. batallón, al mando del sargento mayor don Luis S. Zaldívar, contestando también el nutrido fuego que recibía de las trincheras más elevadas del Morro, donde se encontraban parapetados los que debían defender las alturas que dominan los fuertes. El 2º batallón, al mando del bizarro comandante del regimiento, don Juan José San Martín, mientras desfiló el primero sobre el fuerte, para tomarlo a viva fuerza, marchó sobre las trincheras que defienden el Morro, siendo reforzado por el 1er. batallón, cuando éste se hubo tomado el fuerte; y lograron desalojar al enemigo de sus trincheras, hasta caer de asalto sobre la formidable ciudadela del Morro, donde también se habían replegado los que fueron desalojados de los fuertes, unidos a los que subían del bajo, haciendo toda la resistencia que les fue posible. El bravo comandante San Martín fue herido de muerte y cayó a 1.000 metros de las trincheras. El sargento mayor señor Zaldívar, a la cabeza de su regimiento, siguió el ataque que efectuó su tropa con esa intrepidez, resolución y bravura que tanto distinguen al soldado chileno, hasta arrollar completamente al enemigo en sus últimas trincheras, donde, por fin, se rindieron a discreción 60 y tantos entre jefes y oficiales, y más de 300 individuos de tropa.
El 4º logró apoderarse del fuerte del centro 40 minutos después del primer disparo, y apagó por completo los fuegos del Morro, 20 minutos después.
Cuando aún no cesaban los fuegos del Morro, ordené al ayudante, alférez don R. Walker, que bajara al hospital, con el fin de inutilizar las baterías eléctricas que existían en aquel local para hacer estallar las minas; siendo de notar que desde ese establecimiento se hacía fuego sobre nuestros soldados.
Observando que algunos enemigos trataban de huir por la quebrada de Lluta, ordené que la caballería los persiguiese; lograron capturar un oficial, 27 individuos de tropa y 21 caballos e hicieron muchas bajas al enemigo.
En conclusión, señor coronel, la victoria alcanzada ha sido completa; de 2.500, más o menos, que guarnecían la plaza, según confesión de soldados tomados, tenemos muchos prisioneros y heridos; el resto quedó sobre el campo de batalla; en vista de los partes V. S. podrá apreciar ésto debidamente.
Existe en nuestro poder mucho armamento, municiones, víveres y forraje; 14 cañones de grueso calibre y de distintos sistemas en buen estado, y tres inutilizados por ellos, repartidos del modo siguiente: tres en el fuerte del Este, tres en el del centro y 11 en las baterías del Morro; y el rico estandarte del Batallón de guardias nacionales Iquique número 1.
Por uno de los prisioneros, se supo que el estandarte de nuestro Regimiento 2º de línea, tomado en Tarapacá, existía en el departamento. Con este motivo se entró en averiguaciones, encargándose a los señores ayudantes antedichos, y el capitán de ingenieros don Enríque Munizaga obtuvo noticias sobre el lugar donde se había colocado.
En posesión de este antecedente, ordené a dicho oficial se trasladara a Tacna, donde existía; por telegrama da cuenta de haber cumplido satisfactoriamente su cometido. Será puesto a disposición de V. S. Este suceso corona, una vez más, el éxito alcanzado por nuestras armas y de que debemos vanagloriarnos con orgullo.
La conducta observada por el teniente coronel, 2º jefe del 3º de línea don José Antonio Gutiérrez, es digna de todo elogio, pues dirigió las operaciones del regimiento a mi entera satisfacción, no siendo menos la del capitán ayudante don Gregorio Silva y el de la misma clase don Tristán Chacón, quien mandó la primera guerrilla sobre la fortaleza. El teniente don Ramón Arriagada y los subtenientes don José J. López y don José M. Poblete, fueron sorprendidos por el estallido de una mina al izar nuestra bandera, perdiendo la vida el subteniente Poblete. El sargento mayor de este regimiento, don Federico Castro, merece igual recomendación por su valeroso comportamiento, conducta que siguieron los demás oficiales.
En cuanto al Regimiento 4º, nada puedo agregar después de lo anterior, sino referirme al parte del sargento mayor don Luis S. Zaldívar.
Respecto al Regimiento Buin, su entusiasmo y serena comportación, me manifestó los sentimientos de que se halla poseído nuestro ejército.
Los ayudantes que mantuve en el centro de las operaciones y el capitán de la comandancia de equipajes, don Segundo Fajardo, cumplieron satisfactoriamente todas las disposiciones que fueron dictadas en esos momentos, y me hago un deber de recomendar a la consideración de V. S.
Me permito solicitar por medio de V. S., se remita a la Municipalidad de Chillán, el estandarte del batallón de guardias nacionales, Iquique número 1, por pertenecer a ese departamento el digno teniente coronel don Juan José San Martín y la mayor parte del regimiento que dirigió al combate este jefe.
Incluyo a V. S., originales, los partes respectivos y las relaciones de la fuerza que se empeñó en el combate, así como la de los heridos y muertos.
También acompaño un croquis, trabajado a la ligera por el cuerpo de ingenieros, mientras pongo en manos de V. S. el plan general de las posesiones del enemigo.
Si he demorado poner en conocimiento de V. S. estos gloriosos hechos de nuestros jefes y oficiales, ha tenido por causa la separación de la fuerza de la plaza y recibir a última hora los partes de mi referencia.
Dígnese V. S. poner en conocimiento del señor General en Jefe este parte, felicitando a ambos por el glorioso resultado.
Dios guarde a V. S.
PEDRO LAGOS
Al señor Coronel Jefe del Estado Mayor General.
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Saludos
Jonatan Saona
genial ttu blog sigue asi porque tus aportes son buenos
ResponderBorrarLagos cita en su parte y elogia la conducta en acción del comandante del 4° de Línea (San Martín, que murió ese día) y del segundo comandante (Solo de Zaldívar).
ResponderBorrarY también destaca la soberbia actuación de Gutiérrez, 2° comandante del 3° de Línea.
Pero ni siquiera menciona al Comandante Ricardo Castro, quien tuvo el mando del 3° de Línea en la acción.
El comandante de un regimiento de línea no aparece, y no es aludido en modo alguno, en el parte oficial de su jefe referido al hecho de armas del 7.06.80 . Curioso. Pero su segundo al mando si es citado y recomendado en ese mismo parte. Notable.
Por las razones que haya sido, el caso es que Castro fue separado de su mando pocas semanas mas tarde, y enviado al Sur a cumplir otros menesteres. No tomó parte en la campaña de Lima.
Gutiérrez asumió el mando del 3° de Línea y lo mantuvo hasta el fin del conflicto. Y Solo de Zaldívar, el del 4° de Línea.
Nicanor Molinare nos da una plausible explicación de estos hechos en su relato sobre el Asalto y Toma del Morro de Arica.
R. Olmedo
Excelente parte de guerra y muy resumido, como era costumbre en el ejército de Chile en campaña.... el asalto demoró 55 minutos aunque el parte a groso modo da a entender que fueron 60 minutos desde que se rompieron los fuegos, casi a la carrera destruyendo trincheras y fuertes cerro arriba.
ResponderBorrarHay que ser muy cara dura vanagloriarse de haberse enfrentado a tan solo 2 batallones con toda una division y con todos sus servicios auxiliares. En igualdad de condiciones los peruanos se iban a dejar ? Que podian haber hecho pequeña tropa sin armamento, no entiendo tanta ponderacion de estos rotos muertos de hambre. Porque el que asalta, roba y despoja lo hace por ese motivo. El Peru nunca le quito un pedazo de tierra a nadie pues aun hoy no lo necesita. Tiene la riqueza suficiente, eso si, una maldicion sus gobernantes ladrones y forajidos como en ningun lugar de la tierra.
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