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10 de mayo de 2012

Las espadas de Riquelme y Serrano


El Guardiamarina Riquelme y el Teniente Serrano en el Combate Naval de Iquique

En el mes de mayo, en que se celebra el día de las Glorias Navales, vale la pena recordar una confusa historia –hoy aclarada- acerca de la suerte corrida por la espada del guardiamarina Ernesto Riquelme en aquélla mañana del 21 de mayo de 1879 en que se libró el épico Combate Naval de Iquique, y de cómo se entrelaza con la suerte corrida por el Teniente Serrano en su abordaje al monitor Huáscar.


La historia es relatada por el historiador Germán Bravo Valdivieso en un artículo publicado en la sección “Temas de hoy” de la edición del jueves 16 de noviembre de 2006 del diario El Sur de Concepción.


A continuación, la trascripción del artículo:

“No hace mucho tiempo fue ofrecida en venta al Museo Naval de Valparaíso una espada que habría correspondido al guardiamarina Ernesto Riquelme, en el épico combate naval de 21 de mayo de 1879 en la rada de Iquique. Pero en dicho museo ya existía otra, similar a las que entregaba la Armada a sus nuevos oficiales al egresar del servicio.

Riquelme hizo sus estudios náuticos en la Escuela Naval, que funcionaba a bordo de la corbeta “Esmeralda”, donde fue compañero de promoción de Vicente Zegers, ingresando ambos el 14 de abril de 1874.

Salieron al servicio naval el año 1876 y fueron destinados al blindado “Cochrane”, que debía zarpar de regreso al astillero Earle Shipbuilding de la localidad de Hull en Yorkshire, Gran Bretaña, para terminar su construcción.

Ello, pues esta nave había tenido que zarpar inconclusa el 24 de diciembre de 1874, debido a la crítica situación internacional que vivía Chile con motivo de las pretensiones territoriales argentinas y los problemas que creaba Bolivia en su avance hacia el Océano Pacífico con el apoyo del Perú.

La navegación y estadía en el viejo mundo constituirían el viaje de instrucción de los nuevos oficiales graduados. Cada uno había recibido su espada de oficial marina, pero por causas que no conocemos, Riquelme se deshizo de ella. Se presume que la entrego de regalo a sus padres o bien la vendió.

En este viaje compartían camarote cuatro guardiamarinas: Ernesto Riquelme, Vicente Zegers, Recaredo Amengual, y Vicente Merino Jarpa. En Gran Bretaña, los cuatro decidieron mandar a confeccionar espadas que llevaran en la hoja la inscripción “Esmeralda”, que correspondía al buque donde todos ellos habían hecho su instrucción; el lema “Gloria Victoria”, perteneciente a esta nave; y el nombre de cada uno de ellos.

Una sorpresa mayúscula
A su regreso a Chile, Riquelme se retiró de la Armada, conservando su espada, y se radicó en Santiago; pero al estallar la guerra, en 1879, solicitó de inmediato su reincorporación.

Muchos años más tarde, Vicente Zegers, ya como capitán de navío y desempeñándose como agregado naval de nuestro país en Lima, entabló una gran amistad con el ministro plenipotenciario brasileño en la capital del Rimac.

Como éste se retiraba del cuerpo diplomático, le regaló los uniformes que utilizaban los diplomáticos en la época y le hizo entrega de una espada chilena que le habían vendido. Le hizo presente que era la que llevaba en su mano el teniente Ignacio Serrano al saltar al abordaje del “Huáscar” el 21 de mayo de 1879 en Iquique, de acuerdo a lo que le habían asegurado personas que consideraba confiables.

Al recibirla, Vicente Zegers se llevó una sorpresa mayúscula, pues leyó y reconoció la inscripción con que había grabado las cuatro espadas en Inglaterra y el nombre de su compañero Ernesto Riquelme. Era extraño, pues él había muerto en la “Esmeralda” y no parecía posible que hubiera quedado su espada en algún lugar desde donde pudiera haberse rescatado.

Entonces recordó la historia.

Al abordaje
Al tocarse zafarrancho de combate en la madrugada del 21 de mayo de 1879 en la “Esmeralda”, los tripulantes saltaron de sus literas, vistiéndose apresuradamente y los guardiamarinas Riquelme y Zegers, que compartían camarote, tomaron cada uno una espada –las que se encontraban juntas en una especie de paragüero- y salieron a cubierta.

Riquelme llegó a cubrir su puesto, a cargo de los cuatro cañones de popa, donde al final del combate encontraría la muerte al hundirse el glorioso buque y efectuar el último disparo del magno holocausto de ese día. Zegers se instaló como jefe de la guardia de bandera y contacto entre el comandante y la máquina de la corbeta.

Arturo Prat saltó al abordaje del “Huáscar” al primer espolonazo del monitor peruano, el teniente Ignacio Serrano lo vio morir en su cubierta y corrió como un loco preparando a su gente para seguirlo cuando el buque enemigo diera la segunda embestida. Al ver al guardiamarina Vicente Zegers le dijo: “Señor Zegers, baje a mi camarote rápidamente y traiga mi espada, que no alcancé a tomarla en la mañana, pero mientras tanto páseme la suya”.

De acuerdo a las ordenanzas navales, los oficiales debían que luchar con tenida de parada y espada. El guardiamarina Zegers bajó al camarote del teniente; cuando se encontraba en él sintió el inmenso golpe producido por el segundo espolonazo, y salió a cubierta en el momento que alcanzó a ver a Serrano saltando sobre el “Huáscar” con la espada en mano.

Al tomar las espadas esa mañana, con el apuro, Riquelme y él las habían cogido cambiadas. Así, la que llevaba durante el combate y que le entregó al teniente Serrano, mientras bajaba al camarote a buscar la suya, era la del guardiamarina Ernesto Riquelme, mientras la que éste portaba y pertenecía a Zegers se hundió con él.

Ignacio Serrano saltó al abordaje blandiendo la espada de Riquelme. Fue aquélla la que alguien recogió en el Huáscar y años después fue vendida al ministro plenipotenciario brasileño.”

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Texto tomado del blog faroportales. blogspot.com

Saludos
Jonatan Saona

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