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22 de marzo de 2011

Combate de Calama

Combate de Calama
Parte de Cabrera sobre Calama
Jefe de las fuerzas de Caracoles y Atacama. 
Cuartel general en marcha – Huanchaca, marzo 31 de 1879. 
 Señor:
Al haber tocado este departamento con los restos del combate que el día 23 del que termina tuvo lugar en Calama, entre el Ejército de Chile y la escasa fuerza de mi mando, me es obligatorio poner en conocimiento del señor Comandante General del Departamento, que continuo mi marcha á esa Capital, donde estuvé con el señor Prefecto del Litoral Coronel Severino Zapata, y cuarenta y ocho personas entre Jefes y Oficiales, tropa y empleados de la Prefecura del Litoral. 

Aprovecho esta ocasión para ofrecer al señor Comandante Jeneral, mis consideraciones de respeto y estimación. 

 Dios guarde á U. 
 LADISLAO CABRERA 
 Al señor Comandante Jeneral del Departamento de Potosí. 
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Jefe de las fuerzas de Caracoles y Atacama. 
 Cuartel Jeneral en marcha – Canchas Blancas, marzo 31 de 1879. 
 Señor. 

 A fin de que esa Comandancia Jeneral tenga conocimiento del combate que tuvo lugar en Calama en la mañana del 23 del mes que termina, adjunto copia autorizada del parte que dirijo al Ministerio de la Guerra. 

Con este motivo soy del señor Comandante Jeneral, su atento seguro servidor. 
LADISLAO CABRERA. 
 Al señor Comandante Jeneral del Departamento de Potosí. 
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Jefe de las fuerzas de Caracoles y Atacama. 
 Cuartel Jeneral en marcha.- Canchas Blancas, marzo 27 de 1879. 
 Señor: 

Después de mis oficios de 16 y 25 del corriente, cumple á mí deber dar parte al Supremo Jefe del Estado, por conducto del señor Ministro de la Guerra, del combate que en la mañana del 23 tuvo lugar en Clama, entre el ejército de Chile en número de 1,400 á 1,500 hombres, y los pocos ciudadanos que defendían la integridad del territorio Nacional; combate que dio por resultado la ocupación de aquella importante plaza por las fuerzas de Chile. 

 Hecha la intimación de fecha 16, por un parlamentario ad hoc de las fuerzas enemigas situadas en Caracoles, y firmado el protocolo en que consta la contestación que aquél recibió, debía esperarse, que ……... ese día, al siguiente cuando mas, seria asaltada la plaza. 

Mas no fue así: las fuerzas de Chile en Caracoles que no bajaron de 800 hombres cuando se hizo la intimación no se creyeron bastante poderosas para la toma de Calama, defendida únicamente por unos pocos ciudadanos. Fue preciso que hicieran venir de Antofagasta mayor número de tropas y á uno de los mas acreditados Jefes. 

 Reunido ahí un Ejército efectivo de 1,400 á 1,500 plazas, con las armas mas perfeccionadas por su precisión y alcance, con once piezas de artillería d montaña y dos ametralladoras, en la madrugada del día 23, empezó á descender rápidamente por la quebrada principal que de Calama conduce á Carácoles. En ese Ejército se notaba también un cuerpo de caballería. 

 El campamento tenia pequeña fuerza cuyo número era solo de 135 hombres entre Jefes, Oficiales y soldados, se hallaba situado ente el camino de Chiuchiu y el puente de Topater á una altura como de cien piés sobre el nivel de éste, y por consiguiente en estado de observar los movimientos del enemigo de los cuales dependía la defensa de la plaza. 

 El tiempo que el Ejercito enemigo empleó en bajar á las márjenes opuestas del río Loa, que nos dividida lo utilizé en preparar mis pocos pero valerosos compañeros cuyo ardimiento, por el próximo combate, aumentados á medida que eran interminables las columnas enemigas que bajaban al llano. 

En homenaje á la justicia y en honra, á los bolivianos declaro señor Ministro, que en esos solemnes momentos, no vi palidecer á ninguno de los que se hallaban en el campamento. Mas parecía que se preparaban á un festín que á un terrible combate en que iban á correr torrentes de sangre. 

Si alguien hubiera preferido la idea de la retirada á la vista de la superioridad numérica tan esecita, habria sido despedazado. 

Los 135 defensores de la plaza, que muy luego talvez iban á convertirse en mártires de su patriotismo y de su abnegación, esperaban mis últimas órdenes con impaciencia fébril. 

Para mejor comprensión debe tenerse presente que el rio Loa en el paralelo de nuestro campamento tiene el nombre de Yalquincha, de Topater en el lugar del puente de este nombre, y de Carvajal en el lugar del otro puente. Ambos mandé destruir días antes. De Yalquincha á Carvajal hay mas de tres millas de distancia. Se comunican por senderos angostos que es preciso conocer para recorrer de un punto á otro. Cualquiera desviación es un gran inconveniente para todo movimiento rápido. 

A (8 h. á m.) mas ó menos, el Ejército enemigo y á distancia como de tres millas de nuestras posesiones, se situó en unas colinas que se hallan sobre el camino de Caracoles, y desde allí desprendió algunas columnas lijeras que avanzaron sobre el rio que nos separaba, siendo al parecer, su principal punto de ataque el puente de Topater. 

 Me dirijo al Coronel Fidel Lara y le ordeno que baje inmediatamente. Mi órden es contestada por entusiastas vitores á Bolivia, al Presidente de la República, que jamás olvidaré. Yo también bajo al mismo lugar á señalar su puesto á la valiente columna que mandára el Coronel Lara. Llevé tambien con esa columna doce rifleros montados al mando de su segundo Jefe don Eduardo Abaroa. El resto de este cuerpo lo dejé de reserva para acudir al lugar que fuese necesario. 

 Otros de los puntos amenazados fue el puente de Carvajal en cuya dirección bajó una de las columnas enemigas. Era preciso atender allí. Separé de la fuerza del Coronel Lara quince hombres de tropa, cinco oficiales armados de rifles y cuatro de los rifleros de los doce de q’ hago mención, y á mando del Teniente Coronel Emilio Delgadillo los conduje á defender un vado del Loa llamado de la Huaita un poco al norte del puente Carvajal. Cuando llegué á este último punto, ya veinticinco o treinta hombres de á caballo de las fuerzas enemigas habían pasado dicho vado y colocándose en unas murallas de adobe. Entre esta muralla y pilon de pasto seco que nos ocultaba y dividía, no había sino la distancia de diez metros á lo mas. Pude colocar convenientemente á los veinticuatro hombres que llevé con el Teniente Coronel Delgadillo, los cuales rompieron el fuego con tal certeza que quedaron nueve cadáveres en los primeros tiros, los sobrevivientes repasaron el vado en precipitada fuga y algunos de estos quedaron en las aguas del río. Fue allí que se tomaron diez rifles, una espada y un caballo. 

Reiterando mis órdenes de defensa de aquel vado, al teniente Coronel Delgadillo, vuelvo al escape al puente de Topater donde se sentía el fuego mas nutrido que puede concebirse. 

Al aproximarse á este puente noto que el Ejército enemigo habia formado un semicírculo desde las cercanías de Yalquincha al lado opuesto de nuestras posesiones hasta el vado detenido por el Teniente Coronel Delgadillo. 

 Ordeno que el resto del cuerpo de rifleros ente en combate hácia Yalquincha á donde se veían desprenderse enormes masas de tropa. 

El señor Prefecto del Departamento Coronel Severino Zapata que comprendió la inmensidad del peligro, anticipándose á mi pensamiento ya había desprendido ocho rifles en la dirección amenazada y se hallaba en momentos de mandar el resto al punto atacado cuando llegué alli. 

 Entró pues en combate el total de los 135 hombres de que disponía. 

 Ocho de los primeros doce rifleros que coloqué en Topater habían pasado el rio hácia al campo enemigo sobre una viga de madera a mando del segundo jefe don Eduardo Abaroa, así como el tercer Jefe don Juan Patiño y el oficial Saturnino Burgos por un vado del río al Norte de Topater. 

Con esta combinación de defensa quedaron rechazados los numerosos enemigos en todos sus puntos de ataque por mas de tres y cuatro veces. 

Cuando se veía dar media vuelta hasta á los tiradores de á caballo y refugiarse de nuestras balas en las colinas del camino á Caracoles de que he hablado ántes, me hacia una ilusion de creer, que el patriotismo y el valor de mis compañeros se sobrepondría á todas las ventajas del número y de las armas de precisión. 

 Desgraciadamente todo rechazo atraía mayor número de enemigos, y como era tenaz la resistencia fue redoblado cada nuevo ataque. Columnas cerradas venían en protección de las rechazadas. 

 Empieza á oirse el ruido de las piezas de artillería, y entre ésta de las ametralladoras al propio tiempo que aumentaba el silbido de las balas de rifle. Desde ese momento los tres puntos defendidos, Yalquincha, Topater y vado de la Huaita, no solo eran impotentes sino espantosos para quienes no han podido oir el retumbar del cañón, el estallido de las bombas de incendio y el ruido de las balas de rifle. 

Duraba ya éste desigual combate cerca de dos horas. Siento q’ en el ala derecha de nuestra defensa, en el vado de la Huaita disminuyen nuestros fuegos. Me dirijo allí por tercera ó cuarta vez y ántes de llegar encuentro al oficial Manuel Luna que venía á pedirme refuerzo con un rifle y caballo enemigos. No teniendo ni un solo hombre mas de que disponer me limito á ordenarle que vuelva á ocupar su puesto. 

 En esta situación se me dice que otro puente á distancia de dos millas del de carvajal, al Sur; esto es Chunchuri estaba ocupado por fuerzas enemigas. Era nueva atención en tan difíciles momentos. Mando á informarse de la verdad de este nuevo peligro al Capitán de lanceros Miguel Palalo, y regreso al puente de Topater á ver si podian sacarse de entre los defensores de aquel punto algunos hombres para atender á Chunchuri. 

Ya era tarde, este puente había sido tomado por el enemigo, así como el cuerpo de rifleros al Norte de Topater. El Coronel Lara se habia retirado quemando su último cartucho. El cuerpo de rifleros, agotadas sus municiones había hecho otro tanto. 

Se notaba en aquella situación que el enemigo que había desalojado á la columna de Caracóles y al cuerpo de rifleros, no se atrevía á traspasar el río, parecía que se hallaba asombrado de tanto heroísmo. No se oia ya sino en dirección del pueblo uno que otro tipo. 

Pude llegar así sin ninguna dificultad á lo q’ fue nuestro campamento donde encontré todavía al Jefe del Estado Mayor, Coronel Gaspar Jurado, al Comandante Pedro Caballero y al oficial de lanceros Segundo Altamirano. 

 El Comandante Narciso Avilés tercer Jefe de la Columna de Caracóles me dá la triste noticia de que parte del Ejército enemigo había ocupado ya el pueblo que defendía habiendo penetrado por el vado de la Huaita. Despacho al Oficial Altamirano á informarse de si esto era cierto. No vuelve éste. Me dirijo yo mismo al pueblo y cerca de él encuentro á uno de los cornetas de la columna de Caracóles (Aparicio) que venía de fuga y me confirma la noticia de la ocupación del pueblo. 

 Contramarché sobre el campamento en cuya dirección se retiraban algunos soldados y rifleros; les indico como punto de retirada el pueblo de Chiuchiu y yo mismo tomo esa dirección. En el camino me incorporo con los compañeros cuya lista acompaño. 

 En cuanto á las pérdidas que se han sufrido, de los informes que he podido recoger resulta que murieron de la columna de Caracóles tres individuos de tropa y un herido; del cuerpo de rifleros dos muertos y doce prisioneros de uno y otro cuerpo. Entre éstos el Comandante tercer Jefe de rifleros Juan Patiño. 

 Las del enemigo son injentes relativamente; todas las personas que salieron de Calama después que nosotros aseguran uniformemente que pasan de cien los muertos en los tres puntos atacados. 

Nada se sabe del teniente Coronel Delgadillo ni del segundo Jefe de rifleros Eduardo Abaroa; sin embargo respecto del segundo se dice que fue fusilado después de prisionero. Si esta fatal noticias se confirmase, habría que vengar este nuevo crimen. 

El Ejército enemigo en el combate del 23 hizo uso de todas sus armas, hasta de las bombas de incendio que en los depósitos de pasto seco han hallado cómodo combustible. Cuando las bombas no producían el efecto deseado por él, ponían fuego á dos cercos de los alfares. El aspecto que Calama presentaba en nuestra retirada era el de una hoguera espantosa. 

 Así terminó aquel combate sin igual en la historia moderna; 135 hombres mal armados defendiendo una línea de mas de tres millas contra un Ejército compuesto de 1,400 á 1,500 hombres con las mejores armas que se conocen. 

 Ahora Chile sabe con qué clase de enemigos tiene que luchar, y el pais que no olvidará que á las ventajas numéricas pueden oponerse el valor proverbial del ciudadano boliviano y estudio de las localidades aparentes para la defensa ó para el ataque. 

Al terminar esta exposición, es de mi deber y de severa justicia, hacer conocer á la Nacion y al Supremo Gobierno, el comportamiento heroico de todos los Jefes, Oficiales y tropa que rechazaron en la mañana del 23 al Ejército chileno. 

El Sr. Coronel Severino Zapata que llegó á Calama el día 20, prestó con su presencia y sus consejos importantes servicios, antes del combate, durante él y en la retirada, así como su comitiva compuesta del Coronel Juan Salinas, Dr. Ricardo Ugarte, Lizardo Taborga y Manuel T. Cueto. 

 El Estado Mayor compuesto del Coronel Gaspar Jurado, del teniente Coronel Pablo Sanchez, del Comandante Pedro caballero, Teniente primero Ignacio Pedraza y del Ayudante Federico Andía, cumplió también legalmente su deber. 

 El Coronel Lara que defendía el puente de Topater causó no pocas bajas en el Ejército enemigo; pues se le vía hacer constante fuego con su rifle, rodilla en tierra. En este punto se hallaron el Comandante Avilez y los Oficiales Braulio Vera, Hermenegildo Villegas, Alfredo Goblé y Lucio Villegas. 

 El teniente Coronel Delgadillo, desplegó tal valor en la defensa del vado de la Huaita superior á todo elojio. Con él se encontraban los Capitanes José Diaz y Francisco Zuñiga, los Oficiales Samuel Aramayo, Manuel Luna, Manuel Chavei, Manuel I. Gandarillas y Rodolfo Abaroa. 

El Cuerpo de rifleros que defendía el vado de Yalquincha á mando del tercer Jefe Juan Patiño, del Mayor Florian Flores y del Capitan Luis Latines, se colocó á la altura de su deber y cumplió dignamente los compromisos que voluntariamente y con sin igual abnegación contrajo. A este cuerpo pertenecian los Oficiales Saturnino Burgos, Luciano Caballero, Severo Aparicio, Manuel Pereira, Modesto Carrazana, Manuel I. Gandarillas, Rodolfo Abaroa y Avelino Aramayo. 

El cuerpo de Lanceros no ha sido menos digno en los servicios locales á que estaba destinado; y su Jefe en su calidad de tal y como Sub-prefecto de la Provincia de Atacama, señor Jose Santos Prada, ha prestado igualmente importantes servicios,-- así mismo que el Intendente de Policia y Capitán de rifleros Eugenio M. Patiño. 

Consentimiento de alta consideración, soy del Sr. Ministro de la Guerra, atento, seguro, servidor. 

 LADISLAO CABRERA.

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Texto tomado del libro La Primera Pagina en la GDP, de Ricardo Ugarte
Imagen foto del siglo XIX con un grabado sobre el combate de Calama, representa la muerte de Abaroa, tomado de un Album propiedad del CEHMP

saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. Buen aporte Jonatan, he seguido con atención el relato de don Ladislao Cabrera, sobre la batalla de Calama, que se ajusta a lo que conocía sobre el respecto, sólo me amerita una salveda, me sorprende que al ser tan reducido el número de hombres que defiende Calama (135) una cantidad desmesurada de oficiales, no les parece a ustedes ? …

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  2. Tantos oficiales y casi ninguno murió, estos bolivianitos tienen que haber sufrido por el mal trato de los zánganos que tenían como oficiales, no hay otra explicación al respeto. ¡Bueno que se puede esperar si estos entes apenas conocían la letra o (por redonda)!

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