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2 de diciembre de 2010

Federico Villarreal

Federico Villarreal

Ingeniero Federico Villarreal

Una gloria nacional ha perdido el país con la desaparición del eminente hombre de ciencia ingeniero doctor Federico Villarreal, acaecida en esta capital el 3 de junio (1923).

Ha sido el doctor Villarreal una alta personalidad científica, cuya reputación pasó los linderos de la patria y conquistó para el ilustre maestro positivo renombre en los centros científicos del extranjero.

Últimamente el doctor Villarreal mereció el singular honor de ser designado por el Consejo Universitario de San Marcos, decano honorario de la Facultad de Ciencias, después de haber ejercido, por espacio de más de 20 años, el decanato de la misma facultad.

No obstante su avanzada edad, que lo obligó a pedir su jubilación, dictaba, a pedido suyo, las cátedras de estudios monográficos de Matemáticas Superiores y Física Matemática, así como la de Historia de las Matemáticas.

El doctor Villarreal nació en Lambayeque en 1849. Hizo sus estudios en el Colegio Nacional de esa ciudad. En 1870 obtuvo el título de Profesor de primeras letras y desde entonces se dedicó a la enseñanza.

En 1877 obtuvo el título de Preceptor de segundo grado y en ese año se trasladó a Lima, ingresando a la Universidad. Allí cursó la Facultad de Matemáticas. En 1880 se graduó de Licenciado en Ciencias, con una tesis titulada “Efecto de la refracción sobre el disco de los astros". Ese mismo año fue nombrado Profesor adjunto de astronomía de la Facultad de Ciencias, cargo que desempeñó durante la ausencia del profesor titular.

En 1881 se graduó de Doctor en Ciencias Matemáticas, y su tesis se ocupó de las curvas de tercer grado. La Facultad le concedió la medalla de oro ofrecida al primero que obtuviera el grado de Doctor en Ciencias Matemáticas.

En 1882 ingresó a la Escuela de Ingenieros Civiles. En 1886 se recibió de Ingeniero Civil. De 1884 a 1886 fué Catedrático adjunto de revisión de Matemáticas, Astronomía, Topografía y Geodesia en la Facultad de Ciencias y de Cálculo Infinitesimal en la Escuela de Ingenieros.

En mayo de 1887 se recibió de Ingeniero de minas. Ese mismo año fue nombrado Profesor adjunto de caminos, puentes y ferrocarriles. El 23 de julio del mismo año, la Facultad de Ciencias le eligió por unanimidad Catedrático principal de Astronomía, Topografía y Geodesia. De 1887 a 1896 dictó en la Escuela de Ingenieros el curso de Física.

Ha sido también Profesor en la Escuela Militar desde 1890 hasta 1894. En la ceremonia de la apertura de la Universidad el 15 de enero de 1895 pronunció el discurso reglamentario sobre la filosofía absoluta de Wronski.

En 1897 obtuvo en concurso las Cátedras de Astronomía, Topografía, Geodesia, Mecánica, Teoría general de máquinas y motores en la Facultad de Ciencias. En 1903 fué elegido Decano de la Facultad de Ciencias y fué reelegido para el mismo cargo en 1907, 1911, 1915 y 1921. En la guerra del Pacífico formó parte del ejército de reserva, que defendió a Lima de la invasión del ejército chileno y asistió a la batalla de Miraflores el 15 de enero de 1881 como subteniente del batallón Nº 18. En 1892 fué elegido Senador suplente por Lambayeque y en 1894 reelegido por el mismo departamento. Concurrió a las sesiones del Senado en la legislatura de 1894.

En 1907 fué elegido nuevamente Senador suplente a la Cámara asistiendo a las legislaturas de 1913 y 1914. En junio de 1921 y con motivo del fallecimiento del Doctor Javier Prado ocurrido el 25 de ese mes, se hizo cargo del puesto de Rector de la Universidad de Lima.

Perteneció al Partido Civil primero y al Liberal Después. Fué Tesorero de Pró-Marina y miembro de numerosas instituciones científicas, nacionales y extranjeras.

En el Cementerio, a nombre de la Sociedad de Ingenieros, a la que perteneció el extinto, llevó la palabra el señor Cristóbal de Losada y Puga, quien pronunció el siguiente discurso:
“La Sociedad de Ingenieros del Perú, en cuyo nombre voy a decir breves palabras, se asocia al duelo que en todo el país ha despertado la desaparición de Villarreal. Y el luto de nuestra Sociedad es de naturaleza muy especial, pues no solamente tiene que lamentar como institución la muerte de un grande hombre, sino que todos los ingenieros peruanos hemos sido discípulos del sabio, todos hemos vibrado de admiración ante sus descubrimientos mate máticos, todos recordamos mil incidentes que muestran la desadaptación de este hombre genial a las realidades triviales de la vida.

Los descubrimientos e investigaciones de Villarreal, que cada día serán mejor comprendidos y apreciados, son de una magnitud y una trascendencia tales, que caracterizan a su autor como a un genio indiscutible, y hacen de él la primera figura de la ciencia nacional y uno de los hombres más grandes que jamás haya producido el Perú.

Villarreal creó e investigó, como sólo los genios pueden hacerlo, y cosechó verdades nuevas de gran interés teórico y de inagotables consecuencias prácticas. Desde su Cátedra hizo conocer en el ambiente científico nacional las más altas doctrinas matemáticas.

Pero hubo algo en que enseñó cual consumado Maestro: predicando con el ejemplo, enseñó a trabajar, a estudiar, a investigar. En un país nuevo y desprovisto de tradición científica, se alzó como paladín infatigable de la verdadera ciencia de la producción original, del estudio penoso, de la contribución silenciosa y paciente de cada uno a la tarea mundial de la investigación.

Figura excelsa por su inteligencia, lo fué más aún por su voluntad. Basta para atestiguarlo, medio siglo de vida consagrada a las más difíciles investigaciones, al estudio incesante, a la enseñanza cuyas funciones llenaba con la precisión sorprendente de un cronómetro.

Villarreal es en el Perú un símbolo. Exponente supremo de la capacidad mental de nuestra raza, mentís irrefragable contra toda afirmación de una pretendida inferioridad mental o volitiva del criollo, este hombre y su obra deben ser para todo peruano, una esperanza, un impulso y un ejemplo.

En todos los hogares y en todas las conciencias se rinde tributo de admiración y gratitud a los grandes héroes marciales que die ron al país la libertad o lo defendieron en tremendos campos de batalla. Este justo homenaje a los que consagraron su vida a la patria hasta morir por ella si fué preciso, debe extenderse, sublimado y acrecido, a los gigantes del pensamiento, a esos grandes héroes de la paz. Estos ganan batallas homéricas en el silencio augusto de sus gabinetes de trabajo; y son tanto más grandes, cuanto que en su heroísmo grave y sereno para nada entran ni el ardor de una hora épica ni el imperativo indeclinable del deber patriótico. Ellos se crean un deber para luego cumplirlo, y en su vida no desempeñan ningún papel el entusiasmo ni el arrebato.

El Perú, es, pues, a mucha honra, la patria de Villarreal. Y no olvidemos que todos los pueblos han tenido sus héroes y sus caudillos, pero no todos han producido genios. Villarreal duerme el último sueño después de una larga jornada de esfuerzo y de estudio. Su vida ha tenido un valor y un sentido".


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"Informaciones y Memorias de la Sociedad de Ingenieros del Perú". Núm. 5. Lima, mayo de 1923.

Saludos
Jonatan Saona

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