n. 1863. Mi abuelo. Cumplió 16 años el 14 de marzo 1879, y al declararse la guerra en abril siguiente, buscó darse de alta en la Armada, aunque sin éxito inicial. Carecía de profesión, y de hecho, debió haber iniciado el 6° y último curso de Humanidades en el Liceo de Curicó ese año. (Dos cursos mas abajo, en el mismo liceo, estudiaba el joven Luis C. Martínez, destinado a inmolarse en Concepción en 1882). Las limitaciones del decreto de Conscripción de la Armada (abril) lo dejó fuera (*) de la primera lista de Aspirantes enrolados. Recurrió entonces a los buenos oficios de su tía Rosario, para lo cual debió viajar a Valparaíso y alojarse en casa de esta. Rosario Chacón vda. de Prat había pasado, a contar del 21 de mayo de ese año, de ser la simple madre viuda de un oficial jefe de la Armada, a la categoría superior de Madre del Héroe y de Todo Chile, o algo parecido. Su pedido por la incorporación a la marina de sus sobrinos Olmedo-Espinosa fue atendido muy expeditamente, y Juan Mateo se dio de alta en octubre como Aspirante a Oficial en la “Chacabuco”.
Debe haber sido casualidad el hecho de que el comandante de esa nave, Oscar Viel, fuera el padrino de bautismo de su hermana menor, María Jesús, bautizada en 1867. Así es que sirvió, durante toda su participación en la GDP, bajo las órdenes del “compadre” de su padre fallecido y de su madre viuda. Pequeño mundo. Fue difícil. De hecho, los tres hermanos Olmedo-Espinosa que se enrolaron en la Armada recibieron inicialmente un trato distante, casi hostil, de parte del personal profesional de esa institución.
Angamos ya había tenido lugar, pocos días previos a su incorporación, y su servicio, amenizado solamente por la participación de la “Chacabuco” como buque escolta de la Expedición Lynch – que impactó muchísimo al joven oficial - y antes de ello, del bloqueo de Arica, no brindó oportunidades de combate naval. Largos ocho meses previos bloqueando a Mollendo, más la escolta de convoyes y el bloqueo final del Callao, resultaron pesados y agotadores para toda la tripulación. Casi carecían de correspondencia a bordo, y la alimentación era escasa, monótona y nada saludable.
Ocupada Lima y el Callao, la oficialidad fue autorizada, por turnos y por orden de antigüedad, a visitar el puerto y la capital. Entre otros motivos, para inmortalizarse allí en retratos destinados a la familia y novias. Y a la Historia, aunque ellos lo ignoraban entonces. Mi abuelo obtuvo el permiso recién en febrero, e hizo tomar su retrato en la casa Courret (hoy, Archivo Courret) donde su imagen quedó registrada con 17 años y once meses de edad.(**)
Poco después, la pugna entre el almirante Riveros y el Ministro J. F. Vergara se resolvió mediante la disolución de la Escuadra, enviada a Valparaíso en marzo para ese objeto, y el joven Juan Mateo terminó su participación en la GDP, aunque no su relación con el mar. Sus verdaderas e interesantes vivencias se desarrollaron a partir de 1889 como activo opositor a Balmaceda, en 1890 y parte del 91 como agente en la lucha clandestina, y como oficial del “Iquique N° 6” congresista a contar de julio de ese año. Se batió en Concón y La Placilla, salvando con heridas leves, y sus andanzas de esos años están resumidas en un extenso “informe” preparado para su jefe revolucionario, Isidoro Errázuriz. Mismo que yo he adaptado – corrigiendo la caligrafía arcaica – y presentado en la novela “Jamás Vencidos”, basada en sus experiencias.
Casó con mi abuela, María Teresa Fontaine Calvo, en 1892 De él vienen los Olmedo-Fontaine, Olmedo-Droguett y Torres-Olmedo, con una cantidad notable de médicos y odontólogos entre ellos. El abuelo falleció en marzo de 1936. Descansa en el Cementerio General de Santiago, y yo no he descuidado su sepultura.
(*) El Decreto establecía la conscripción, con el grado de Aspirantes a Oficiales, de 50 jóvenes de buenas familias que cumplieran determinados requisitos. Y señalaba que deberían ser dos por cada una de las 25 provincias que conformaban el Chile de entonces.
No obstante sus esfuerzos, Juan Mateo no logró ser uno de los dos curicanos seleccionados para ese efecto, y debió recurrir posteriormente a la ayuda ya citada. Mas tarde, los requerimientos de la Armada y sus bajas de Pisagua ampliaron el número y facilitaron, incluso, la incorporación de su hermano menor, Martín Féliz.
(**) Una de las copias de esa fotografía fue dedicada por mi abuelo al dorso, en marzo de 1881, a Enriquetita Vera según se lee allí. Se trataba de una de las hijas de Robustiano Vera, próspero empresario en frutos del país y transportes. Un cercano amigo de la familia ese Robustiano Vera, antiguo socio del padre fallecido, el juez José Mateo Olmedo. Parece que la señorita Vera en cuestión le traía las hormonas alteradas a mi abuelo en esas fechas.
No se casaron, sin embargo, como suele ocurrir, y mi abuelo lo hizo recién después de la Guerra Civil con mi abuela María Teresa Fontaine.
Enriqueta Vera, por su parte, quien contrajo matrimonio con un tercero, guardó esta fotografía cuidadosamente, y poco antes de su muerte, a mediados de la década de los 40 (cuando el mundo jugaba a la II GM) tomó contacto con mi tía María Teresa Olmedo Fontaine para entregarle esa foto de su padre, ya fallecido en 1936. La había conservado con devoción, y le contó entonces que había amado al joven allí retratado durante los últimos 60 y tantos años. Supongo que los amores de esa época se vivían así, como en las novelas.
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Texto y fotografía agradecimiento a Raúl Olmedo D.
Saludos
Jonatan Saona
El anonimato es cómodo, ciertamente. Como dice el refrán : "la muralla es el alma del canalla".
ResponderBorrarYo siempre firmo lo que escribo y asumo con mi nombre, el que me legaron mis ancestros, mis afirmaciones y asertos.
Que increible, yo soy descendiente de Robustiano Vera y busco informacion sobre el y hasta tengo por ahi una foto de Enriqueta Vera.
ResponderBorrarEste es mi mail eduardovera1@hotmail.com
aun buscas informacion
BorrarHola que interesante la historia. Yo tengo un parentesco lejano con Enriqueta Vera Calvo, ella era prima hermana de mi bisabuela Clementina Calvo. Debo agregar que don Robustiano se apellidaba Puerta de Vera y Díaz Muñoz, la flojera chilena le acortó el apellido. Debo agregar que era argentino de nacimiento pero hizo su vida aqui en Chile.
ResponderBorrarNo firmo mi comentario porque no tengo cuenta.
Una de sus obras es una biografía del Coronel don Domingo de Torres abuelo materno de su señora Enriqueta Calvo Torres hermana de Francisco, mi tatarabuelo.
yo soy pariente direcyo y tengo fotos originales de todos ellos
BorrarLa hermana mayor de Enriqueta, Berta Vera Calvo, se caso con Dionisio Caviedes, hermano de Eloy Caviedes, corresponsal de El Mercurio de la Guerra del Pacifico,cuya madre Sinforosa y hermana tenian casa en Valparaiso donde arrendaron unas piezas al gran Pintor Juan Francisco Gonzalez. Hija de Dionisio y Berta fue Lucila Caviedes Vera mi abuela y madre del formador de la neoonatologia y descubridor de la enfermedad Hemolitica del recien nacido Dr.Luis Vera Caviedes, a quienes Peruanos Bolivianos y Chilenos que tuvieron madres RH-, hoy le deben las Gracias a la Vida.... y son miles.La vida es sorprendente.
ResponderBorrarRoberto Vera Sobrino.
ojalá llegues a leer esto Raúl, Mi nombre es Daniel Castillo Molina, actualmente estoy haciendo la tesis sobre la Guerra Civil de 1891 y llegué a conocimiento del texto de tu abuelo que tiene valiosa información para el desarrollo de mi investigación. quisiera solicitarte muy humildemente si te podrías contactar conmigo para ver si me podrias ayudar con mi tesis con la incorporación de extractos de los apuntes de tu abuelo.
ResponderBorrartu ayuda me sería de una riqueza extrema. un abrazo!
Lamento la tardanza en responder. Ya explicaré. Mi correo es rasus21@yahoo.com por si aún quieres contactarme.
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