14 de julio de 2020

Bedoya sobre Prado

Abel Bedoya de Seijas
8 de julio de 1883
Batalla de Huamachuco
Veracidad de como fué la muerte del Cnel. Leoncio Prado
(Publicado en 1931 por Abel Bedoya)

Algunos compatriotas dudando no ser cierta la manera como tuvo lugar la muerte del valiente coronel Leoncio Prado; por publicaciones hechas, aseveran que fué asesinado por un oficial chileno, de orden del jefe expedicionario coronel Alejandro Gorostiaga.

Como tal versión desvirtúa en un tanto la muerte heroica de mi querido compañero coronel Prado, en mi condición de actor en las acciones de armas que tuvieron lugar en los días Domingo 8, Lunes 9 y Martes 10 de julio de 1883 en Huamachuco, habiendo sido las dos primeras victorias, es mi deber como peruano poner en claro la duda o error en que están los referidos compatriotas. Y no sólo esto, sino que cuando se escriba la historia de la guerra del Pacífico, que ya no existiremos los pocos sobrevivientes, se nos falsee la verdad.

Para llegar a la veracidad del lindo episodio que glorificó al Ejército peruano, por el mes de agosto de 1928, hice las indagaciones del caso, viniendo en conocimiento que residían en Lima las señoras oriundas de Huamachuco, Betsabé Galarreta y Rosaura Olasabal, esposas de los señores Luis Enriques y coronel Manuel Gallardo, respectivamente, con quienes me puse, solicitándoles me reseñaran todo lo que a ellas les constara de la muerte del Coronel Leoncio Prado. Contestándome estar prontas a acceder mi pedido, pues que el patriotismo se lo exigía así. 

"Señor Coronel Bedoya Seijas: Ya comprenderá Ud. que nosotras por esa época, como niñas aún, no mirábamos el peligro, de consiguiente créanos tal como vamos a relatarle lo acontecido.

El mismo día martes 10 de julio de 1883, que tuvo lugar la tercera acción de armas entre los ejércitos del Perú y Chile, éste como victorioso, regresó a Huamachuco. Y como quiera que las familias estaban refugiadas por las afueras de la ciudad; al saberse que el jefe de la expedición chilena coronel Gorostiaga, publicó un bando al día siguiente, o sea el miércoles 11 para que los habitantes regresásemos a nuestros hogares con toda garantía, volvimos a la ciudad.

El día jueves 12, tuvimos conocimiento que con motivo de un denuncio hecho por un cholo llamado Julián Carrión, dueño de un rancho situado en las lagunas de Cushurá, que está a dos leguas de Huamachuco, traían de dicho lugar herido de una pierna al coronel Leoncio Prado y a sus dos ordenanzas.

La referida captura hecha por el coronel Gorostiaga, se la detallaremos en seguida, por informes adquiridos en la ciudad.

Viéndose el coronel Prado sin medios de curación, le dió dinero al cholo Carrión, para que fuera a la ciudad y le comprara algunas medicinas, encargándole el mayor sigilo, a fin de no ser descubierto. Más para halagarle y no fuera a denunciarlo, le regaló su rico reloj que le obsequió Cuba al coronel Prado, cuando dió el primer grito de independencia, por el año 1876, en gratitud de su noble acción.

En Huamachuco el cholo Carrión, muy lejos de cumplir el patriótico encargo, se puso al habla con el coronel Gorostiaga, dándole aviso hallarse en su rancho un oficial herido y dos soldados. A esta denuncia, se ordenó marchasen 25 hombres a cargo de un oficial a traerlos, sirviendo de guía el denunciante Carrión.

El mismo día jueves 12, fue traído a presencia del jefe chileno, quien después de una interpelación, dispuso fuese preso en una casa que sirvió de cuartel de la Artillería chilena, cuyo dueño fue Manuel R. Llauri, quien después la vendió en 8000 soles, hallándose hoy en tal estado de destrucción, que está convertida en un terreno cercado por paredones.

Al día siguiente, o sea el viernes 13 de julio, poco antes de las nueve de la mañana, se le notificó al coronel Prado que iba a ser fusilado, por resolución de un consejo de guerra, como en efecto se le ejecutó minutos después de la hora ya dicha.

Concluidos los informes; le expondremos nuestra actuación, una vez abandonada la ciudad por las tropas chilenas, la que fué inmediata de la ejecución del coronel Prado.

Con motivo de haber estado situada la casa de mi madre la señora Manuela Malpartida viuda de Galarreta a dos cuadras del lugar donde se le fusiló al coronel Prado, tuvimos ocasión de sentir la descarga que dió fin a nuestro compatriota, moviéndonos la curiosidad, como niñas, ver salir a los soldados, los que una vez alejados, previo acuerdo con mi hermana Francisca y nuestras amigas Filomena Palacios y Rosaura Olasabal, hoy de Gallardo, nos dirigimos a la casa de la ejecución.

Al entrar en la primera habitación, se nos presentó a nuestra vista el coronel Prado, muerto en un catrecito, con uno de los ojos saltado, efecto del proyectil. La tacita de barro quemada y barnizada, como se elaboran en la sierra, en el suelo, el plato y la cucharita, sobre su pecho.

Después de contemplar el fin de un valiente y héroe militar peruano, nos dirigimos a la segunda habitación, donde encontramos a sus dos ordenanzas también fusilados, dando ejemplo de amor patrio y lealtad a su jefe, cumpliendo con el ofrecimiento que le hicieron de morir junto con él.

No pudiendo resistir por más tiempo en ese santo lugar, donde se veía un cuadro ejemplarizador para las generaciones, nos retiramos con el corazón destrozado de dolor.

En cuanto al reloj que el coronel Prado le obsequió al Judas Julián Carrión, éste lo vendió en Huamachuco, corriendo después en varias manos, ignorándose ya su fin. Dicha prenda fué mandada hacer por los cubanos especialmente en Europa, el que era labrado y grabado con las iniciales del primer libertador de Cuba, el coronel Leoncio Prado.

El fin de Julián Carrión se ignora, pues cuando ocupó Huamachuco el doctor Puga con sus fuerzas lo persiguió para fusilarlo y no encontrándolo, su ganado y demás propiedades fueron utilizadas para el sostén de la tropa.

Los cadáveres de Leoncio Prado y sus dos ordenanzas fueron sepultados con veneración por la patriota señora Dolores Cisneros Colina, hermana del mayor Santiago Zavala, quien murió valientemente escalando las posiciones enemigas con su escuadrón de caballería, perteneciente al ejército del General Cáceres. La caja mortuoria fue obsequiada por el carpintero Espinoza, que se consideró honrado con trabajarla.

Hasta aquí, es cuanto podemos exponer, referente al fusilamiento del héroe de Huamachuco y de Cuba."

Ahora tócame agregar algunos otros detalles de mi compañero el coronel Prado.

Sus ordenanzas fueron Patricio Lanza y Felipe Trujillo, hechos prisioneros junto con su jefe; por la comisión chilena mandada por el teniente Fuensalida, que como ya se ha dicho se componía de 25 hombres. Como por esa época carecían de nombre las calles de la ciudad de Huamachuco, sus patriotas habitantes, bautizaron la cuadra donde está situada la histórica casa con el nombre de “Coronel Leoncio Prado”.

Así mismo, sabedor que mi distinguido amigo el historiador señor Gerardo Vargas H., hijo de Arica y residente por el año de 1915, previa correspondencia, me informó existir en dicho puerto, empleado en la aduana, un amigo llamado Simeón Contreras, que fué sargento movilizable del Batallón Victoria, perteneciente a la expedición de Gorostiaga, quien por sus informes vine en conocimiento, ir de acuerdo más o menos con los datos por las señoras Betsabé Galarreta y Rosaura Olazábal, siendo ampliados, por tener motivos para ello, como se verá en seguida.

Dice su informe: que el coronel Leoncio Prado, llegó herido el día 12, como a las cuatro de la tarde a Huamachuco, conducido por la comisión, sometido a consejo de guerra, y sentenciado que fué se le fusiló el 13 en las primeras horas de la mañana, saliendo la expedición sobre Cajabamba.  Que la tropa ejecutora fué de diversos cuerpos, mandada por los subtenientes del Batallón "Talca", Arturo Rojas Arancibia y Arístides Villalobos. Que, entre otras cosas pidió le apuntasen en el corazón y en la cabeza, al golpe que dé con su cuchara. Esto concuerda, con lo referido por las señoras informantes, de haber visto uno de los ojos del valeroso militar, saltado y la tasa en el suelo por causa de los proyectiles recibidos en el pecho y la cabeza.

Por todo lo aclarado, me lleno de gloria haber conseguido, no se desvirtúe en algo la serenidad, valor y satisfacción de haber derramado su sangre en aras de su patria mi camarada y amigo el heroico coronel Prado, siendo su muerte ejemplarizadora para nuestros militares y compatriotas en general, siempre que se trate de la honra del Perú.

Crnl. Abel Bedoya de Seijas.


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Texto tomado del diario "La Sanción"- Callao, 28 de julio de 1931. Recorte original de "Museo Leoncio Prado. Héroes de la Batalla de Huamachuco"

Saludos
Jonatan Saona

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