12 de abril de 2019

Reinaldo Boltz

Reinaldo Boltz
Don Reinaldo Boltz
Teniente de Artillería 

I.
Los que residen en la ciudad de Valparaíso o visitan en la estación veraniega sus amenas aceras, ríos humanos que como el océano tienen mareas, no habrán olvidado probablemente el rostro de un joven del más puro tipo alemán, que a través de las vidrieras del elegante almacén de música i de arte llamado de Kirsinger, por su fundador, sonreía bondadosamente a su clientela, en el desempeño de un puesto en que la sonrisa es venta i la galanura plata.

I bien, tras aquella mirada dulce i pacífica, que iluminaba un rostro tranquilo i sin líneas acentuadas, ocultábase un espíritu guerrero, ardiente i jeneroso, más semejante al que se necesita en las tiendas de lona de los campamentos que al que es necesario gastar en las tiendas de cristal de nuestras populosas ciudades.

Reinaldo Boltz, hijo del buen caballero don Christián Boltz., había nacido en la Serena el 3 de julio de 1855, i educádose en aquella ciudad i en el comercio de Valparaíso hasta que la declaración de guerra de 1879 le hizo saltar de un solo impulso por encima de su mostrador.

Incorporado a la artillería, batióse con señalado denuedo en las alturas de Chorrillos, al punto de merecer una especial mención de honor de su inmediato jefe, el bravo e intelijente teniente coronel Emilio Gana, a cuya brigada pertenecía.

ΙI.
Llamado después por sus aptitudes, su porte i su conducta, al estado mayor jeneral del ejército de ocupación, desempeñó frecuentes i delicadas comisiones, siendo una de éstas tan arriesgada, que en ella rifó su juvenil vida i en el azar del deber la perdió.

Sirviendo, en efecto, a las órdenes del coronel Amagada en las sierras del Perú, despachólo aquel jefe con una comisión secreta a la costa, haciéndolo acompañar por un oficial peruano llamado Latorre i un guía indio, en dirección al puerto de Casma.

Pero al llegar a la aldea de Yaután en aquel valle, descubierto o vendido por sus compañeros, fué hecho prisionero por el montonero Carrasco, sanguinario jefe de bandas, i encerrado en la iglesia de la aldea, como único lugar de seguridad para guardar un chileno entre asustadizos quichuas.

III.
Tenía esto lugar en circunstancias que había caído en lance parecido el capitán Luco Lynch, sobrino del jeneral en jefe, i éste último había mandado en consecuencia a su rescate una compañía de carabineros al mando del capitán Stephan, apoyado por 30 fusileros del Victoria.

Sabedores los indios de aquel peligro, pidieron de rodillas a Carrasco no matase a su prisionero; pero el salvaje caudillejo, desafiando una represalia terrible, entróse desaforado a la iglesia i descerrajando su revólver en el pecho del cautivo, lo mató cobardemente, huyendo en seguida para pagar su vil asesinato al filo de los sables del cargoso i sableador Stephan.

IV.
El capitán Luco Lynch obtuvo su libertad por el amedrentamiento del castigo, pues el pueblo de Yaután fué entregado a las llamas i consumido hasta sus cimientos en condignas represalias. Lo único que escapó del cruel estrago fueron las puertas de la iglesia; i ésto porque sus tableros sirvieron para fabricar de lijero el tosco pero bendito ataúd del pundonoroso cuanto desdichado teniente Boltz que, llevado en hombros de los soldados de Valparaíso al mando de los capitanes del Miraflores Barahona i Givovich, descansa hasta hoi bajo rústica cruz en el cementerio de Casma. Menos feliz que Otto von Moltke, no ha llegado todavía para el noble alemán la hora de la repatriación i del apoteosis.

Pero de seguro habrá de llegar algún día, i para esto, al menos, escríbense i compajínanse estos recuerdos.


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

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