9 de abril de 2019

Augusto Nordenflycht

Augusto Nordenflycht
Don Augusto Nordenflycht
Capitán Ayudante del Rejimiento Aconcagua

I.
Fué Augusto Nordenflycht el oficial demayor graduación i de mayor edad en el ejército expedicionario del Perú entre los nobles voluntarios que encarnaron el innato espíritu de las estirpes jermánicas i afianzaron con su espada o su yatagán la alianza ya antigua de los dos pueblos, junto con el heroico Otto von Moltke.

Era nieto el primero de aquel barón de Nordenflycht, sabio i metalurjista que el rei de España sacó, a fines del último siglo, de las minas i de las universidades de Sajonia para propagar en esta parte de América los progresos de la ciencia.
Casado aquel personaje en Lima con una chilena (la señora María Juana Cortés), naciéronle dos hijos: Pedro, que fué fusilado por los españoles en el Alto Perú, i Dionisio, que vivió i murió en Chile como hacendado de la Palma i Purutún en el valle de Quillota.

Fué hijo de este último Augusto Nordenflycht, mozo a las veces inquieto pero bravo como pocos. Nacido durante la guerra de la restauración del Perú (1838), tomó las armas en otro período de luchas, cuando el coronel Escala organizó en 1858 el inacabable rejimiento Buin, en cuyo cuerpo entró como subteniente. Retirado poco después, volvió al servicio con motivo de la guerra con España en calidad de artillero, i de nuevo abandonó su carrera en 1867.

II.
Hallábase radicado en Quillota, tierra de sus mayores, cultivando humildemente el campo, cuando surjió la última de las cuatro guerras que marcaron su existencia; i por la cuarta vez alistóse en el ejército, primero como capitán del Lautaro en mayo de 1879 i después como capitán ayudante del rejimiento Aconcagua.

Su ambición había sido, sin embargo, mandar un escuadrón de caballería, compuesto de hombres valerosos escojidos por él mismo, porque sentíase capaz de acometer esas empresas rápidas i de aventuras que suelen poner a un hombre oscuro en alto relieve en un solo día.

El hado que le había perseguido, como a todos los suyos, le fué contrario, i en la primera batalla campal en que su cuerpo dió de lleno, perdió gloriosamente, rodeado de luz, oscura vida.

Supo, en efecto, el capitán Nordenflycht algo que no es común aprender: supo morir; porque precipitándose sobre los parapetos de Miraflores con un puñado de valentísimos aconcagüinos, de aquellos que él mismo había deseado elejir para un día de singular acción, convertidos los hombres en jinetes i los jinetes en centauros, cayó sobre el caballete de un alto muro, atravesado el pecho de banda a banda por una bala, i de allí, en aquella actitud heroica de provocación i de victoria, le condujeron sus soldados al cementerio del olvido.

III.
Augusto Nordenflycht tenía en el día de Miraflores 42 años, i si hubiera sobrevivido a su atrevida hazaña, habría de derecho, por antigüedad i por premio, recibido en el cuartel jeneral de Lima sus despachos de jefe en el ejército que en todas partes venció peleando a pecho descubierto contra el abrigo de los médanos i la resistencia de los fosos i de los baluartes.


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

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