12 de diciembre de 2018

Desiderio Iglesias

Desiderio Iglesias
Desiderio Iglesias
Subteniente del Buin

I.
Así como el capitán Rivera, de San Juan, fué el mas viejo “buin" del Buin, así cúpule el puesto de mas reciente data en sus anales de sangre a un niño nacido en Santiago i que, como él, fué hijo de un apreciable industrial. Su nombre era Desiderio i el de su honrado padre don Santos Iglesias.

Comenzada su educación militar en la Academia por influjos del presidente Errázuriz, paso después de la disolución de aquel establecimiento a diversos colejios particulares hasta recibirse de bachiller en humanidades i hasta llevar adelantados, a los veinte años de edad, dos de bachillerato en la carrera de la medicina.

II.
Mas, arrebatado, como tantos otros, por la corriente de entusiasmo bélico que, en forma de alud, descendió sobre el país en los primeros meses de 1879, el joven Iglesias obtuvo un puesto de aspirante en el Buin, i hallándose en Antofagasta recibió, con gran regocijo, sus despachos de oficial.

Era un niño de buen talante, regordete. alegre, buen camarada, i, por lo mismo, encontróse tan bien hallado en su cuerpo, como si fuera en hogar adoptivo de familia, i en medio de las armas, como si fuera en campo amigo. "Todos me quieren bien,— decía con ufano candor a su buen padre,— en mi cuerpo, i todos ansiamos por pelear."

Retardado este deseo durante más de ocho meses, creyó el mozo apresurado que aquél iba a cumplirse conforme a su intuición de verdadero soldado, porque, embarcado en Antofagasta, a bordo del vapor Copiapó, decía a su padre, el 26 de octubre del primer año de la guerra, estas palabras de verdadera sensatez militar:

"Me parece que el gran combate lo daremos en Lima, pues creo que vamos allá directamente"

Ah! i si allí hubiese sido entonces "el gran combate cuanta sangre i cuántas lágrimas habría ahorrado la morosa patria a sus hijos, cimentando sus glorias i disminuyendo sus perdurables sacrificios de oro i de tiempo con la prisa del acierto!

III.
“Yo, papá, voi mui contento,—— agregaba el alentado subteniente a su padre, comunicándole en esa propia carta sus sentimientos íntimos,— i espero que sabré emplear lo mejor que pueda el puesto de mi honor i de mi gloria. Valor! Valor!”

I asi fué tristemente cumplido; porque, habiendo recibido el Buin orden de desembarcar el primero en la playa de Pisagua, apenas había puesto el pie en tierra el subteniente Iglesias, una bala le atravesó la garganta, dejándolo instantáneamente muerto.

Correspondió de esta manera a aquel entusiasta niño el honor de ser el primer oficial muerto en la guerra, i hubo de extraño en su, por todos títulos, prematuro fallecimiento, que él mismo predijo su fin, porque, escribiendo a uno de sus hermanos (el abogado don Domingo Iglesias), decíale de su padre, cuyo nombre, apropiado apellido, hemos también recordado, estas palabras de verdadero i fatal vaticinio:

—— "Si ésta llega el día del cumpleaños de mi padre (1° de noviembre), que éste reciba quizá mis últimas felicitaciones. 

I, en efecto, al amanecer del día siguiente, el subteniente Iglesias era cadáver.

¡Caso raro! En el mayor número de 135 notas de adioses que hemos tenido a la vista durante la última guerra, casi siempre los presentimientos de la muerte se han inexorablemente cumplido.


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. Mackenna el mas grande "Narrador de Cuentos ".

    Sabia que Chile no tenía historia y este iba creando fantasia de esta guerra. Vivio en Lima sabia donde estaban los libros que mando a ROBAR.

    Su legado es que los chilenos repiten lo mismo que este inventó adrede para tener AUTOESTIMA , no importa ROBANDO o TRAICIONANDO como avalar la mentira de "CASUS BELLIS" que NUNCA EXISTIO, solo en su mente perturbada y acomplejada.

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  2. Chile si tiene una historia. La de una lucha de 300 años del pueblo originario contra el español que aventura la conquista. Se formó así un pueblo guerrero, sufrido y belicoso para el cual la guerra es un atractivo. Antes del conflicto iniciado en 1879, las huestes chilenas habían visitado Lima en 1839 buscando aclarar ciertos asuntos. Exitosamente, por cierto.

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