31 de julio de 2016

Acta Sociedad de Artesanos

"ACTAS DE LA SOCIEDAD DE ARTESANOS ACLARAN MITOS Y REALZAN CELEBRACIONES DE  FIESTAS PATRIAS EN 1901

Así fue la primera procesión de la bandera
Paolo Quenta Loza

Tacna.  Radiante como el sol y protegida en lo más alto de un hermoso mueble tallado en madera se en­cuentra una de las reliquias más importantes que testimonian la peruanidad de los tacneños en los aciagos tiempos de la ocupación chilena.

Se trata de un formidable escudo peruano bordado con finos hilos de oro. La enseña alguna vez adornó el legendario estandarte peruano que presidió la primera Procesión de la Bandera, cuando la población de las provincias peruanas de Tacna y Arica se encontraban sometidas a un agudo proceso de chilenización.
 "Si te fijas en esta fotografía, el escudo es el mismo que aparece en el estandarte de la primera Procesión de la Bandera", nos dice Carlos Bartesaghi Romero, pre­sidente de la Benemérita Sociedad de Artesanos de Auxilios Mutuos El Porve­nir, institución patriótica que atesora esta pieza única de la historia.

Fotos de la época, así como una crónica del poeta tacneño Federico Barreto, son las fuentes más consultadas para conocer los detalles de cómo ocurrió la primera Procesión de la Bandera, el 28 de julio de 1901, que se desarrolló como uno de los actos principales de las fiestas patrias peruanas de ese año.

El relato de Barreto  -quien fue testigo presencial de los hechos-  describe cómo el intendente chileno Salvador Vergara intentó prohibir la bendición de la bandera peruana que deseaban realizar los miembros de la Sociedad de Artesanos en la antigua iglesia de San Ramón, así como los acontecimientos que desencadenaron el paseo silencioso de la enseña patria por las calles de Tacna.

La crónica de Barreto perdu­ró durante décadas e incluso inspiró la publicación de una historieta con dibujos de Luis Baldoceda y la escenificación del suceso, que desde hace algunos años se representa cada 28 de julio.

EL LIBRO PERDIDO 
A inicios del presente año la Sociedad de Artesanos recu­peró el libro de actas de la organización correspondiente a los años 1900-1903, en el que se documenta las sesiones y asambleas realizadas por sus integrantes en aquella épo­ca. Las actas revelan algunos detalles desconocidos sobre la primera Procesión de la Bandera y ponen en duda algunos de los episodios narrados por Federico Barreto. 

El presidente de la asociación patriótica, Carlos Romero, ex­plica que Barreto habría basado su relato en dos aconte­cimientos ocurridos en años distintos y los presenta como un solo episodio.

El primero de ellos sobrevino el 27 de julio de 1900, un año antes de la primera Procesión de la Bandera, cuando el intendente Manuel Francisco Palacios se entrevistó con el entonces presidente de la Sociedad de Artesanos, Artidoro Espejo, indicándole "que no permitía que el 28 de julio se cantara el himno de Tacna en el Teatro Municipal y que tampoco permitía se izaran banderas peruanas en los domicilios particulares; y por último que la sociedad no de­bía ir en corporación con su estandarte a la misa que de­bía celebrarse en ese día, sino que el estandarte debía mandarse plegado a la iglesia... El Sr. Palacios, como única con­cesión, permitió que la socie­dad llevara su estandarte a la iglesia, pero que terminada la misa se disolviera en el templo la reunión y el estan­darte volviera a la sociedad acompañado solo de la junta directiva", según consta en el acta de la primera sesión que realizaron los directivos de los artesanos ese día.

Dadas estas circunstancias, los artesanos tuvieron una segunda sesión por la noche y acordaron "postergar en consecuencia la bendición del estandarte, suprimiendo toda fiesta el 28 de julio".

Las ediciones del diario La Voz del Sur, que el cronista Freddy Gambetta recoge en su  libro "Nueva crónica del tiempo viejo", informaron estos episodios y cómo a pesar de la censura chilena se celebró una misa en la iglesia San Ramón y se pronunció una oración fúnebre por la patria; sin embargo, las gran­des celebraciones programa­das, como la bendición del estandarte por el aniversario patrio, no se realizaron.

Al año siguiente el libro de actas de la Sociedad de Artesanos registra la sesión del 13 de julio de 1901, en la que "se acordó nombrar a los señores: Dr. M. Artidoro Espejo, Dr. F. Monje Ledesma y al Sr. Carlos Carbajal para que se acercaran al Sr. Intendente de la provincia, y solicitar su venia para la celebración de nuestra fiesta social", seguramente con la intención de evitar los problemas ocurri­dos un año antes.

Sin embargo, las actas de los días posteriores no mencio­nan la prohibición del inten­dente Vergara a la bendición del pabellón nacional que describe Barreto, ni el per­miso que al final la autoridad chilena otorgó a la comisión bajo la advertencia de "que no haya aclamaciones ni vi­vas, ni el más leve grito que signifique, ni remotamente, una provocación al elemento chileno" que el poeta detalla en su crónica.

Basado en las evidencias. Romero sugiere que Barre­to habría unido el episodio de la censura del intendente Palacios del año 1900 con lo ocurrido un año después, ha­ciendo un solo relato.

FLORES Y VIVAS A LA PATRIA
El aporte fundamental de las actas de sesiones de la Sociedad de Artesanos es la relación de las fiestas patrias del 28 de julio de 1901, que publicó el diario tacneño La Voz del Sur y que los socios transcribieron con su puño y letra el 1° de agosto del mismo año.

Este documento es valioso y revelador, porque la hemero­teca del Archivo Regional de Tacna no cuenta con la edi­ción del periódico en la que se narraron los detalles de la primera Procesión de la Ban­dera.  La colección de perió­dicos de La Voz del Sur de la hemeroteca está incompleta y solo tiene ejemplares hasta­ el  19 de julio de 1901 y a partir del 31 de julio de 1901, es decir, faltan once ediciones que coinciden con los días de tos preparativos y la celebra­ción de las fiestas patrias de ese año.

Desde el inicio los detalles copiados del diario en el li­bro de actas de los artesa­nos contrastan con los datos proporcionados por Federico Barreto, quien afirma que el traslado de la bandera se realizó intencionalmente por calles poco concurridas para evitar que el vecindario la conociera antes de la cere­monia.

Según el relato transcrito de La Voz del Sur. la marcha en la que se llevó el estandarte a la iglesia San Ramón "fue im­ponente" y el cortejo, al que varios vecinos se sumaron voluntariamente, "ocuparía entonces más de dos cua­dras".

Las actas mencionan otros detalles obviados por el Can­tor del Cautiverio, como el emotivo ingreso del estan­darte al templo, que fue re­cogido por el periodista del diario tacneño:  "Todos los semblantes pálidos, conmo­vidos; en los ojos de nuestras damas, lágrimas silenciosas, y todas las miradas fijas en el pedazo de tela blanca y roja, alrededor del cual había ido a agruparse, cual coro de ángeles, media docena de niñitas vestidas de blanco, con bandas peruanas cruzadas al pecho. ¿Qué sentimos en ese momento todos los que nos hallábamos reunidos en el templo?  Qué profunda con­moción se apoderó de todos nosotros; qué inexplicable mezcla de dolor y alegría llegó a  n/ corazones e hizo humedecer los ojos. Ah, era el espíritu de la patria que llegaba hacia nosotros". 

Luego de la misa celebrada por el párroco Manrique, una ingente cantidad de tacneños que desbordaban la calle Dos de Mayo se prestó espontáneamente a seguir el estandarte recién bendecido 
de la Sociedad de Artesanos. 

La Procesión de la Bandera, que fue acompañada por el estandarte de la Sociedad Católica de Señoras  -la ac­tual Benemérita Sociedad de Señoras de Tacna- "torció por la calle de Matará, hasta llegar a la plaza Colón. Aquí tomó la calle de San Martín y después la de Bolívar hasta llegar al pasaje Vigil, que atra­vesó para dirigirse a su local". 

Al igual que Barreto. las actas coinciden en decir que la pro­cesión fue "silenciosa", pero también revelan el espíritu festivo de los tacneños, que lanzaron flores desde algunos balcones e incluso extendie­ron banderas peruanas sobre otros al paso de la enseña roja y blanca.

"Al llegar esta al local de la Sociedad de Artesanos, todas las cabezas se descubrieron de nuevo para saludar por última vez la bandera nacio­nal y de todos los pechos se escapó un ¡viva el Perú! que repercutió en las ciudades con el estrépito de un trueno. ¡Viva el Perú!'. Así concluyó la primera Procesión de la Bandera.

El libro de actas de los artesanoss y la narración del diario La Voz del Sur nada dicen del combatiente del Campo de la Alianza que besó los flecos de la bandera, lo que emocionó a Barreto y que aún hoy se representa.

LA ÚLTIMA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS PATRIAS 
Contrario a lo que se pensaba, las actas describen con lujo de detalles las celebra­ciones que se efectuaron en el teatro Orfeón al culminar la Procesión de la Bandera, que tuvieron como invitado de honor al cónsul general del Perú en Brasil Daniel E. Pereira, quien se encontraba de paso en la ciudad.

Esa tarde se entonó el himno de Tacna compuesto por Modesto Molina, tras lo cual se lanzaron hurras y vivas a la patria y se escuchó el discurso oficial del presidente de la Sociedad de Artesanos, Manuel Artidoro Espejo. Más tarde se entregó premios a los miembros distinguidos de la sociedad.  Una orques­ta amenizó la celebración e incluso Federico Barreto se animó a declamar unos versos a pedido del público que atestaba el teatro.  Los presentes entonaron nueva­mente el himno de Tacna y se vivó "con todo entusiasmo" al Perú, Tacna y Arica antes de culminar la ceremonia.

"El aspecto de la ciudad a esa hora era de gran movimiento. Todas las calles estaban con­curridísimas, lo mismo que las puertas, balcones y ven­tanas de las casas particula­res. Notábase entusiasmo en todos, pero a la vez una gran moderación, el más perfecto orden.  Nadie  podrá decir lo contrario", señala el cronista  La Voz del Sur citado por las actas.

Las celebraciones continuaron hasta las primeras ho­ras del 29 de julio en el Club de la Unión con brindis de champán, música de piano y una cuadrilla que fue bai­lada por 50 parejas.

Era la última vez que los tacneños celebrarían las fiestas patrias en el cautiverio. La chilenización,que ese año había empezado a cerrar las escuelas perua­nas, terminó censurando toda manifestación patriótica peruana en Tacna y Arica. Los años siguientes, como narran las crónicas y los relatos de los abuelos, las fiestas patrias se cele­braron de forma clandesti­na, cantando casi como una oración los versos del poeta Modesto Molina: "Mantengamos el fuego sagrado del amor a la patria inmortal, que Dios salva y eleva a los pueblos que confían en su libertad".

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Texto y fotos publicadas en el diario "Sin Fronteras" de Tacna, del miércoles 20 de julio de 2016.

Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. No comprendo como el gobierno y el país entero en aquella época permitieron el abuzó del invasor genocida, en mi caso antes que me matan me llevo por delante al menos 10 malditos...

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