6 de diciembre de 2013

Parte de Bianchi

Marino chileno
Parte de Álvaro Bianchi

Comandancia de la porta-torpedos Fresia

Callao, Diciembre 6 de 1880

Señor:
Tengo el honor de dar a V.S. noticia oficial de los acontecimientos verificados en la mañana de hoy.

A las 4.30 a.m. avisté fuera de la Dársena al vapor enemigo “Urcos”, gobernando ostensiblemente en nuestra demanda y seguido por tres lanchas más pequeñas a vapor; en ese momento la “Fresia” se encontraba en la marcación de las naves neutrales a la Factoría, y a distancia de 1,000 metros de los primeros; la “Guacolda” y la “Colocolo", a lo largo de la línea de buques neutrales, y la “Tucapel” cerca del fondeadero de la escuadra en el cabezo de la isla. 

No habiéndose aún verificado en los ocho meses que lleva de duración el bloqueo del Callao ningún ataque de las embarcaciones enemigas sobre nuestras lanchas torpedos, supuse que el provocarnos a combate tenía hoy por objeto ocupar nuestra atención, alejándola de la Dársena, y hacer así posible la salida y escape de la corbeta “Unión” fuera del Callao. V.S. sabe que avisos repetidos nos han hecho saber la intención de los enemigos a este respecto y que las órdenes que el antecesor de V.S. impartió a las lanchas porta-torpedos tenían por objeto impedir, por todos los medios posibles, el escape de los buques asilados en la Dársena. Consecuente con esta creencia, marché al encuentro del vapor enemigo con ánimo de no empeñar un combate a distancia cerrada si sus avances no lo hacían estrictamente necesario y resuelto; en todo caso a mantenerme bastante cerca de la Dársena para percibir los movimientos de la corbeta “Unión” y obrar en consecuencia si trataba de abandona su apostadero, y no me fue necesario impartir órdenes a la otras porta-torpedos, pues, con arreglo a la línea de conducta que para un caso como el presente nos habíamos fijado de común acuerdo, sus comandantes se dirigían también al encuentro de las embarcaciones enemigas.

A las 4.40 a.m. la “Urcos” rompió sus fuegos, los que fueron inmediatamente contestados por la “Guacolda” y “Colocolo” y poco después por la “Fresia”. Ya a las 5 a.m. casi todas las baterías de tierra y los buques en la Dársena habían abierto sus fuegos sobre nuestras lanchas; mas sus tiros, generalmente largos, pasaban por alto, yendo a caer o estallar en medio de las nave de guerra de las marinas extranjeras.

A nuestra aproximación a la “Urcos” y demás lanchas peruanas, éstas huyeron hacia la Dársena, por lo cual y con el objeto ya restablecido de vigilar la entrada de ésta, nos detuvimos a las inmediaciones del dique flotante, contestando con las ametralladoras Hotckins de las tres lanchas el nutrido fuego de los buques y baterías de tierra, los nuestros en tanto, con objeto de hacerlos más efectivos, fueron concretados exclusivamente a las embarcaciones enemigas.

Por dos veces, consecutivas volvieron éstas al ataque, pero bastó, en ambos casos, hacer con nuestras lanchas el amago de perseguirlas para que las contrarias se favorecieran en la Dársena, cuya retirada conservaron siempre franca; esta tenacidad y el hecho de haber amanecido todos los buques de la Dársena con los fuegos de sus máquinas encendidos, me mantuvieron en la creencia que el verdadero móvil del ataque era facilitar el escape de la “Unión” o algún otro de sus buques.

Convencido, por fin, que el objeto que se proponían los contrarios era únicamente el de atraer nuestras lanchas dentro del círculo de tiro de los cañones y ametralladoras de sus baterías, y viendo, por otra parte, que los buques de la escuadra habían tomado posiciones frente a la costa Norte y roto sus fuegos haciéndose ya imposible el escape de los buques peruanos, decidí sacar las lanchas torpedos fuera de tiro de los cañones enemigos, a cuyo efecto, a las 6.40 a.m. di orden al comandante de la “Colocolo” se retirase al Norte de la bahía, en cuya dirección se acercaba ya la “Tucapel”, y al de la “Guacolda” de salir en convoy con la “Fresia” en dirección al Oeste, reconociendo antes una lancha cisterna que los peruanos habían fondeado durante la noche entre el dique y la Dársena, y la cual suponía yo, con fundados motivos, fuera un brulote preparado contra nosotros.

Verificado el reconocimiento y al retiramos al Oeste, la “Fresia” fue alcanzada por una granada, al parecer de 70 libras, que perforó su popa de babor a estribor, estallando en el trayecto, lo que produjo el destrozo de esa parte de la lancha, cortando los guardines del timón y cables eléctricos de los torpedos de costado; pedí remolque a la “Guacolda”, mas se cortó la espía y antes que una segunda pudiese ser pasada, quedó desconectado el timón de proa y listo el de popa para ser manejado con su caña de respeto; por este motivo, y habiéndome asegurado que el agua que hacia la lancha era en cantidad insignificante, ordené a la “Guacolda” se dirigiese al “Huáscar”, y yo con la “Fresia” me dirigí a la “Chacabuco” con el objeto de entregar los heridos, lo que se verificó a las 8.20 a.m.

Desgraciadamente, instantes después empezó la lancha a hacer tal cantidad de agua que la bomba de la máquina y el trabajo de la tripulación no eran suficientes a impedir que ella subiese de un modo alarmante, por lo cual me dirigí a toda fuerza al fondeadero, de la isla de San Lorenzo con el objeto de varar y salvar la lancha o de hacerle caer en tan poco fondo como fuera posible; en el trayecto pasé al costado del “Toro” y le ordené seguir mis aguas, en previsión de lo que pudiera suceder.

Creo, señor Comandante en Jefe, haber ordenado en estas circunstancias cuanta medida estuvo en mis manos tomar en bien de la salvación de la “Fresia”. Inmediatamente después de ser herida, hice cerrar con estopa y masillas las pequeñas vías de agua y con colchones y coyes las aberturas de entrada y salida de la granada, achicándose el agua a baldes y con la bomba de la máquina, tan luego como su altura lo permitió. El trayecto a la “Chacabuco” lo hice a media fuerza, para evitar que el agua llegase en los costados a las grandes vías de agua; todo el carbón de repuesto, la cocina y los pesos inútiles fueron arrojados al agua; ya cuando la lancha perdió su gobierno y su máquina dejó de prestar servicios, hice apagar los fuegos y abrir las válvulas del vapor para evitar la explosión de la caldera; llamé al “Toro” y le ordené tomase a la “Fresia” a su costado, dándole remolque a tierra, pasando bajo sus fondos tantas hondas de cabo como lo permitió la premura del tiempo y achicando el agua con su bomba a vapor; envié la “Colocolo” al “Matías Cousiño” con orden de alistar hondas de cadena y los aparejos de su pluma y finalmente me concretó a salvar para la escuadra los objetos de más valor de la “Fresia”. Gracias a la decisión de la gente de la lancha y a la entusiasta cooperación de los comandantes de las otras porta torpedos, pudo así salvarse la ametralladora y sus útiles, los rifles, proyectiles, torpedos, baterías eléctricas, galvanómetros y otros objetos de mayor o menor utilidad.

Las hondas de cabo no fueron por desgracia bastaste resistentes para sostener la lancha, y ésta se hundió, por fin, a las 9 a.m., en 10 brazas de agua y en el fondeadero usual de los buques de la escuadra, lo cual espero hará posible su extracción a la superficie.

Tanto cuanto me es satisfactorio, señor Comandante, dejar establecido el buen comportamiento de los tripulantes de la "Fresia", me es doloroso dar cuenta de las sensibles desgracias personales sufridas en la lancha de mi mando. El aspirante don Juan A. Morel, herido de bala de rifle en la cubierta de la Fresia, falleció una hora mas tarde a bordo de la Chacabuco, y el aprendiz mecánico don Juan Hancock murió víctima de su decisión por el trabajo, pues habiendo bajado a la máquina a cerrar una vía de agua cuando el hundimiento de la lancha era inminente, ésta lo arrastró consigo al fondo del mar. La explosión de la granada enemiga mató también al timonel Adolfo Nuñez e hirió al capitán de altos Juan Cárdenas. Me hago un deber en recomendar el entusiasmo y buen comportamiento del ingeniero 2° don Juan de la C. Vial, cuya cooperación me fue de gran valer en estas difíciles circunstancias.

Acompaño a V.S. a continuación de ésta, la lista nominal de los tripulantes de la "Fresia" durante el combate de esta mañana

Dios guarde a V.S.
Alvaro Bianchi Tupper

Al señor Comandante en Jefe de la División bloqueadora del Callao.


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Saludos
Jonatan Saona

3 comentarios:

  1. Perú se defendía con lo poco que tenía. La guerra INGLESA habia sido planificada en LONDRES . El SALITRE tenía que ser de Sir Jhon Thomas North

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  2. Todo un esfuerzo naval por temor a que La Unión, u otro de los pocos barcos que quedaban rompiera el bloqueo. Esa mentalidad muestra una arrogancia llevada a cubrir su falta de habilidad marinera. La flota naval de Chile verdaderamente nunca se acercó a combatir contra los fuertes del Callao a menos que estuvieran a una distancia segura de no ser cañoneados. Y lo otro es que Chile nunca le hundió un barco al Perú. Con toda su arrogancia y superioridad tanto en armas como en número, ellos también recibieron lo suyo a manos de las Fuerzas Armadas y Marina del Perú.

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  3. En primer lugar se debe aclarar que fueron los buques peruanos los que se refugiaron al pie de los fuertes para evitar ser capturados y por supuesto, por miedo a combatir.
    Se debe recordar que el Huascar mientras fue peruano, se dedico a hostilizar a los transportes y a combatir naves de madera que no representaban un riesgo para su integridad, pero huia como alma que lleva el diablo cuando veia alguno de los blindados chilenos hasta que ya no pudo huir y fue obligado a combatir en Angamos y el Cochrane lo hizo pedazos en un combate 1 contra 1.
    Posteriormente, despues de la batalla de Arica, el Manco Capac no trato siquiera de combatir contra los buques chilenos, si no por el contrario, fue hundido por sus tripulantes y finalmente, despues de la batalla de Miraflores, los restos de la escuadra peruana, el monitor Atahualpa, los transportes artillados y la corbeta Union, en vez de comprometer un ultimo combate contra los chilenos, las tripulaciones vararon y quemaron los buques y huyeron en botes.
    En resumen, los marinos peruanos huyeron toda la guerra y se las arreglaron para no combatir con excepcion de Iquique y Angamos, donde no tuvieron otra opcion, ya sea porque eran inmensamente superiores o porque no pudieron escapar.
    Asi que no hay mucha gloria en la marina peruana durante la guerra.

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