25 de marzo de 2012

Parte de Vargas

Rafael Vargas
Parte de Rafael Vargas sobre Calama.

REGIMIENTO DE CAZADORES A CABALLO.

Calama, marzo 24 de 1879.

Tengo el honor de dar cuenta a U.S. de las operaciones ejecutadas en el día de ayer por la tropa que comando.  Cumpliendo las instrucciones que recibí del señor jefe de operaciones, teniente coronel don Eleuterio Ramírez, dividí mi tropa en dos porciones para atacar, esta plaza y tomarla a viva fuerza; mandé una mitad al mando del alférez don Juan de Dios Quesada al sur este, y con el resto de la tropa me dirigí al sur oeste, llevando por prácticos los individuos que habían sido tomados prisioneros la noche anterior, y que según declaración de uno de ellos, fueron mandados por los jefes de esta plaza para descubrir nuestras fuerzas.

Dichos prisioneros, como conocedores de los puntos atrincherados por el enemigo, nos condujeron a esos atrincheramientos y emboscadas, que eran muy ventajosas para el enemigo.

El alférez Quesada con su mitad, sin apercibirse que hubiese enemigo emboscado por la parte que exploraba, y cuando menos pensó, a una distancia cuando más de quince metros, recibió una descarga del enemigo sin ocasionarnos desgracia, y a la cual contestó con nutrido fuego sin perder terreno.

En estas circunstancias, recibió órdenes de U.S. de replegarse a la izquierda de la línea, observado que fue por U.S. el fuego tan nutrido que en esta parte nos hacia el enemigo.

Entraré ahora a manifestar a U.S. el resultado de las operaciones.
Después de grandes dificultades y engaños del práctico, para poder pasar el río, el guía prisionero que nos conducía, saltando fosos y cercas, nos llevó a la boca de los fuegos enemigos, donde, y cuando menos lo esperaba, recibí una granizada de balas en circunstancias que tratábamos de salvar los fosos que impedían maniobrar a la caballería.

En situación tan desesperante, hice desmontar la tropa y cargamos a las trincheras con un fuego tan violento como el que nos hacía el enemigo, apesar de la desventajosa posición en que nos hallábamos recibiendo el fuego a pecho descubierto, mientras tanto ellos estaban atrincherados, y de sus posiciones era imposible desalojarlos.

Viendo, el enemigo que yo había desmontado una parte de mi tropa para atacarlo, yendo sobre él, abandonó sus posiciones; más, no teniendo ningún paso accesible por donde perseguirlos, me fue enteramente imposible poderlo ejecutar.

En estas circunstancias ordené al teniente don Sofanor Parra, mantuviese esas posiciones con su mitad, mientras yo salí en persecución de la mayor parte de los caballos que dispararon tanto  por mis fuegos como por los del enemigo, los cuales temía cayesen en sus manos.

Mientras yo me ocupaba en esta operación, llegó en mi auxilio el teniente coronel comandante del batallón 2º de línea don Eleuterio Ramírez, quien dispersó su tropa en guerrilla.

Una vez tomada mi caballería, nos fuimos sobre el pueblo, saltando fosos, tapias y cercas y penetrando a él sin pérdida de tiempo.
Con sentimiento manifiesto a U.S. que por mi parte he experimentado en mi tropa las pérdidas siguientes: muertos, cabo 1º Belisario Rivadeneira, id. 2º José Ezequiel Sepúlveda; soldados José Onofre Quiroga, José de la Cruz Vargas, Carlos Fernández, Rafael Ramírez y Feliciano Martínez.

Gravemente heridos: soldados Alejandro Herrera y José Vergara; y mal heridos José Bustamante y Eugenio Meyer.  Total de muertos, siete; heridos cuatro y contuso uno, José del Carmen Gaona.

Me es grato manifestar a U.S. que la conducta observada por los señores oficiales y tropa de mi mando, ha sido enteramente satisfactoria.
No cumpliría con mi deber sino hiciera una recomendación especial de los señores oficiales siguientes: teniente don Sofanor Parra, quien sostuvo heroicamente el puesto que le confié, pues el enemigo observando que salía en persecución de la caballada, volvió sobre sus posiciones haciendo un fuego terrible.

Al teniente Parra lo acompañaba el alférez agregado de esta compañía, don Carlos Felipe Souper, quien se batió heroicamente, imitando el entusiasmo de sus compañeros.
Los alféreces don Belisario Amor y don Juan de Dios Quesada no han desmentido la confianza que en ellos había depositado.

Al mismo tiempo recomiendo a  U.S. con especialidad al sargento 2º Facundo Rojas, al id. id.  Ríos Herrera y José y Vicente Caris, y los soldados Juan Mesías y José del Carmen Gaona que, a pesar de haber perdido sus caballos, siguieron batiéndose a pié, y en general, toda la tropa se batió con valor y entusiasmo.

Las pérdidas que al enemigo le hayamos causado no puedo expresarlas con exactitud por la premura del tiempo, pues ellos, como poseedores del terreno, por lo ventajoso de sus posiciones, llenas de montañas, matorrales y zanjas, han tenido facilidad para ocultar sus bajas; solo hemos encontrado seis cadáveres completamente carbonizados por estar dentro de trincheras cuya naturaleza nos obligó a incendiar, pues estaban formadas de una muralla de adobes, reforzada por otra de pasto segado, una cerca viva y una zanja.
Fueron tomados por la tropa de mi mando 20 prisioneros, entre ellos un capitán, un teniente 1º, un id. 2º, un subteniente y 17 individuos de tropa.

Les tomamos igualmente 20 armas de fuego, entre fusiles, rifles y revólveres y un buen número de municiones, los cuales he puesto a disposición del señor jefe de operaciones.
Dios guarde a U. S.
Rafael Vargas.

Al señor comandante en jefe del ejército del norte.


********************
Saludos
Jonaan Saona

1 comentario:

  1. ¿Quién podía imaginar que esa escaramuza le significaría a Chile la posesión de lo que después fue su principal fuente de riqueza, Chuquicamata?

    ResponderBorrar