13 de julio de 2009

Erasmo Escala

Esto fue escrito por Nicolas Palacios (combatiente chileno en Tacna)

"Los que han viajado saben que los chilenos tenemos fama de llorones, fama muy extendida en las naciones americanos del Pacifico,

Cuando en la mañana del 26 de Mayo de 1880, en el Alto de la Alianza, las bandas del ejército chileno rompieron con la Canción Nacional como respuesta a los primeros cañonazos del enemigo, vi llorar a todo mi batallón; después supe que el ejército entero había llorado…

¿Como puede, un mismo individuo tener miedo y deseos de pelear? ¿Por qué llora un hombre antes de entrar en batalla, siendo que esta ansioso de batirse? ¿Qué significa esa dualidad de sentimientos? Cuentan que un general francés que, conociendo por el campanilleo de sus espuelas el temblor de sus piernas en los momentos de empezar un combate, acostumbraba decir: ¿Tiemblas villano? ¿Qué harías si supieras a donde pienso llevarte? ¿A quien se dirigía el general?


El general recordado se dirigia a la parte sensible fisicamente de su ser, a su cuerpo, a SU BESTIA, la cual temblaba de miedo, de miedo al dolor, de miedo a la muerte, mientras su alma pundonorosa y valiente iba al combate, burlándose de su tímida compañera.

Es admirable ese triunfo de los sentimientos relativamente modernos de solidaridad social, de defensa de la patria, del pundonor cívico, sobreponiendose en el hombre a los instintos primordiales y arraigados en el fondo de todo ser vivo, del miedo al dolor físico, del horror a la muerte. Ese triunfo es la mas brillante victoria de la selección social.

En la batalla de Tacna, a un subteniente Guerrero, un jovencito rubio, casi un adolescente, quiso huírsele la bestia a la vista de la sangre humana; según cuentan, y temiendo que lo ejecutara a pesar de sus ordenes, mandó a un sargento que lo detuviera, en brazos del sargento siguió dirigiendo a su gente por el camino de la victoria, hasta que una bala justificó los temores de aquella carne demasiado flaca para el alma que albergaba separándola de ella para siempre.

El soldado llora antes de entrar en batalla porque su bestia ha oído, allá en los antros misteriosos y secretos en que se elabora el pensamiento, que el hombre ha resuelto alcanzar la gloria ofrendando su vida en aras de la patria, y ella sabe que esa resolución es irrevocable. Esas lágrimas que corren silenciosas de sus ojos, son de la bestia que gime. ¡Respetemos su llanto: ella es mortal!

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Texto: Nicolas Palacios "Raza Chilena"
Imagen Erasmo Escala

saludos
Jonatan Saona

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