4 de junio de 2008

Hasta quemar el último cartucho

Ricardo Palma
"Hasta quemar el último cartucho"

"Respuesta a una rectificación

El señor coronel del ejército chileno don J. De la Cruz Salvo ha tenido a bien publicar en El Mercurio de Valparaíso un artículo rectificatorio del que escribí en el folleto que el 28 de julio dio a luz la Sociedad Administradora de la exposición. Estimando los corteses elogios con que me favorece el señor Salvo, paso a contestarle, sin propósito se entiende, de sostener polémica; que para tal poema, ni las múltiples atenciones que el servicio de la Biblioteca Nacional me impone, ni lo decaído de mi salud me dejan campo.

Entre la narración que hace el señor Salvo de la conferencia de Arica y la que yo hice, no hay otra diferencia sino la de que aquélla es larga y minuciosa, y la mía lacónica y sintética, como cuadraba a la índole literaria de mi trabajo. No veo, pues, el objeto de la rectificación en esa parte. Con distintas palabras, en el fondo, el señor Salvo y yo hemos escrito lo mismo.

Pasemos al único punto serio.
Niega el señor Salvo que en la respuesta dada por el coronel Bolognesi al jefe parlamentario hubiera habido la frase "QUEMARÉ HASTA EL ÚLTIMO CARTUCHO". Muertos en el combate casi todos los jefes peruanos que asistieron a la junta de guerra, con excepción de los comandantes Roque Saenz Peña, Marcelino Varela y Manuel C. de la Torre, apelo al testimonio de éstos. El comandante Sanz Peña la ha consignado en el brillante artículo que ha poco publicó en Buenos Aires.

Por el mes de junio de 1880, toda la prensa del Perú y de Chile se ocupó de la histórica frase y los diarios chilenos la reprodujeron. El mismo Bolognesi en sus últimos cablegramas y documentos oficiales, la expresaba. Recientes estaban los hechos, y aquella era la oportunidad en que el señor Salvo, tan celoso hoy, a los cinco años de la conferencia, por salvar la verdad histórica, debió haber escrito la rectificación que mi pobre artículo le ha inspirado.

En cuanto al calificativo de vulgares que el señor coronel Salvo da a las palabras del inmortal batallador del Morro de Arica, permítame que le niegue competencia para tan decisivo fallo. Así como las obras del espíritu se juzgan sólo con el espíritu, así los arranques del patriotismo se aprecian con el corazón y no con la cabeza: se sienten y no se discuten. En la proclama de Nelson, en Trafalgar -«la Inglaterra espera que todo buen inglés cumplirá con su deber»- no puede caber más llaneza. El famoso -¡Qu'il mourut!- de Corneille, en los Horacios, es una exclamación de encantadora sencillez. En un soldado de la educación militar de Bolognesi, nada más natural y espontáneo que su respuesta: quemaré el último cartucho.

¡Benditas envidiables vulgaridades las que alcanzan á revestir la expléndida grandeza de la epopeya!

Lima, Setiembre 16 de 1885.
Ricardo Palma."
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"Sr. Coronel D. J. C. Salvo. - Santiago.
Lima, Setiembre 18 de 1885.

Sr. Coronel:
Cumpliendo mi artículo del 16, en respuesta á las rectificaciones que se dignó Ud. hacer á mi escrito sobre el heroico Bolognesi, quiero refrescar su memoria, copiando unas pocas líneas de la página 1,125, tomo 3.° de la Historia de la Guerra del Pacífíco, por Benjamín Vicuña Mackenna, tomo impreso en Chile á fines de 1881.

Dice así el historiador chileno:
«Llegado el parlamentario a la presencia del jefe de la plaza, la conferencia fue breve, digna y casi solemne de una y otra parte. Entablose el siguiente diálogo, que conservamos en el papel desde una época muy inmediata a su verificación, y que, por esto mismo, fielmente copiamos:
-Lo oigo a usted, señor -dijo Bolognesi con voz completamente tranquila. -Señor -contestó Salvo-, el general en jefe del ejército de Chile, deseoso de evitar derramamiento inútil de sangre, después de vencido en Tacna el grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos, en hombres, víveres y municiones, conoce.
-Tengo deberes sagrados -repuso el gobernador de la plaza y los cumpliré quemando el ultimo cartucho. Entonces está cumplida mi misión -dijo el parlamentario levantándose, etc.».

En la pág 1127 pone el señor Vicuña Mackenna. una nota que dice:
«la escena y el diálogo de la intimación de Arica me fue referida por el mayor Salvo a los pocos días de su llegada a Santiago, en junio de 1880, conduciendo en el Itata a los prisioneros de Tacna y el morro y la hemos conservado con toda la fidelidad de un calco».
Ya verá Ud. señor coronel Salvo, que yo no he escrito un romance, ni dado pávulo a mi fecunda imaginación, como ha tenido Ud la amabilidad de afirmarlo en su artículo rectificatorio. Si Bolognesi no pronunció la “vulgaridad” de "quemaré el último cartucho" en tal caso, ateniéndose a Vicuña Mackenna y desdeñando otros informes y aún documentos oficiales, sería Ud, y no yo, el inventor de esa (para mí y para el sentimiento patriótico de los peruanos) bellísima y épica vulgaridad.

Con sentimiento de personal estimación soy de Ud, señor Coronel, muy atento servidor.
Ricardo Palma"


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Saludos,
Jonatan Saona

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